La jubilaci¨®n del general Castro
El poscastrismo arranca este jueves con una transici¨®n parcial, sin sobresaltos, predecible a corto plazo
El poder provoca un placer en el ser humano que deviene en adicci¨®n as¨ª que, aunque solo fuera por eso, no es previsible el retiro de Ra¨²l Castro a la sombra de una palmera. La jubilaci¨®n del general, de 86 a?os, y su sustituci¨®n por Miguel D¨ªaz-Canel han reactivado las adivinanzas en torno a la posibilidad de que el nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, de 57 a?os, y jefe de las Fuerzas Armadas, tenga autonom¨ªa suficiente como para acometer las reformas que Cuba necesita para salir del subdesarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico. El poscastrismo arranca este jueves con una transici¨®n parcial, sin sobresaltos, predecible a corto plazo.
El voluntarismo presupone que el ungido ans¨ªa trasformaciones profundas, y que podr¨¢ acometerlas porque la permanencia de Castro al frente de la secretaria general del Partido Comunista (PCC) ser¨¢ puramente nominal, ya que sus intenciones son alejarse del mando y dedicarse al disfrute de los nietos y el descanso. La realidad es m¨¢s compleja. El jubilado con contrato de relevo aprovechar¨¢ el reposo sin descuidar el tim¨®n, atento a los posibles errores de juicio del legatario.
Ser¨¢ consultado en las decisiones importantes, y aparecer¨¢ y desaparecer¨¢, en la prensa, los despachos y las cumbres, cuando convenga. El margen de maniobra de D¨ªaz-Canel lo establecer¨¢ el conocimiento de las propias limitaciones, que son muchas. El gobernante em¨¦rito descansar¨¢ ojo avizor, sin acogotar al heredero, dej¨¢ndolo hacer, porque en ¨²ltima instancia cualquier desviaci¨®n alarmante le ser¨¢ comunicada por su hijo, Alejandro Castro Esp¨ªn, jefe del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, al que se subordinan los servicios de inteligencia.
La transparencia no es virtud de la Administraci¨®n cubana, ni en el Palacio de la Revoluci¨®n, ni en las ventanillas del catastro, por lo que solo queda atenerse a los hechos para descubrir qu¨¦ cabe esperar del nuevo gobernante a corto plazo. Continuidad y liberalizaciones socioecon¨®micas, s¨ª; contrarrevoluciones made in Gorbachov, ninguna.
Diaz-Canel no es un insurrecto, y quienes lo fueron en el v¨¦rtice del r¨¦gimen, todos de caf¨¦ con leche, acabaron mal. Su trayectoria no se ha caracterizado por las osad¨ªas, ni las conclusiones del ¨²ltimo congreso del partido las permiten. Cuba reforma sobre la marcha, aplicando el m¨¦todo de prueba y error, y la f¨®rmula seguir¨¢ vigente.
Las hostilidades diplom¨¢ticas con Estados Unidos, y la cuarentena de la distensi¨®n con Obama, influir¨¢n sobre las nuevas pol¨ªticas, necesariamente consensuadas con los celadores de la Constituci¨®n de 1976, cuyo art¨ªculo quinto define el partido como la fuerza superior de la sociedad y del Estado que organiza los esfuerzos comunes ¡°hacia los altos fines de la construcci¨®n del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista¡±.
El general observar¨¢ el desempe?o de D¨ªaz-Canel, cuya principal tarea, si cree en ella, ser¨¢ convencer al mentor de que despu¨¦s de 60 a?os de supervivencia y trinchera, los ideales revolucionarios tambi¨¦n pueden alcanzarse abriendo la mano y la Constituci¨®n.
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