Memoria viva de los muertos sin nombre en Gaza
Entre los manifestantes palestinos abatidos por el Ej¨¦rcito de Israel solo unos pocos se han convertido en noticia. Sus familiares les recuerdan
Casi nadie recuerda en Gaza los nombres de los 129 manifestantes palestinos abatidos por los francotiradores del Ej¨¦rcito israel¨ª en la frontera en 10 semanas de protestas. Solo unos pocos casos han atra¨ªdo los focos de prensa, presumiblemente promovidos como s¨ªmbolos de las movilizaciones. Dos narrativas describen realidades antag¨®nicas a ambos lados de las vallas y los muros que separan Israel del enclave palestino, sometido a bloqueo y que ha sufrido tres guerras en la ¨²ltima d¨¦cada. Esta es la versi¨®n recogida en la Franja entre parientes de tres de los fallecidos por disparos de los soldados. Su memoria tal vez contribuya a poner nombre al resto.
Yaser Murtaya, 30 a?os.
Videoperiodista. Ciudad de Gaza.
Un mes despu¨¦s de que la bala disparada por un francotirador penetrara por uno de sus costados, en la ¨²nica zona del t¨®rax que no protegen los chalecos antibalas, los retratos del graduado en Imagen Yasir Murtaya siguen cubriendo la casa de su familia en el barrio de Tal al Hama de la capital gazat¨ª. Su hijo Abderram¨¢n, que a¨²n no ha cumplido los tres a?os, corretea por el pasillo. ¡°A veces me pregunta: ¡®?Sabes d¨®nde est¨¢ mi pap¨¢?¡¯; pero el ni?o apenas habla desde que muri¨® mi hermano¡±, relata Huda Murtaya, de 27 a?os y profesora de ingl¨¦s, en una vivienda de clase media que su padre, funcionario municipal, hab¨ªa empezado a construir para sus cinco hijos antes de morir.
¡°Yasir era el mayor; su energ¨ªa nos impulsaba a todos, ahora la casa parece vac¨ªa¡±, asegura la hermana del primer periodista muerto en la ola de protestas que estall¨® en Gaza el 30 de marzo. ¡°Todos nos ofrecieron su solidaridad, pero nadie nos ha ayudado¡±.
¡°?C¨®mo es posible que los soldados no vieran su c¨¢mara y la inscripci¨®n ¡®Prensa¡¯ rotulada en su chaleco?¡±, se pregunta Huda. Sin aportar pruebas, el ministro de Defensa de Israel, Avigdor Lieberman, defini¨® a Yasir Murtaya como ¡°un terrorista del brazo militar de Ham¨¢s, que manejaba un dron para espiar los movimientos de lo soldados¡±. El videoreportero hab¨ªa mostrado en las redes sociales su trabajo con tomas a¨¦reas para reportajes. Hab¨ªa sido detenido y apaleado hace dos a?os por la polic¨ªa de Ham¨¢s tras grabar im¨¢genes sin permiso. Tambi¨¦n recibi¨® una ayuda del Consulado de Estados Unidos en Jerusal¨¦n despu¨¦s de haber superado los ex¨¢menes de los servicios de seguridad norteamericanos.
Razan al Najar, 21 a?os.
Socorrista. Jan Yunis.
El piso de los Al Najar en la barriada de Josaah, en Jan Yunis, situada a un tiro de piedra de la frontera sureste israel¨ª, se ha iluminado con las fotograf¨ªas de homenaje a Razan, miembro de la ONG Sociedad Palestina de Asistencia M¨¦dica (PMRS, en sus siglas en ingl¨¦s) que muri¨® hace una semana tras recibir un tiro por la espalda cuando atend¨ªa a un herido cerca de la valla de separaci¨®n. ¡°No pudimos pagarle la universidad, pero ella se sac¨® todos los cursos de t¨¦cnico sanitario en el hospital¡±, explica Sabrin, madre de la joven, mientras su padre, Asharaf al Najar, y dos de sus cinco hermanos permanecen paralizados por el dolor y solo asienten con la cabeza. ¡°Era mi hermana, mi amiga, mi hija mayor¡±, prosigue desconsolada. ¡°?Por qu¨¦ la mataron?¡±.
Razan al Najar, que es mostrada por toda la ciudad de Rafah con alas de ¨¢ngel en fotograf¨ªas y dibujos, ten¨ªa vocaci¨®n sanitaria. A pesar de los gases lacrim¨®genos acudi¨® semana tras semana a las marchas de protesta en la l¨ªnea fronteriza cercana a su casa.
¡°?Hasta cu¨¢ndo va a seguir el resto del mundo en silencio?¡±, clama Sabrin. ¡°Mi hija solo es un caso m¨¢s. Espero que la justicia haga pagar estos cr¨ªmenes a quienes los cometieron¡±. La menuda matriarca de los Al Najar, cuyas gafas emergen del hiyab (velo) isl¨¢mico, asegura que vendi¨® el viernes su m¨®vil y un anillo para comprarse el chaleco de socorrista de la PMRS y el resto del equipo sanitario para ocupar el lugar de su hija en la frontera.
Israel, que ha abierto una investigaci¨®n sobre el caso, ha cuestionado a la socorrista voluntaria. ¡°No es un ¨¢ngel¡±, asegur¨® en Twitter Avichay Adrai, portavoz en lengua ¨¢rabe del Ej¨¦rcito. Tambi¨¦n difundi¨® un v¨ªdeo en el que Razan dice: ¡°Estoy en primera l¨ªnea y act¨²o como un escudo humano¡±. En la grabaci¨®n se la observa, adem¨¢s, arrojando lejos de la gente un bote de gas irritante que hab¨ªan lanzado los militares, lo que en Israel ha sido interpretado como ¡°implicaci¨®n en un conflicto de personal sanitario que debe permanecer neutral¡±. La frase completa que hab¨ªa sido pronunciada por la socorrista ante las c¨¢maras de un canal liban¨¦s, antes de ser editada, fue: ¡°Act¨²o como un escudo humano para proteger a los heridos dentro de las fronteras de Gaza¡±.
Haitam al Jamal, 14 a?os.
Estudiante de secundaria. Refah.
Era un chico tan normal y corriente que nadie parece recordar en el distrito de Brasilia de Rafah, en el extremo sur de la franja de Gaza, si le gustaba m¨¢s el f¨²tbol o ver la televisi¨®n. Su primo Momen al Jamal, de 17 a?os, se atreve a revelar que era muy buen estudiante.
Haitam ingres¨® en el hospital en coma a primera hora de la tarde del viernes con un impacto de bala que le hab¨ªa reventado el vientre. Falleci¨® poco despu¨¦s. Hab¨ªa acudido con su abuelo materno a la marcha de protesta, en una zona alejada de la valla, como en semanas anteriores.
En la mezquita Bader de Rafah, sus compa?eros del primer curso de secundaria rezaban alineados en el exterior con aire ausente poco antes de que una caravana f¨²nebre se pusiera en marcha con gritos de rabia y disparos al aire de Kal¨¢shnikov. Su abuelo paterno, Yalal al Jamal, de 77 a?os, rechaza la idea de que el muchacho no deber¨ªa de haber acudido a la protesta: ¡°Es nuestro derecho pac¨ªfico, no nos lo puede quitar nadie¡±. No hay versi¨®n israel¨ª sobre la muerte del chico.
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