Orden jur¨ªdico y ¡®nom¨®sfera¡¯
No es posible ir colocando como Derecho cuanta ocurrencia se genere ni que, aquello que decida colocarse, lo sea con reflexi¨®n y capacidad
Si las posibilidades de construcci¨®n del mundo pasan por el lenguaje, podemos suponer que el cambio del primero pasa por la reinvenci¨®n del segundo. Aquello que con las palabras existentes se estime como dado, puede ser mirado de otra manera al denominarlo de modo diverso. Pienso en lo que pod¨ªa hacerse al hablarse de tierra, atm¨®sfera o mar. Habitarlas, explorarlas, circunnavegarlas, dominarlas. As¨ª fue como estuvimos vinculados con esas porciones de la realidad durante a?os. Al hablarse de tales inmensidades, la acci¨®n humana constituy¨® relaciones inversamente proporcionales. Era tan grande aquello de lo que se hablaba, que la acci¨®n del hombre no pod¨ªa ser significativa. La inmensidad acababa imponi¨¦ndose y absorb¨ªa actos que, por ende, no pod¨ªan ser perjudiciales. En tiempos m¨¢s recientes nos dimos cuenta de que no hab¨ªa infinitos. El lenguaje se ajust¨®.
Comenz¨® a hablarse de biosferas e hidr¨®sferas. Se acotaron los espacios. Pudimos entender la existencia de l¨ªmites y concebir topes funcionales. Arrojarlo todo, desecharlo todo, contaminaba las acotadas esferas. Se dejaba de lograr lo que se lograba. Se romp¨ªan cadenas biol¨®gicas o qu¨ªmicas. ?La conciencia cre¨® al lenguaje o fue este el que cre¨® a aquella? No lo s¨¦. Solo que cuando hubo nominaci¨®n fue posible hacer experiencia e iniciar acci¨®n. Cuando pudo hablarse de biosfera, pudo entenderse que hab¨ªa un espacio acotado para la vida y que era necesario cuidar sus finitos elementos para preservarlo.
Quienes trabajamos con el Derecho usamos las expresiones ¡°orden¡± o ¡°sistema jur¨ªdico¡± para referirnos a la m¨¢s amplia totalidad. Da igual si se trata de una denominaci¨®n que pretende cubrir ¨¢mbitos internacionales, regionales o nacionales. Se hablar¨¢ del ¡°orden internacional¡±, del ¡°sistema interamericano¡± o del ¡°orden jur¨ªdico holand¨¦s¡±. Al denominar as¨ª las cosas, nos quedamos con una imagen semejante a la atm¨®sfera y, con ello, con la idea de que esos ¨®rdenes o sistemas son infinitos o, al menos, inmensos. Despu¨¦s, viene la aceptaci¨®n de que al tener esa condici¨®n, es posible arrojarles todo, desperdiciar o acumular sin m¨¢s. Metaf¨®ricamente hablando, que con los ¨®rdenes jur¨ªdicos acontece algo semejante a con el mar. Que no importa cu¨¢ntas normas se le incorporen o cu¨¢ntas de mala calidad se creen o cu¨¢ntas personas incapaces de generar pr¨¢cticas jur¨ªdicas se nombren, mantendr¨¢ sus condiciones funcionales y generar¨¢ productos normativos eficientes y de calidad.
Desde hace d¨¦cadas sabemos que las capacidades del medioambiente son finitas. Que la depredaci¨®n afecta su desenvolvimiento y compromete su sustentabilidad y, finalmente, su existencia. No solemos pensar que los ¨®rdenes jur¨ªdicos se encuentran igualmente comprometidos por acciones contaminantes y depredadoras. Si comenzamos a hablar, no de ese grande y abstracto mundo de normas y pr¨¢cticas jur¨ªdicas, sino de una nom¨®sfera, de una esfera del nomos compuesta por diversos elementos, tal vez podamos entender que la misma tiene que ser cuidada. Que respecto de ella tienen que realizarse acciones de prevenci¨®n, de protecci¨®n, de limpieza y de reparaci¨®n. Que no es posible ir colocando como Derecho cuanta ocurrencia se genere ni que, adicionalmente, aquello que decida colocarse, lo sea con reflexi¨®n y capacidad.
En los tiempos modernos, el Derecho es el instrumento de ordenaci¨®n de las relaciones sociales e individuales. Del contenido de las normas y de las acciones que con ellas se realicen, depende el que sepamos en d¨®nde estamos en el mundo. Ser padre, trabajador, propietario, delincuente o mexicano, depende de lo que el Derecho finalmente disponga. Si la funci¨®n primordial de los ¨®rdenes jur¨ªdicos es formalizar la realidad, nuestro d¨ªa a d¨ªa, ?por qu¨¦ no preocuparnos por garantizar que est¨¦ en posibilidades de hacerlo? Si lo pensamos como algo m¨¢s cercano y m¨¢s complejo, como algo con lo que interactuamos a diario y de lo que, literalmente, nuestra vida depende, tendr¨ªamos m¨¢s cuidado en aceptar lo que para ¨¦l se pone y c¨®mo se pone. Pensarlo en t¨¦rminos de una nom¨®sfera es, me parece, un principio.@JRCossio
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