¡°Asistimos a un renacimiento conservador¡±
El pensador que inspira a pol¨ªticos y activistas de la ultraderecha alemana cree que los refugiados y los estragos de la globalizaci¨®n provocar¨¢n un giro ideol¨®gico hist¨®rico
G?tz Kubitschek (Ravensburg, 1970) es el hombre que mueve los hilos de las nuevas derechas extremistas en Alemania. Ide¨®logo y activista, ejerce desde su peque?a editorial, Antaios, una enorme influencia sobre partidos como Alternativa por Alemania (AfD), o movimientos como Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamizaci¨®n de Occidente)?o el identitario alem¨¢n. A ¨¦l le gusta definirse como ¡°el generador de ese susurro que est¨¢ detr¨¢s de cada partido¡±, o como ¡°una bola blanca de billar que, al golpear a otra de refil¨®n, acaba meti¨¦ndola en el agujero¡±, explica durante un almuerzo en un restaurante en Dresde, en el este de Alemania.
Kubitschek y su mujer, la escritora Ellen Kositza, han instalado su base de operaciones en Schnellroda, un enclave rural del este de Alemania, frecuentado por el universo de las nuevas derechas. All¨ª organizan encuentros, c¨¦lebres en la ¨®rbita de los que aspiran a escorar hacia la derecha los consensos que rigen en la sociedad alemana. ¡°Trabajo en un nivel anterior a la toma de decisiones, pero de repente esas ideas acaban formando parte del programa de Gauland [Alexander, el col¨ªder y alma de AfD]. Kubitschek habla con Gauland ¡°de cosas importantes. De principios, de literatura¡ analizamos el pasado; c¨®mo eran las cosas antes, por ejemplo en los noventa, cuando hubo un resurgir conservador y por qu¨¦ al final no cuaj¨® y por qu¨¦ ahora s¨ª cuaja¡±.
La conversaci¨®n en Dresde gira en torno a las ideas fuerza que con las que los ultranacionalistas alemanes han sabido explotar los miedos y anhelos que anidan en el 13% de los votantes que el pasado septiembre catapultaron a AfD hasta el Bundestag. Este es un destilado de una conversaci¨®n de dos horas y media, en la que el an¨¢lisis l¨²cido convive con medias verdades. Salvo particularidades hist¨®ricas alemanas, el pensamiento de Kubitschek bien podr¨ªa servir de dec¨¢logo de casi cualquier partido de las neoderechas populistas europeas.
La contrarrevoluci¨®n conservadora
Como otros ide¨®logos del populismo de derechas, Kubitschek piensa que el resurgir de movimientos extremistas en Europa y EE UU obedece a un giro de la historia que tras la revoluci¨®n de mayo del 68 se embarc¨® en una deriva a la que ha llegado el momento de dar la vuelta. ¡°Asistimos a un renacimiento conservador en el mundo. Hemos caminado tanto en la direcci¨®n err¨®nea, que el p¨¦ndulo ha empezado regresar y no sabemos c¨®mo de lejos va a llegar¡±, interpreta Kubitschek. ¡°A ojos de los progresistas es una verdadera revuelta conservadora, pero es que no se puede gobernar durante a?os al margen de la realidad. Lo de ahora es una ducha de agua fr¨ªa de realidad y es tan sanadora como la literatura. Es la realidad frente a las mentiras de la izquierda que creen que con kiwis y caf¨¦ de comercio justo pueden salvar el mundo. No podemos esperar a la ¨²ltima locura vegana¡±.
Los refugiados
El rechazo a los extranjeros, el nosotros contra ellos, es el hilo conductor omnipresente que impregna y justifica todo el discurso neopopulista. ¡°Nunca hab¨ªa dinero suficiente en Alemania y de repente en 2015 [cuando se produjo el pico de llegadas de demandantes de asilo] hab¨ªa mucho dinero para cuidar a los refugiados. Es absurdo las sumas que ha recibido la gente para dar cobijo a los refugiados. Se han soltado el cintur¨®n. Lo que hasta entonces era importante para los alemanes, el ahorro, la austeridad, de repente dej¨® de jugar un papel¡±. ¡°Llaman a Gauland nazi, pero, ?qui¨¦n es el nazi, qui¨¦n es el fascista? Querer cerrar la frontera no es querer construir un campo de concentraci¨®n. Y quien no da la bienvenida a todos los inmigrantes no quiere decir que tenga algo en contra de los jud¨ªos. Son argumentos sucios, no son justos¡±. Y sigue: ¡°Hay un exceso de poblaci¨®n en ?frica y en el mundo ¨¢rabe pero en Europa no podemos reequilibrar, no es la soluci¨®n aceptar a dos millones de personas, tiene que funcionar de otra manera¡±.
