Colombia: un pa¨ªs distinto
Si Duque no hubiera sido el candidato menos agresivo para los votantes indecisos, no habr¨ªa ganado esta batalla de miedos
Una propuesta de izquierdas ajena a los partidos tradicionales ha logrado ocho millones de votos en Colombia. En la primera vuelta, una plataforma de centro progresista alcanz¨® los cuatro millones y medio, sumando m¨¢s de nueve junto a la primera. La victoria, la presidencia, ha reca¨ªdo sobre el candidato m¨¢s moderado y m¨¢s limpio de todo el men¨² que ten¨ªa a su disposici¨®n un expresidente que tuvo que quedarse sentado, en segundo plano, durante la celebraci¨®n de la noche electoral. El m¨¢s asociado con el establishment ni siquiera alcanz¨® el 8%: ni las maquinarias ni la opini¨®n (si es que marcar una divisi¨®n entre ambas tiene sentido) le dieron su confianza.
Por todo ello, Colombia ya es un pa¨ªs distinto.
Un pa¨ªs que recoger¨¢ Iv¨¢n Duque, que logr¨® ampliar la coalici¨®n del ¡°no¡±, o del uribismo (que tuvo 6.5 millones en 2016, y 6.9 millones en 2014). Hay tres maneras de leer esto: una, la simple (casi simplista), vendr¨ªa a decir que el uribismo gana adeptos. Otra, probablemente m¨¢s ajustada a la realidad e igualmente popular, atribuir¨ªa la victoria de Duque al miedo a Petro: el "argumento Venezuela" ha funcionado, y le ha dado esos votos extra. Sin embargo, la tercera explicaci¨®n es necesaria para que la segunda tambi¨¦n sea cierta: si Duque no hubiera sido el candidato m¨¢s centrado, menos agresivo para los votantes indecisos, no habr¨ªa ganado esta particular batalla de miedos en que se ha convertido la segunda vuelta.
En definitiva, el n¨²cleo duro del uribismo tiene que aceptar que sus dudas sobre la idoneidad de Duque como candidato eran infundadas. Sin embargo, ahora vendr¨¢n las cuestiones sobre el Duque presidente. Y sobre ¨¦l, como candidato que ha logrado aunar a la derecha y al centro-derecha, pender¨¢ una duda que es al mismo tiempo una amenaza que tiene dos ejecutores. La duda es si, o cu¨¢nto, se va a distanciar Duque de Uribe. Quiz¨¢s se da un volteo tan radical como el de Santos en el ciclo 2010-2014, que reconfigur¨® toda la pol¨ªtica colombiana al traicionar a su padrino, el expresidente. Pero es posible tambi¨¦n que todos, incluso el propio Uribe, haya descontado cierto giro. Pero, ?hasta d¨®nde? Y aqu¨ª entra la amenaza: si no se mueve tanto como esperan sus votantes moderados, quiz¨¢s su plataforma sufra un castigo en 2022. Pero si se mueve demasiado, tal vez otros se sientan traicionados. Duque es, en no poca medida, una caja de esperanzas para una coalici¨®n m¨¢s heterog¨¦nea de lo que parece a simple vista.
Colombia es tambi¨¦n un pa¨ªs en el que un candidato de izquierda puede alcanzar m¨¢s de un 40% de los sufragios. Aunque pase a la segunda vuelta por s¨®lo 300.000, esto significa que una parte importante (si bien no mayoritaria) de los votantes progresistas est¨¢n dispuestos a ponerse detr¨¢s de una propuesta en el extremo del espectro pol¨ªtico. Es cierto que, probablemente, muchos de ellos llegar¨¢n ah¨ª sin entusiasmo y con dudas. El apoyo de dos miembros clave del centro regeneracionista como Claudia L¨®pez y Antanas Mockus habr¨¢ sido importante para disipar parte de las mismas. As¨ª que ahora, en la oposici¨®n, se abre una din¨¢mica que durante cuatro a?os combinar¨¢ cooperaci¨®n y conflicto.
Gustavo Petro cuenta con la impresionante cifra de la primera vuelta y con el recientemente aceptado puesto en el Senado que le dar¨¢ una plataforma medi¨¢tica sin par. Mientras, el centro (sea Fajardo quien lo siga representando, sea otro) tendr¨¢ en su mano los votos que gan¨® en primera vuelta. Ambos comparten el inter¨¦s en derrocar a la derecha, pero discrepan en c¨®mo hacerlo, y sobre todo en qu¨¦ hacer una vez lo logren. Estas diferencias son demasiado grandes y demasiado evidentes como para que desaparezcan en tres semanas, o en cuatro a?os. Pero la verdad es que Petro gan¨® dos veces en ese periodo de tiempo: una, cuando realmente sobrepas¨® al centro. Otra, cuando alcanz¨® el umbral psicol¨®gico del 40%. De ah¨ª la esperada combinaci¨®n de cooperaci¨®n y conflicto: un resultado m¨¢s pobre de Petro le habr¨ªa dado alas a sus rivales, pero habr¨ªa hecho falta una diferencia mayor el 27 de mayo para darle a la izquierda el reinado indiscutible de la oposici¨®n. Esta lucha solapada tendr¨¢ como primera meta volante las elecciones locales y regionales de octubre de 2019.
En definitiva, Colombia es un pa¨ªs donde las luchas ideol¨®gicas dentro de cada bloque (el conservador, que ahora est¨¢ en el gobierno, y el progresista, que ocupar¨¢ la oposici¨®n) van a definir los pr¨®ximos cuatro a?os. Lo cual reproduce en cierta medida las din¨¢micas de la largu¨ªsima campa?a que llev¨® al pa¨ªs a la primera vuelta, a la que probablemente ha sido la elecci¨®n m¨¢s plural de la historia de la Rep¨²blica. Tambi¨¦n la m¨¢s pac¨ªfica en medio siglo. Y ambos factores est¨¢n ¨ªntimamente relacionados. Porque el pa¨ªs contin¨²a embarcado en un ciclo que ha abierto la pol¨ªtica. Lo ha hecho, por un lado, a segmentos e ideas tradicionalmente excluidos (como la izquierda). Pero, por otro, ha profundizado en una fragmentaci¨®n de las ¨¦lites establecidas que tambi¨¦n favorece la multiplicaci¨®n de perspectivas. En otras palabras: si todo sigue como hasta ahora, Colombia ser¨¢, cada vez m¨¢s, un pa¨ªs plural.
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