?Fragmentaci¨®n o polarizaci¨®n?
Las elecciones legislativas y las consultas arrojan dos relatos aparentemente antag¨®nicos
Hay dos relatos compitiendo en el ciclo electoral colombiano, que vivi¨® ayer su primer hito con las elecciones legislativas y las consultas a izquierda y derecha.
El m¨¢s popular es el de la polarizaci¨®n: discursiva, territorial y, en definitiva, ideol¨®gica. El dominio parejo de Gustavo Petro e Iv¨¢n Duque en las encuestas apuntaba en esa direcci¨®n, y las sustanciosas votaciones que ambos obtuvieron en sus respectivas consultas vendr¨ªan a confirmarlo. El primero puso sobre la mesa casi tres millones de votos. El segundo, cuatro. Y se sum¨® uno y medio de su ahora dupla vicepresidencial: Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez. A Petro le acompa?¨® adem¨¢s la entrada de la Lista de la Decencia en el Congreso, que no muchos esperaban. El Centro Democr¨¢tico, por su lado, dominar¨¢ el Senado y ha aumentado enormemente su presencia en la C¨¢mara.
Pero lo har¨¢ perdiendo un esca?o, y bien lejos de sus expectativas. Hasta el punto de que el Partido Liberal le ha vencido en la C¨¢mara de Representantes, Cambio Radical es la formaci¨®n que m¨¢s crece en todo el Congreso, el Partido Conservador mantiene un suelo s¨®lido, y la Alianza Verde ha duplicado sus curules pasando con creces del mill¨®n de sufragios. Si no tuvi¨¦semos las consultas sobre la mesa, es probable que desacredit¨¢semos el relato de la polarizaci¨®n. A cambio, estar¨ªamos leyendo la nueva composici¨®n del Legislativo bajo la ¨®ptica del segundo relato alternativo: como una se?al inequ¨ªvoca de que el espacio pol¨ªtico colombiano siempre se ha ganado, y se sigue ganando, en quien sea capaz de construir una alternativa de centro en un entorno fragmentado.
?Con cu¨¢l de las dos interpretaciones nos quedamos? La pregunta no va s¨®lo para los votantes, sino tambi¨¦n para los candidatos, y para sus aliados potenciales. Al fin y al cabo, las legislativas constituyen la mayor encuesta de Colombia, y fijan expectativas y capacidad de movilizaci¨®n de los distintos partidos. El siguiente cuadro es un intento de resumir todo ello, acumulando para cada candidato presidencial sus votos seguros (de las formaciones que ya les apoyan) y deseados, as¨ª como el grado de poder obtenido en las consultas. Huelga decir que ni los votos del Congreso ni tampoco los de las consultas se trasladan autom¨¢ticamente a la primera vuelta. Es decir: el gr¨¢fico no representa una predicci¨®n, sino potencia de fuego y, sobre todo, expectativas.
Recorramos el cuadro desde los extremos. Iv¨¢n Duque y Gustavo Petro tienen todos los incentivos para fomentar la polarizaci¨®n, porque les permitir¨ªa maximizar sus apoyos. Petro buscar¨¢ capitalizar el voto antiuribista, pero para ello debe escoger entre dos estrategias aparentemente contradictorias: fortalecer su discurso contra el establishment, o moderarse para hacer m¨¢s viable su candidatura rompiendo su techo actual, pues esos tres millones de votos no bastan para colocarle en segunda vuelta. Lo m¨¢s probable es que adopte una alternativa mixta, proponi¨¦ndole una uni¨®n a Humberto de la Calle y a Sergio Fajardo al mismo tiempo que mantiene su actual l¨ªnea discursiva. Es poco probable que los candidatos de centro-izquierda acepten tal sometimiento, por lo que Petro se embarcar¨¢ en una din¨¢mica de culpas repartidas que reforzar¨¢ su discurso de ¨¦l contra todos.