Hay un exceso de poblaci¨®n en ?frica y en el mundo ¨¢rabe pero en Europa no podemos reequilibrar
La globalizaci¨®n y sus perdedores
Como en el universo trumpiano, junto a la xenofobia, el proteccionismo nacionalista es otro de los ejes que vertebra el discurso de Kubitschek. ¡°La gente se siente en sus pueblos al borde de un volc¨¢n y no es solo el tema de los extranjeros, es tambi¨¦n la crisis financiera. La gente se siente insegura cuando ve las f¨¢bricas que cierran de la noche a la ma?ana para irse a producir a un pa¨ªs m¨¢s barato y mucha gente pierde su trabajo. Aunque haya ayudas sociales, no resuelven el problema, porque permanece el sentimiento de que ya no haces falta. Cunde la inseguridad de no saber cu¨¢ndo va a venir la nueva oleada de desgracias¡±.
AfD es especialmente fuerte en el este de Alemania, donde muchos votantes no ven con buenos ojos que el Gobierno apoye a los refugiados, y donde la formaci¨®n ultra se convirti¨® en la segunda fuerza m¨¢s votada. Porque puede que hayan pasado ya casi 30 a?os desde que cayera el muro, pero en el este muchos se sienten todav¨ªa ciudadanos de segunda respeto a sus compatriotas del oeste. ¡°La gente vota a AfD por muchos aspectos. En el este, la cuesti¨®n social es clave. ?A qui¨¦n damos nuestra solidaridad? ?No tiene fronteras o acaso no somos una comunidad los alemanes que compartimos un mismo destino e hist¨®ricamente hemos desarrollado un Estado de bienestar que nos ha costado mucho dinero?¡±.
El hombre corriente, el pueblo
Kubitschek y sus seguidores dicen hablar en nombre del pueblo, del hombre corriente con sus necesidades mundanas. ¡°Es sorprendente que en Alemania haya todav¨ªa tanta cautela cuando uno piensa c¨®mo el trabajador aut¨®nomo medio est¨¢ sobrecargado¡±. Kubitschek tiene siete hijos y asegura que trabaja duro y paga sus impuestos. ¡°Pero cuando vemos a d¨®nde va el dinero y qu¨¦ se hace con ¨¦l, cuando hay una creciente sensaci¨®n de que quien nos gobierna es una casta, una clase pol¨ªtica, que coge ese dinero como un bot¨ªn y de que nunca hay dinero para cosas importantes¡±. Ellos son el pueblo, y los socialdem¨®cratas (SPD), hasta hace no tanto el partido de las clases populares, se encuentra fuera de juego y hasta superado en algunas encuestas en intenci¨®n de voto por AfD. ¡°El SPD ya no juega ese papel, est¨¢ echado a perder, ya no es un gran partido del pueblo¡±.
Los hechos, las cifras
Los hechos, reales o alternativos, se han convertido en un arma muy poderosa y manipulable. Kubitschek asegura estar en posesi¨®n de los verdaderos, frente a la pol¨ªtica tradicional, a la que acusa de ocultar cifras en beneficio de sus objetivos pol¨ªticos.
Como el presidente Donald Trump, Kubitschek insiste en que la criminalidad se ha disparado en Alemania. ¡°Hay m¨¢s cr¨ªmenes y los inmigrantes est¨¢n sobrerrepresentados en algunos delitos graves, pero si dices esto te llaman nazi. Si eres un extranjero, est¨¢s aqu¨ª como invitado y como invitado no te comportas as¨ª. Eso es algo que la gente normal no puede entender, algo de lo que se habla en cada bar de Alemania. El 80% de la gente est¨¢ de acuerdo de que hay que acabar con esta situaci¨®n¡±.
