May trata de suavizar el Brexit para desbloquearlo en una jornada decisiva
La primera ministra se enfrenta a conatos de rebeli¨®n del sector euroesc¨¦ptico en una crucial reuni¨®n con su Gobierno para consensuar el modelo de relaci¨®n futura que quiere con la UE
En la recta final de las negociaciones del Brexit, Theresa May tiene ante s¨ª una ardua tarea: desmontar la utop¨ªa construida por los euroesc¨¦pticos y reconocer que la salida de la UE nunca podr¨¢ producirse en los t¨¦rminos fantasiosos que se vendi¨® al electorado. Esa es la v¨ªa, como se ha encargado de recordar en las ¨²ltimas semanas todo el mundo empresarial, para evitar un importante da?o econ¨®mico al pa¨ªs. El coste ¡ªde ah¨ª el paralizante juego de equilibrios que viene protagonizando May desde que perdi¨® la mayor¨ªa absoluta el a?o pasado¡ª?es la posibilidad de romper su Gobierno y su partido. Este viernes, en una reuni¨®n crucial con su Gabinete para ¡°acordar la forma de la futura relaci¨®n con la UE¡±, se comprobar¨¢ si es un riesgo real o no.
La hemeroteca es inclemente con los guardianes de las esencias del Brexit. Reino Unido podr¨¢ negociar ¡°una zona de libre comercio mucho m¨¢s extensa que la UE para 2018¡±, escribi¨® David Davis, ministro del Brexit, en julio de 2016. Un a?o m¨¢s tarde, el titular de Comercio Internacional, Liam Fox, predijo que el nuevo acuerdo comercial de Reino Unido con la UE ser¨ªa ¡°uno de los m¨¢s f¨¢ciles de la historia¡±. El ba?o de realidad es evidente. Quedan apenas tres meses para que el acuerdo de salida deba estar listo, con margen suficiente para que puedan votarlo en la UE y en el Parlamento brit¨¢nico, y el acuerdo comercial futuro ni est¨¢ ni se le espera. Por no haber, ni siquiera hay consenso en el Gobierno brit¨¢nico sobre c¨®mo quieren que sea, a grandes rasgos, esa relaci¨®n futura.
Eso es lo que Theresa May tratar¨¢ de arreglar, una vez m¨¢s, este viernes en su residencia de campo de Chequers (Buckinghamshire), donde ha convocado a los miembros del Gobierno para presentarles su nuevo plan. Un boceto de la relaci¨®n que desea que Reino Unido tenga con la UE tras el Brexit, que quiere publicar y compartir con Bruselas la semana que viene. Se trata de una Tercera v¨ªa o, en una muestra de las contorsiones del lenguaje a las que obliga la profunda divisi¨®n en su Gobierno, un ¡°acuerdo de aduanas facilitadas¡±.
El plan, por lo que se sabe hasta ahora, contiene elementos de las dos propuestas anteriores elaboradas por el Gobierno, que lo describe como ¡°lo mejor de los dos mundos¡±, en la medida en que combina el comercio sin barreras con la UE con la libertad de Reino Unido para fijar sus propios aranceles. La idea es que a los bienes que lleguen a Reino Unido se les aplicar¨¢ el arancel que fije Londres. Y a las mercanc¨ªas que pasen por Reino Unido pero cuyo destino sea la UE, se les aplicar¨¢ el arancel europeo, potencialmente mayor, que ser¨¢ remitido a Bruselas. El funcionamiento del plan, explica el Gobierno, requiere una tecnolog¨ªa que a¨²n no existe o no ha sido probada, para evitar que los puertos brit¨¢nicos se conviertan en para¨ªso del contrabando.
Lo esencial de la propuesta de May es que perseguir¨ªa un ¨¢rea de libre comercio con la UE en bienes (en servicios el plan est¨¢ a¨²n menos maduro), en la que Reino Unido continuar¨ªa totalmente alineado con la normativa europea para evitar controles fronterizos. Salvar¨ªa as¨ª el delicado asunto de la frontera terrestre con Irlanda, y no perder¨ªa la posibilidad de firmar sus propios acuerdos comerciales con terceros pa¨ªses. Pero eso implicar¨ªa que el Parlamento brit¨¢nico b¨¢sicamente copiar¨ªa la normativa europea a la suya propia, sin haber participado en su elaboraci¨®n. Algo que, claro, no tiene mucho que ver con el plan que los defensores del Brexit vendieron a sus votantes.
He ah¨ª el dilema al que se enfrenta el sector duro en la reuni¨®n del viernes: aceptarlo y continuar la lucha desde dentro, o rebelarse y tratar de derribar a May sin ninguna garant¨ªa de ¨¦xito. El c¨®nclave ser¨¢ la prueba definitiva del poder de los rebeldes.
La cita en Chequers ha estado precedida por los rituales previos ya habituales del sector duro: advertencia del diputado Jacob Rees-Mogg, cabecilla del euroescepticismo m¨¢s recalcitrante, de que May est¨¢ traicionando la esencia del Brexit; defensa p¨²blica a Rees-Mogg por parte de Boris Johnson, ministro de Exteriores, despu¨¦s de las consiguientes cr¨ªticas del sector moderado; carta de David Davis a May ¡°filtrada¡± al conservador The Daily Telegraph, en la que el titular del Brexit le advierte a la primera ministra de que pierde el tiempo, porque Bruselas nunca aceptar¨¢ una propuesta como la suya.
Pero esta vez el sector duro ha ido todav¨ªa m¨¢s lejos. Boris Johnson convoc¨® el jueves en el Foreign Office a siete ministros de su bando para discutir sobre sus preocupaciones y su estrategia para la reuni¨®n que empieza este viernes a las 10.00 en la residencia de campo de la primera ministra en Buckinghamshire.
El sector m¨¢s proeuropeo, liderado por el ministro de Econom¨ªa, Philip Hammond, y respaldado por las voces de alarma que se han sucedido en las ¨²ltimas semanas en el mundo empresarial, tambi¨¦n se muestra dispuesto a dar la batalla. Y la propia primera ministra tampoco ha estado parada: en un intento de fortalecer su propuesta, el jueves se reun¨ªa en Berl¨ªn con la canciller Angela Merkel. ¡°La primera ministra confirm¨® que ma?ana [por este viernes] el Gobierno tomar¨¢ en consideraci¨®n y decidir¨¢ un avance sustancial, que permitir¨¢ que aumente la velocidad y la intensidad de las negociaciones¡±, explica un portavoz.
May sabe que es necesario consensuar este viernes una postura para poder desbloquear las negociaciones. Los rebeldes guardianes del Brexit deber¨¢n decidir si permiten que siga el juego o si rompen la baraja.
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