Lula y una mancha estructural
El pa¨ªs sudamericano dio un paso muy alentador en la lucha por la transparencia y la consagraci¨®n de la igualdad ante la ley tras encarcelar al expresidente
Que Luiz Inacio Lula da Silva est¨¦ preso significa que Brasil dio un paso muy alentador en la lucha por la transparencia y la consagraci¨®n de la igualdad ante la ley. Ese ¨¦xito no disimula las delicad¨ªsimas inc¨®gnitas que se agregan ahora a la vida p¨²blica brasile?a, dominada por el proceso Lava Jato. En toda Am¨¦rica Latina se est¨¢ verificando el impacto de la descomposici¨®n moral sobre la estabilidad pol¨ªtica. Esa patolog¨ªa ha adquirido rasgos de cronicidad. Un mal del que la regi¨®n deber¨¢ curarse con urgencia. Como lo fue, hace d¨¦cadas, el golpismo militar. No deber¨ªa sorprender, por lo tanto, que el tema principal de la Cumbre de las Am¨¦ricas que se celebrar¨¢ esta semana en Lima sea la corrupci¨®n. Ser¨¢ la primera incursi¨®n de Donald Trump en la regi¨®n. Y la ¨²ltima de Ra¨²l Castro.
Que el sistema judicial brasile?o no se haya detenido frente a quien, por su trayectoria, es el pol¨ªtico m¨¢s importante del pa¨ªs, es una se?al promisoria. Y un aviso sobre las dificultades que enfrenta el proceso electoral. Lula registra una intenci¨®n de voto que fluct¨²a, seg¨²n la encuesta, entre el 20% y el 30%. Su peripecia judicial a¨²n no concluy¨®. No puede descartarse por completo que el Superior Tribunal Federal (STF), que le neg¨® un h¨¢beas corpus, revise la doctrina seg¨²n la cual un imputado puede ser llevado tras las rejas una vez que se le conden¨® en segunda instancia. As¨ª y todo, el expresidente no podr¨ªa postularse. ?A qui¨¦n beneficia esa exclusi¨®n? En el campo de la izquierda aparece Ciro Gomes, del Partido Democratico Trabalhista. Tambi¨¦n Manuela D¡¯Avila, del Partido Comunista, y Guilherme Boulos, de PSOL, ambos aliados del PT. Sin embargo, parece imposible que el partido de Lula carezca de un candidato propio, detr¨¢s del cual incorporar dirigentes propios al Congreso. Podr¨ªa ser Fernando Haddad, exalcalde de San Pablo. Todo es incierto.
El otro enigma es el efecto de la prisi¨®n de Lula sobre el centro y la derecha. En especial sobre el presidente, Michel Temer. Podr¨ªa presumirse que, para demostrar que sus investigaciones no est¨¢n sesgadas por la ideolog¨ªa, la Justicia avance sobre el oficialismo. Lula y Temer son, desde este punto de vista, socios. Hubo un indicio de esa convergencia. A comienzos de marzo, Lula elogi¨® a Temer por haber resistido con coraje "un golpe de Estado de la cadena O Globo". Se refer¨ªa a la denuncia del arrepentido Joesley Batista, acusando al presidente de habilitar el pago de sobornos a un diputado oficialista. Hasta ese momento, el golpe lo hab¨ªa dado Temer contra Dilma. La idea de que la democracia brasile?a est¨¢ siendo amenazada por los medios de comunicaci¨®n, sobre todo por O Globo, es el eje principal de la narrativa del PT.
Como quien puede lo m¨¢s puede lo menos, la actividad judicial podr¨ªa alcanzar tambi¨¦n al PSDB, aliado de Temer. Sobre su ¨²ltimo candidato presidencial, Aecio Neves, pesan acusaciones grav¨ªsimas de corrupci¨®n. Y su candidato actual, Geraldo Alckmin, quien acaba de abandonar la gobernaci¨®n del estado de Sao Paulo, debe responder por las acusaciones de sobornos contra Paulo Preto, un exdirector de autopistas. La situaci¨®n de Preto inquieta a otras figuras del PSDB, como Jos¨¦ Serra y el actual canciller Aloysio Nunes de Oliveira, que rechazan cualquier vinculaci¨®n.
?Habr¨¢ un movimiento com¨²n para frenar el Lava Jato? Muchos dirigentes est¨¢n interesados en una revisi¨®n de la jurisprudencia del STF, que permita la libertad de los que ya fueron condenados en segunda instancia.
Un interrogante inevitable es si la multiplicaci¨®n de sanciones frenar¨¢ a Jair Bolsonaro. Este exmilitar, que lidera una fuerza antisistema, est¨¢ segundo en las encuestas a fuerza de denunciar impunidad. Bolsonaro navega sobre la ola de indignaci¨®n contra la inmoralidad pol¨ªtica. Netflix vio el fen¨®meno y lanz¨® la serie El Mecanismo, que reproduce, con bastantes licencias literarias, el proceso Lava Jato. All¨ª son reconocibles Lula, Dilma, Temer y el juez Moro. El ciclo, dirigido por Jos¨¦ Padilha, el creador de Narcos y Tropa de Elite, es promovido en los aeropuertos con locales que simulan tiendas de productos para esconder dinero clandestino. Sobre este paisaje se recorta, amenazante, el neofascista Bolsonaro.
La imagen de Lula entrando a la c¨¢rcel se integra a un ¨¢lbum preocupante de pol¨ªticos enchastrados por la corrupci¨®n. En Per¨², Ollanta Humala est¨¢ preso; Alejandro Toledo, pr¨®fugo; y Pedro Pablo Kuczynski abandon¨® la Presidencia lastimado por denuncias, que ¨¦l rechaza. El vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, dej¨® el cargo por su relaci¨®n con Odebrecht. En Colombia, Juan Manuel Santos y ?lvaro Uribe, enemigos ac¨¦rrimos, son acusados de haber recibido fondos de esa empresa para sus campa?as. Dos hijos del presidente paname?o Ricardo Martinelli est¨¢n bajo la lupa por aceptar sobornos. Nicol¨¢s Maduro fue acusado por Marcelo Odebrecht de recibir coimas, pero, como era de esperar, los fiscales no lo est¨¢n investigando. El ministro m¨¢s poderoso del ciclo kirchnerista en la Argentina, Julio De Vido, acaba de ser procesado por beneficiar a la multinacional brasile?a. Y un primo hermano de Mauricio Macri, ?ngelo Calcaterra, est¨¢ en la mira de los jueces por sus negocios con Odebrecht. El financiamiento electoral se vuelve turbio en pa¨ªses con econom¨ªas informales. La mancha se ha vuelto estructural.
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