Bolsonaro nombra ¡®n¨²mero dos¡¯ a un militar para apelar a la deriva ultraderechista de Brasil
El ultraconservador se al¨ªa a un general nost¨¢lgico de la dictadura brasile?a para mantener su ventaja en las encuestas de intenci¨®n de voto
Jair Bolsonaro, el candidato a la presidencia de Brasil que lleva meses desconcertando a sus muchos cr¨ªticos por liderar las encuestas de intenci¨®n de voto con ideas indisimuladamente autoritarista, confirm¨® el domingo los peores miedos de sus oponentes al anunciar qui¨¦n ser¨¢ su n¨²mero dos en la campa?a electoral. Hamilton Mour?o es un general de 64 a?os dado a criticar al poder Ejecutivo y a ensalzar aspectos de la dictadura militar brasile?a (1964-1985), lo cual hasta ahora le hab¨ªa merecido un papel cada vez m¨¢s apartado en el Ej¨¦rcito brasile?o. Pero en el mundo al rev¨¦s de Jair Bolsonaro le convierte en el s¨ªmbolo perfecto para lanzar el gran ¨®rdago de la candidatura que tiene un 17% de intenci¨®n de voto, casi el doble que el 10% del siguiente en la lista. Todo lo ocurrido hasta ahora ¡ªlos gui?os a la dictadura, los insultos micr¨®fono en mano, el racismo, el clasismo, el machismo, todo eso que tantos llamaron de teatro pol¨ªtico previo a una campa?a suavizada por un vicepresidente m¨¢s moderado¡ª iba en serio. Esta es la candidatura de los militares, la fuerza bruta, el ultraconservadurismo y el orden establecido. Y no hay nada que matizar en la que es, en definitiva, la propuesta que est¨¢ atrayendo a m¨¢s votantes en el primer pa¨ªs de Am¨¦rica Latina.
Mour?o, que entr¨® en el Ej¨¦rcito en 1972 y estuvo en activo hasta febrero de 2018, ya se hab¨ªa negado antes a hacer campa?a con Bolsonaro. Que el candidato haya insistido, creen muchos en Brasilia, se debe m¨¢s a una falta de opciones ¡ªBolsonaro ya hab¨ªa sido rechazado por otras dos personas¡ª que de idoneidad para el cargo. Al fin y al cabo, Mour?o es el hombre que, al entrar en reserva hace unos meses, llam¨® ¡°h¨¦roe¡± al coronel que hab¨ªa liderado la represi¨®n pol¨ªtica durante la dictadura militar y a quien el Tribunal de Justicia hab¨ªa declarado ¡°torturador¡±. Pero el general ya est¨¢ acostumbrado a pagar caro por sus opiniones. En octubre de 2015 protagoniz¨® un esc¨¢ndalo al afirmar en una conferencia que Brasil necesitaba ¡°un despertar de la lucha patri¨®tica¡±: d¨ªas despu¨¦s, se anunci¨® que hab¨ªa sido ¡°exonerado de su puesto¡±. En septiembre dese¨® p¨²blicamente que el poder Judicial ¡°purgase¡± al presidente brasile?o Michel Temer de la vida p¨²blica y en diciembre tild¨® al Gobierno, debilitado por varias acusaciones de corrupci¨®n, de ¡°bazar de negocios¡±. En pocos d¨ªas fue trasladado a la Secretar¨ªa de Econom¨ªa del Ej¨¦rcito, donde no ocup¨® ning¨²n puesto concreto. En febrero, entr¨® en la reserva.
Pero el Brasil en el que ese historial tumbar¨ªa cualquier carrera pol¨ªtica parece no existir ya. En los ¨²ltimos meses es cada vez m¨¢s com¨²n que los militares opinen p¨²blicamente sobre la turbulenta deriva del pa¨ªs, y que recuerden, para deleite de muchos, que ellos est¨¢n ah¨ª y, a diferencia de los entumecidos pol¨ªticos tradicionales, podr¨ªan hacer algo. En abril, horas antes de que el expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva fuese encarcelado por corrupci¨®n y cuando a¨²n se tem¨ªa la remota posibilidad de que fuese indultado, el mism¨ªsimo comandante del Ej¨¦rcito amenaz¨® en un tuit: ¡°El Ej¨¦rcito brasile?o comparte el anhelo de todos los ciudadanos de bien de repudiar la impunidad (¡) y se mantiene atento a sus misiones institucionales¡±.
La sociedad brasile?a, atrapada desde hace ya a?os en una encrucijada formada por una recesi¨®n econ¨®mica, una clase pol¨ªtica paralizada por incontables juicios de corrupci¨®n y unos ¨ªndices de violencia que no hacen m¨¢s que subir, tambi¨¦n muestra cada vez mayor agrado ante la presencia de los militares en la vida civil. En enero, el presidente, impotente ante la sangr¨ªa diaria de R¨ªo de Janeiro, cedi¨® al Ej¨¦rcito el control de la seguridad de todo el Estado: fue la primera vez que se tomaba una medida tan extrema desde la llegada de la democracia en 1988. Lejos de condenarlo, muchos lo usaron como prueba de que la pol¨ªtica habitual no tiene nada que hacer en un lugar tan violento. La pr¨®xima vez que una crisis azot¨® Brasil ¡ªcuando, a finales de mayo, los camioneros se pusieron en huelga y paralizaron el pa¨ªs que m¨¢s depende de las autopistas en todo el mundo¡ª, las manifestaciones de protesta mostraban varios mensajes de ¡°Interven??o j¨¢¡± (¡°Intervenci¨®n ya¡±: que lo mismo que se hizo en R¨ªo se haga en el resto del pa¨ªs). Se prev¨¦ que haya 117 militares disputando alg¨²n cargo en estas elecciones.
Y nadie ha sabido capitalizar este sentimiento como Bolsonaro, ¨²nico aspirante a presidente con pasado militar (si bien su carrera acab¨® en 1987, cuando fue suspendido por intentar poner bombas en los ba?os de su academia). Cuando se convirti¨® en el diputado m¨¢s votado de las elecciones de 2014 ya jugaba con la est¨¦tica militar. Tras su ¨¦xito, fue a m¨¢s y empez¨® a tontear con la nostalgia de la dictadura (algo permitido por la constituci¨®n brasile?a). En los v¨ªdeos que colgaba a diario en redes sociales y que le proporcionaron sus primeros seguidores serios, se ve¨ªan, discretamente colgados en las paredes de su despacho, retratos de los de los generales que durante 22 a?os persiguieron y torturaron a los disidentes. Redobl¨® la apuesta. En 2016, con las encuestas ya a su favor como posible presidente, dijo que ¡°el error fue torturar y no matar¡±. En lugar de caer, se mantuvo. A finales de julio pasado ya se atrevi¨® a decir abiertamente que la dictadura hab¨ªa sido ¡°un periodo muy bueno¡±.
Con Lula en prisi¨®n y por tanto incapacitado para presentarse candidato a pesar de ser el eterno favorito en las encuestas, Bolsonaro es quien re¨²ne m¨¢s intenci¨®n de votos. Ahora comparte esa cifra con Mour?o. Se pens¨® brevemente que buscar¨ªa un n¨²mero dos m¨¢s moderado, y de hecho le ofreci¨® el puesto a una abogada, Jana¨ªna Paschoal, que le rechaz¨®. Lo mismo hizo otro militar. Al final, ha optado por el camino del extremismo. Por el hombre que defiende las intervenciones militares y llama ¡°h¨¦roes¡± a los torturadores.
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