La varita m¨¢gica de Macron ya no obra milagros
El presidente franc¨¦s empieza a dar signos de desgaste, en Francia y en Europa, pese al avance imparable de sus reformas
Emmanuel Macron empieza a bajar de la nube en la que se instal¨® hace un a?o cuando gan¨® la elecci¨®n presidencial.
El presidente franc¨¦s sigue gobernando sin una oposici¨®n capaz de plantarle cara y acaba de derrotar a los sindicatos en el pulso por la reforma de los ferrocarriles p¨²blicos. Pero el ¨ªmpetu imparable del nuevo presidente, que en unos meses transform¨® el paisaje pol¨ªtico franc¨¦s hasta llegar al poder, muestra signos de agotamiento.
Las dificultades para refundar Europa, evidenciadas en la ¨²ltima cumbre en Bruselas, o la sucesi¨®n en Francia de pol¨¦micas nimias en apariencia, amenaza con erosionar la imagen presidencial. La varita m¨¢gica de Macron ya no obra milagros.
El proyecto macroniano para refundar la Uni¨®n Europea choc¨® en el Consejo Europeo del jueves y el viernes con la realidad de una UE en la que el presidente franc¨¦s se enfrenta a como m¨ªnimo dos coaliciones adversas. Una es la de los pa¨ªses n¨®rdicos reacios a sus planes para remodelar el euro. La otra, la de la coalici¨®n de nacionalistas de la Europa central y oriental, ahora ampliada a Italia.
Ni el fr¨¢gil acuerdo para cerrar la crisis pol¨ªtica por la inmigraci¨®n ni el t¨ªmido inicio de reforma del euro parecen a la altura de las ambiciones iniciales del presidente franc¨¦s para transformar la UE.
A Macron le ha costado estos meses persuadir a Merkel, bajo presi¨®n de la derecha alemana, y tambi¨¦n ha descubierto los l¨ªmites de la seducci¨®n con l¨ªderes como Donald Trump. De nada ha servido el charme del franc¨¦s con el presidente de Estados Unidos. Ni en el cambio clim¨¢tico, ni en Ir¨¢n, ni en el comercio internacional, ni en ninguno de los contenciosos con los europeos, Trump no ha cedido ni un mil¨ªmetro.
En Francia, el presidente franc¨¦s exhibe un balance mejor. El sistema presidencialista de la V Rep¨²blica y su hegemon¨ªa parlamentaria le otorgan poderes casi plenos para reformar, sin m¨¢s oposici¨®n que la de las protestas en la calle. Las reformas m¨¢s delicadas ¡ªla del mercado laboral y la de los ferrocarriles, el tipo de reformas hac¨ªa tambalear gobiernos¡ª se ha aprobado sin contratiempos. Y han debilitado a los sindicatos, que el macronismo considera como uno de los factores de bloqueo de la sociedad francesa.
Pero, como escribe en Le Monde el experimentado cronista G¨¦rard Courtois, se observa un "cambio de clima" en la actitud de los franceses respecto a su presidente. Ya no existen los estados de gracia ¡ªy un repaso a las hemerotecas muestra que, si con Macron existi¨®, se dio por acabado unas semanas despu¨¦s de llegar al El¨ªseo en mayo de 2017¡ª pero quiz¨¢ s¨ª, como dice Courtois, los "estados de indulgencia". Y el de Macron se difumina d¨ªa a d¨ªa. "Ahora", escribe Courtois, "quienes s¨®lo se sent¨ªan irritados por el jefe de Estado ya no le aguantan. Agobia a quienes le daban el beneficio de la duda. Decepciona a una parte de aquellos a quienes seduc¨ªa. Desencanta a los entusiastas".
No se ha producido una crisis real, ni ¨¦l ha cometido un error de calado que expliquen el fin del estado de gracia o de indulgencia. Es m¨¢s bien una suma de gestos y actitudes. La afici¨®n del presidente a la frase ingeniosa y provocadora?¡ªsu menci¨®n a la "pasta loca" que supuestamente Francia gasta en subsidios¡ª le pasa factura. Las escenas de encuentros con franceses de a pie, filmadas y difundidas por el El¨ªseo, han dejado de caer en gracia. Lo que hace unos meses pod¨ªan parecer gestos de audacia ahora lo son de arrogancia. Ocurri¨® con el reciente encontronazo con un adolescente que le llam¨® Manu, y al que el presidente rega?¨® dici¨¦ndole que deb¨ªa llamarle "se?or presidente de la Rep¨²blica", o "se?or".
Macron quer¨ªa resacralizar la presidencia tras los a?os de Fran?ois Hollande, el presidente que se sent¨ªa inc¨®modo con los oropeles. Las pol¨¦micas de bajo vuelo humanizan, quiz¨¢ demasiado, la presidencia jupiterina, o mon¨¢rquica, que ¨¦l hab¨ªa concebido. Un rey nunca deber¨ªa sentir la necesidad de recordar que es el rey. Tampoco la hiperactividad contribuye a la resacralizaci¨®n: rodeado de ministros, en general, menos brillantes que ¨¦l, el presidente acaba dando y recibiendo todos los golpes.
"Nada es definitivo, nada est¨¢ decidido", escribe el director del diario Lib¨¦ration, Laurent Joffrin, en un art¨ªculo titulado Alerta meteorol¨®gica sobre la macron¨ªa. Y as¨ª es. Macron pierde puntos en los sondeos, pero sigue rondando el 40%. Sus votantes?¡ªsobre todo los de centroizquierda¡ª se inquietan, pero no emerge un l¨ªder que le haga sombra. Hay dudas sobre su manera de ejercer el poder, pero es el primer presidente en d¨¦cadas que impone reformas en el pa¨ªs irreformable casi por definici¨®n.
El fin del estado de gracia no significa que haya ca¨ªdo en desgracia, pero el tiempo en que todo se le perdonaba ¡ªen Francia y en Europa¡ª se acaba.
La oposici¨®n no levanta cabeza
La ventaja de Emmanuel Macron y su partido, La Rep¨²blica en marcha, es la ausencia de alternativa. Su ascenso al poder en 2017 desarbol¨® el sistema de partidos, y estos no se han recuperado. La derecha tradicional de Los Republicanos se escora a¨²n m¨¢s a la derecha. Liderados por un pol¨ªtico de ley y orden, Laurent Wauquiez, intentan disputarle el terreno al Frente Nacional, la vieja fuerza ultra que se ha rebautizado como Reagrupamiento Nacional. Lo sigue dirigiendo la hija del fundador, Marine Le Pen, que intenta construir puentes con otros grupos de la derecha dura. A la izquierda, Macron tiene el Partido Socialista, del que provienen millones de sus votantes y algunos de sus ministros, y que, con el pragm¨¢tico Olivier Faure como primer secretario, intenta reordenarse para resucitar volver a ser lo que fue. M¨¢s a la izquierda, La Francia Insumisa de Jean-Luc M¨¦lenchon se ha convertido en la oposici¨®n m¨¢s met¨®dica y la que m¨¢s se escucha en la Asamblea Nacional y los medios de comunicaci¨®n. Las elecciones europeas de 2019 ser¨¢n la primera prueba en las urnas. Para Macron, y para el nuevo paisaje pol¨ªtico franc¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.