Paraguay elige nuevo presidente sin expectativas de cambio
Oficialismo y oposici¨®n no cuestionan un modelo econ¨®mico que crece sin reducir la pobreza
Lleg¨® la hora de las urnas en Paraguay. Poco m¨¢s de 4 millones de personas elegir¨¢n este domingo al sucesor del conservador Horacio Cartes en medio de un clima notable de falta de expectativas y desencanto por la pol¨ªtica tradicional. Por un lado est¨¢ Mario Abdo Ben¨ªtez, del Partido Colorado, la agrupaci¨®n que desde hace 70 a?os domina la pol¨ªtica del pa¨ªs sudamericano. Por el otro, Efra¨ªn Alegre, del Partido Liberal, el otro jugador que compone el bipartidismo nacional. Las diferencias entre uno y otro candidato son apenas visibles. Los sondeos previos apuntan a un triunfo colorado, otra vez, mientras los liberales esperan que su alianza con Fernando Lugo alcance para repetir aquel excepcional triunfo de 2008.
Los paraguayos votan temprano. Los colegios electorales abren a las 7 de la ma?ana y cierran a las 4 de la tarde. La justicia electoral ha prometido que cuatro horas despu¨¦s ya se sabr¨¢ el nombre del nuevo Presidente. Los colorados est¨¢n convencidos de que la jornada confirmar¨¢ que son la principal fuerza pol¨ªtica de Paraguay y los liberales esperan dar la sorpresa, como hace 10 a?os, cuando el triunfo parec¨ªa imposible. Claro que los tiempos han cambiado. Am¨¦rica Latina ya no es ese espacio amigable para los partidos de izquierda y figuras como las de Lugo no despiertan las pasiones de anta?o.
La renovada alianza entre los liberales y los partidos progresistas del Frente Guas¨² de Lugo parece, adem¨¢s, contranatura. Llega tras el fracaso de aquella de 2008, que termin¨® con la destituci¨®n de Lugo con el voto de sus aliados. Pero un nuevo acuerdo ha sido inevitable. "El Partido Liberal no gan¨® nunca una elecci¨®n, salvo cuando se ali¨® con Lugo", dice Boccia Paz, columnista pol¨ªtico del diario ?ltima Hora. Lo mismo destaca la historiadora Milda Rivarola: "Los liberales tienen el 30% del electorado, nunca pudieron superar eso. Si no hacen alianzas no pueden ganar".
Del otro lado est¨¢ el partido Colorado, un movimiento sin ideolog¨ªa clara aunque conservador en sus ideas y conocedor de las pasiones pol¨ªticas que mueven al electorado. Es el partido que "siempre gana". "El problema es que en Paraguay tenemos un bipartidismo asim¨¦trico, donde siempre gana el mismo, aunque los dos coincidan en lo ideol¨®gico", dice Boccia Paz.
Para Rivarola, el origen de este poder hay que buscarlo en la naturaleza del Estado paraguayo, una estructura patrimonial que no diferencia entre lo p¨²blico y lo privado. "El Gobierno maneja el patrimonio como si fuera suyo. Los gobiernos paraguayos no se legitiman desde la transparencia o las pol¨ªticas sociales, sino desde su capacidad de cambiar favores por apoyo pol¨ªtico. Las pocas ayudas sociales que hay no se distribuyen como un derecho, sino como una ayuda partidaria. Y en el manejo del clientelismo, los colorados son mejores que los liberales", explica.
Si la legitimidad no viene de la pol¨ªtica, los candidatos apenas se esfuerzan por diferenciarse unos de otros. Sobre todo en un contexto donde la econom¨ªa crece ( 4,5%, seg¨²n las previsiones para este a?o), hay baja inflaci¨®n (1,1% desde enero) y las exportaciones de soja, principal fuente de divisas del pa¨ªs, no paran de subir. Pero hay un problema: la pobreza y la desigualdad no bajan. "Hay 28% de pobres y la mitad son ni?os. Esas cifras deber¨ªan darnos verg¨¹enza despu¨¦s de 15 a?os consecutivos de crecimiento. Este modelo tiene muy poco derrame, tiene que crecer demasiado para que apenas baje el empleo o se reduzca la desigualdad", explica la economista e investigadora Ver¨®nica Serafini.
El modelo es el de la apuesta por las exportaciones de soja - Paraguay ya es el quinto productor mundial, seg¨²n el Departamento de Agricultura de EEUU-, adem¨¢s de bajos impuestos para atraer inversores y apertura econ¨®mica. Sus efectos se ven en las calles de Asunci¨®n, donde sobran los autos de lujo y los nuevos barrios ricos del oeste de la ciudad viven un boom inmobiliario sin precedentes, con torres y centros comerciales enormes.
En ese contexto, los candidatos han prometido que renovar¨¢n la justicia, combatir¨¢n la corrupci¨®n y se ocupar¨¢n de los m¨¢s pobres, pero no habr¨¢ cambios en lo econ¨®mico. Tampoco han hablado de la desigualdad, pese a que es la segunda m¨¢s alta de Am¨¦rica Latina, despu¨¦s de Brasil, seg¨²n la Cepal. "Tanto Abdo como Alegre est¨¢n de acuerdo en que no van a tocar un modelo econ¨®mico que es exitoso y estable. Pero tampoco van a tocar la carga tributaria, que es la m¨¢s baja de la regi¨®n. El problema es que somos estables en lo macro y estables en la pobreza, estamos enfermos de estabilidad", ironiza Boccia Paz.
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