De 90 a 80 km/h: la reducci¨®n de la velocidad que divide Francia
La medida entra en vigor este domingo con una fuerte oposici¨®n y un debate sobre la fractura territorial
La medida parece anecd¨®tica, una decisi¨®n tecnocr¨¢tica que, mirada desde la distancia, podr¨ªa ser un mero tr¨¢mite. Pero la reducci¨®n de la velocidad m¨¢xima en las carreteras de Francia, de 90 a 80 km/h, se ha convertido en uno de estos asuntos en los que se proyectan diferencias ideol¨®gicas, geogr¨¢ficas y culturales m¨¢s profundas. La medida, que entra en vigor este domingo con una mayor¨ªa de franceses en contra, probablemente ayudar¨¢ a reducir la mortalidad, pero representa para muchos afectos una medida elitista y centralista que perjudica a la Francia de provincias y rural.
La reducci¨®n afecta a 400.000 kil¨®metros de carreteras nacionales y departamentales sin separador central. Es decir, aquellas con dos carriles separados por una l¨ªnea. Son las m¨¢s letales, donde se produce la mayor¨ªa de muertes en carretera. Una reducci¨®n de 10km/h en la velocidad m¨¢xima puede reducir entre 300 y 400 muertes anuales y hasta 5.000 heridos graves, seg¨²n datos esgrimidos por el primer ministro ?douard Philippe, que en enero anunci¨® la medida ante la oposici¨®n, incluso, de miembros de su Gobierno.
De la efectividad de la reducci¨®n de la velocidad parecen quedar pocas dudas. Pero la medida se cuestiona tambi¨¦n por su simbolismo. Es un s¨ªmbolo, para sus detractores, del car¨¢cter arbitrario de las decisiones adoptadas en Par¨ªs ¡ªpor personas que se desplazan en transporte p¨²blico o bicicleta, si no en coche oficial¡ª y que afectan a todo el territorio. Y resume muchos de los malentendidos entre la Francia urbana, cosmopolita y global, y la llamada Francia perif¨¦rica de las peque?as ciudades y los pueblos.
El soci¨®logo Christophe Guilluy, que populariz¨® el t¨¦rmino de la Francia perif¨¦rica en un libro del mismo t¨ªtulo, explica en un correo electr¨®nico que esta es la Francia en la que se aplicar¨¢ la medida, la Francia de los ¡°territorios perdedores de la mundializaci¨®n, donde el empleo desaparece, donde los servicios p¨²blicos desaparecen, donde el Estado tiende a apartarse¡±. ¡°Sus habitantes¡±, a?ade, ¡°creen que esta medida contribuir¨¢ todav¨ªa m¨¢s a su descenso de ingresos, porque pagar¨¢n m¨¢s multas, y correr¨¢n el riesgo de perder puntos y por tanto su carn¨¦ de conducir. Porque son las categor¨ªas m¨¢s modestas las que usan rutas secundarias, y no los habitantes de las metr¨®polis, y las que toman el coche para ir a trabajar o a sus actividades de ocio¡±. La medida, concluye Guilluy, ¡°ahonda un poco m¨¢s a fractura entre los territorios ganadores y los territorios perdedores, que son los de la Francia perif¨¦rica¡±.
El primer ministro Philippe ha querido hacer de la reducci¨®n de la velocidad un emblema: cuando una medida es justa, y est¨¢ justificada, hay que aceptarla. ¡°Si para salvar vidas hay que ser impopular¡±, ha dicho, ¡°acepto serlo¡±.
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