Si esto fuera un pa¨ªs normal, los votantes de AfD pondr¨ªan una bandera en su jard¨ªn
Cuando se le recuerda que los datos oficiales apuntan justo lo contrario, que la tasa de criminalidad en Alemania es la m¨¢s baja desde hace casi 30 a?os, Kubitschek asegura que en el Ministerio del Interior hacen ¡°trucos estad¨ªsticos¡±. Mezclar criminalidad con migraci¨®n es otra constante del extremismo de derechas. ¡°Nuestro sentimiento de seguridad ha cambiado en los ¨²ltimos tres a?os. No es una fantas¨ªa, hay un cambio real, porque ha venido un mill¨®n y medio de personas sin mujeres, sin trabajo, sin familia y que buscan un lugar en la sociedad¡±.
El Holocausto, la memoria y la culpa
Alemania es por razones hist¨®ricas un caso ¨²nico en Europa. Hasta ahora, la creencia compartida era que el nazismo hab¨ªa vacunado al pa¨ªs ante un posible crecimiento de la derecha ultranacionalista. Las ¨²ltimas elecciones y la irrupci¨®n de AfD en el Bundestag demostraron que al menos parte de esa vacuna hab¨ªa dejado de surtir efecto. Ahora, reescribir el relato de los cr¨ªmenes nazis y relativizar el Holocausto testando los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n es un ejercicio de provocaci¨®n al que recurren con cierta frecuencia los populistas alemanes y que sorprendentemente les funciona. ¡°Cuando uno se pregunta c¨®mo pudo pasar eso en un pueblo tan civilizado como el alem¨¢n, hay que preguntar tambi¨¦n qu¨¦ hizo en realidad el pueblo, no todos mataron a un jud¨ªo. No fueron los alemanes, sino elementos criminales dentro del pueblo. Hay que mirar para adelante. La memoria tiene que ser sanadora. Bien, hemos hecho eso pero tenemos que seguir viviendo¡±.
Kubitschek recurre incluso a teor¨ªas conspirativas para explicar la dolorosa relaci¨®n que une a los alemanes con su pasado. ¡°No se trata de negar, pero hay grupos de inter¨¦s que impiden una memoria saludable porque tienen intereses financieros para seguir recordando la culpa. Necesitamos construir nuestra memoria hist¨®rica y no dejar que sea definida exclusivamente por la culpa. Como pueblo, somos mucho m¨¢s que un pueblo culpable. No hay otro pueblo derrotado que tenga una cultura de la memoria como la nuestra¡±.
El victimismo
Los populistas se sienten tratados mal. Se quejan de que la prensa tradicional no propaga sus ideas como les gustar¨ªa y, por eso, han explorado canales alternativos que han resultado ser muy eficientes. ¡°Cuando los medios de comunicaci¨®n de masas no son justos, los partidos y la gente buscan otros canales. Para nosotros son extremadamente importantes los canales alternativos. Es la ¨²nica manera de que se reflejen los hechos como son y es una manera en la que la gente vea cu¨¢nta gente piensa como ellos¡±. Se quejan, adem¨¢s, de que pese a su ¨¦xito pol¨ªtico siguen siendo unos apestados sociales y pol¨ªticos en casi toda Alemania. El victimismo les da fuerza como comunidad. ¡°Si esto fuera un pa¨ªs normal, los votantes de AfD pondr¨ªan una bandera en su jard¨ªn y ver¨ªan que otros 10 vecinos la pon¨ªan tambi¨¦n, pero aqu¨ª hay un rechazo social contra los votantes de AfD. Este rechazo es m¨¢s fuerte en el oeste, donde por ejemplo muchos restaurantes se niegan a albergar eventos de AfD, porque si no les cancelar¨ªan las bodas y otros eventos¡±.
Redes sociales como herramienta pol¨ªtica
¡°En las redes sociales todo es m¨¢s f¨¢cil. Alguien puede escribir algo y firmar Lisa F., de Bochum, y ah¨ª s¨ª se puede percibir que hay una masa enorme en contra [del discurso oficial]. En las redes la gente puede participar, comentar y permanecer an¨®nima, y en la prensa normal no¡±.
Homosexuales
¡°No son tan normales como las familias normales, no pueden dictar la agenda. Deben vivir su vida y hacer sus cosas, pero no deben marchar en las grandes avenidas de Berl¨ªn con 50.000 personas. ?Qu¨¦ m¨¢s quieren? Estamos lidiando con problemas que afectan a las minor¨ªas, los grupos marginados, y nos preocupamos, como si afectara al 90% de las personas¡±.
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