La UE lanza una ¨²ltima oferta a EE UU para evitar la guerra comercial
Bruselas ofrece ventajas a los coches estadounidenses si se retira la amenaza de aranceles
Europa apura el ¨²ltimo intento de evitar una guerra comercial con Estados Unidos. A dos semanas de que venza la tregua que el presidente Donald Trump concedi¨® al acero y al aluminio de la Uni¨®n Europea, los jefes de Estado y de Gobierno europeos se declaran dispuestos a mejorar los intercambios si Washington entierra para siempre la amenaza de aplicar aranceles. Bruselas se aviene a negociar cuatro cap¨ªtulos, entre ellos una mejora en el acceso de los coches estadounidenses al mercado europeo. A cambio, reclama que las empresas del club comunitario puedan optar a la contrataci¨®n p¨²blica en EE UU.
Entre la rotundidad francesa y la cautela alemana, la UE ha encontrado un punto medio que concita la adhesi¨®n de todos sus miembros. Europa considera que la relaci¨®n comercial entre ambos bloques, la m¨¢s intensa del mundo, es mejorable y est¨¢ dispuesta a hablar de aspectos concretos. Solo hay una condici¨®n previa inexorable: la retirada de la amenaza de aranceles. ¡°Si Estados Unidos quiere tratar a Europa como aliada, estamos dispuestos a hablar de varias cosas; si no, la UE defender¨¢ sus intereses¡±, ha resumido el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, al t¨¦rmino de la cumbre del club comunitario con los socios de los Balcanes celebrada en Sof¨ªa.
La Comisi¨®n Europea, con competencias exclusivas sobre pol¨ªtica comercial en la UE, present¨® en la cena de l¨ªderes del pasado mi¨¦rcoles cuatro elementos sobre los que discutir. El m¨¢s atractivo ¡ªtambi¨¦n el m¨¢s dif¨ªcil de pactar¡ª consiste en dar a Estados Unidos algunas ventajas en la exportaci¨®n de bienes industriales (incluidos los autom¨®viles, en los que Trump ha centrado sus demandas). Washington pide rebajar el arancel que la UE aplica a los coches estadounidenses del 10% actual al 2,5%. De esa forma, la penalizaci¨®n se equiparar¨ªa a la que soportan los veh¨ªculos europeos ¡ªmuy competitivos¡ª que se venden al otro lado del Atl¨¢ntico. Bruselas estar¨ªa dispuesta a concederlo, a cambio de una apertura de la Administraci¨®n Trump en el apartado m¨¢s atractivo para Europa: que sus empresas puedan vencer el proteccionismo estadounidense y concurrir all¨ª a algunas licitaciones p¨²blicas.
Resulta m¨¢s que dudoso que Washington acceda a una condici¨®n que no pudo lograrse en la negociaci¨®n del ambicioso tratado comercial que Bruselas ensay¨® con la Administraci¨®n de Barack Obama, el denominado TTIP. Pero adentrarse en este proceso puede al menos alejar la amenaza inmediata de los aranceles para Europa. Con m¨¢s prudencia que Macron ¡ªuna eventual guerra comercial perjudicar¨ªa m¨¢s a Alemania que a Francia¡ª, la canciller Angela Merkel ha destacado: ¡°Tenemos una posici¨®n com¨²n. Queremos una exenci¨®n permanente de los aranceles y entonces estaremos dispuestos a hablar sobre c¨®mo reducir de manera rec¨ªproca las barreras comerciales¡±.
Ventas de gas
M¨¢s all¨¢ del apartado industrial, la UE propone aumentar el volumen de gas natural licuado que Estados Unidos exporta desde hace unos a?os, gracias al desarrollo del fracking. Esas transacciones, ahora muy limitadas por barreras t¨¦cnicas, permitir¨ªan tambi¨¦n a la UE reducir la dependencia de suministradores como Rusia, que provee casi el 40% del gas que importa el club comunitario. Por ¨²ltimo, Bruselas ofrece pactar mejoras en las reglas de funcionamiento de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, que disgustan a Estados Unidos, y ensayar una convergencia regulatoria (por ejemplo, en la seguridad de los autom¨®viles) que reste trabas a los intercambios comerciales.
La gran inc¨®gnita reside en si estas perspectivas bastar¨¢n para que Trump renuncie a la guerra comercial con Europa. El presidente de la Comisi¨®n, Jean-Claude Juncker, no se atrevi¨® a aventurarlo. ¡°Veremos la reacci¨®n de Estados Unidos¡±, se limit¨® a decir. Los reveses propinados desde la llegada al poder del l¨ªder republicano ¡ªel ¨²ltimo, el del acuerdo nuclear con Ir¨¢n¡ª no resultan alentadores.
Fuentes comunitarias destacan que en este caso el inter¨¦s de la industria estadounidense es mayor y que eso puede aplacar la beligerancia del l¨ªder norteamericano. Tambi¨¦n ayuda que el marco planteado en esta ocasi¨®n resulta menos ambicioso que el del TTIP. Aun as¨ª, la UE se arriesga a sufrir un nuevo desplante por parte de un socio que ha dejado de comportarse como tal. ¡°Debemos hacernos respetar¡±, clam¨® el primer ministro belga, Charles Michel, uno de los gobernantes m¨¢s beligerantes con los vaivenes estadounidenses.
La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstr?m, abord¨® estas cuestiones con el secretario estadounidense de esa cartera, Wilbur Ross, el pasado martes. Y probablemente vuelvan a hacerlo antes de que venza el ultim¨¢tum del 1 de junio. Los intereses en juego son enormes. Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones europeas (16,9% del total) y el segundo pa¨ªs que m¨¢s vende a la UE (13,8%), seg¨²n datos de 2017.
Pero en ¨²ltima instancia, los l¨ªderes son conscientes de que la decisi¨®n definitiva solo depende de Trump. ¡°Este es hoy el principal problema de las relaciones trasatl¨¢nticas: que son imprevisibles¡±, ha concluido el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Bruselas activa el escudo del pacto nuclear
Bruselas activar¨¢ este viernes la primera herramienta de protecci¨®n para las empresas europeas que se vean perjudicadas por la retirada estadounidense del acuerdo nuclear con Ir¨¢n. Se trata de la norma ideada en 1996 ¡ªy actualizada ahora¡ª para blindar los intereses de las firmas de la UE cuando EE UU impuso sanciones extraterritoriales a los inversores en Cuba. Entonces no lleg¨® a utilizarse porque Washington dio marcha atr¨¢s.
El texto de aquel a?o instaba a las empresas a informar a Bruselas de cualquier contratiempo que puedan tener por las medidas estadounidenses y les daba garant¨ªas legales de que no tendr¨ªan que rendir cuentas ante ning¨²n juzgado ni organismo estadounidense que les persiguiera. Pese a todo, la efectividad de este instrumento es limitada. Porque las firmas afectadas pueden librarse de represalias legales, pero se arriesgan a perder su negocio en EE UU, en caso de que lo tengan. Bruselas admite las carencias de este escudo.
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