A Duque, por su lado, le viene bien inflar a la izquierda. Ya ha demostrado que puede capitalizar el voto uribista e incluso ir m¨¢s all¨¢. Delinearse como la alternativa anti-petrista ha sido su principal motor en el voto de opini¨®n, lo cual le sirve a su vez para convencer a las maquinarias territoriales, as¨ª como a los ¡®partidos sin candidato¡¯ que deben apoyarle: el PC, y, en menor medida, la U. Porque la diferencia entre el voto del CD al Congreso y el de Duque en la consulta indica que hay un mill¨®n y medio de personas dispuestas a votar por ¨¦l pero no particularmente interesadas en su partido; probablemente, votantes de las otras formaciones de centro-derecha (CR, PC, U).
Sin embargo, n¨®tese la paradoja reflejada en el cuadro, y en este razonamiento: en esa batalla tanto la izquierda como la derecha est¨¢ admitiendo impl¨ªcitamente que en alg¨²n momento necesitar¨¢n al centro. Cuanto menos, necesitan a las formaciones que dominan la maquinaria (CR, PC, PL, U). O a los que capitalizan voto regeneracionista sin moverse al extremo ideol¨®gico (AV). Sin los unos o los otros no pueden vencer la segunda vuelta, y tal vez tambi¨¦n para asegurar ese extra de votos que les d¨¦ la seguridad de cara a la primera. Es esta la veta que intentar¨¢ aprovechar Germ¨¢n Vargas Lleras. El enorme triunfo de Cambio Radical mantiene su viabilidad y su poder de negociaci¨®n, siendo que adem¨¢s puede llegar a donde Duque no puede: a las bases liberales. Pero para ello tendr¨¢ que convencer a conservadores y a la Unidad Nacional de que ¨¦l, y no ¡®el candidato de Uribe¡¯, tiene la baza para vencer a Petro y al mismo tiempo cumplir con el consiguiente reparto de poder que vendr¨ªa despu¨¦s de la victoria.
Son estas mismas bases las que ayudar¨ªan a Sergio Fajardo, en un acercamiento con De la Calle que no acaba de cuajar. Para ambos candidatos, sumar todo el espectro de centro regeneracionista e izquierda ser¨ªa la ¨²nica manera de resultar viables a estas alturas. El problema, claro, es que se lo est¨¢n disputando con Petro, quien no tiene incentivo alguno para dejarlo pasar. Se trata de un problema de coordinaci¨®n entre izquierda populista y progresismo moderado que se da hoy d¨ªa en pr¨¢cticamente todas las democracias occidentales. Colombia no es una excepci¨®n.
As¨ª que, en esencia, los dos relatos guardan su parte de verdad. La polarizaci¨®n existe, pero su reflejo partidista no es dual, sino fragmentado: muchas formaciones con la capacidad para alinearse en dos bloques diferenciados, que suelen resumirse en el ¡°s¨ª¡± y el ¡°no¡±, en el uribismo y su ant¨ªtesis. Sirva este mapa doble realizado por el Observatorio de Representaci¨®n Pol¨ªtica de la Universidad del Rosario como reflejo r¨¢pido pero certero.?
Dentro de estos bloques se encuentran las plataformas electorales. Algunas son representaciones puras y extremas de estas posiciones, como el Centro Democr¨¢tico o la Alianza Verde. Otras ocupan ¨¢mbitos m¨¢s grises y flexibles. En su modo de funcionar, esta divisi¨®n recuerda a la antigua fractura liberal-conservadora, donde los dos partidos dominantes eran tambi¨¦n casa de luchas internas y alianzas cambiantes m¨¢s que organizaciones piramidales y disciplinadas. La forja de estas coaliciones es hoy d¨ªa m¨¢s compleja, si cabe, porque lo que antes se resolv¨ªa en casa ahora tiene que esperar al veredicto de las urnas. Como el que se ha emitido en esta compleja elecci¨®n m¨²ltiple. Ahora empieza la campa?a presidencial, y con ella se reabre el mercado de las alianzas.
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