El r¨¦gimen sirio admite por primera vez la muerte de cientos de j¨®venes bajo su custodia
Damasco comienza a emitir certificados de defunci¨®n, aunque evita se?alar el motivo o lugar
La noche del 15 de enero de 2013 ha unido en el dolor a las familias de tres conocidos j¨®venes activistas de Daraya, hoy convertida en una ciudad fantasma a las afueras de Damasco. Hace apenas dos semanas que obtuvieron un certificado de defunci¨®n notificando las muertes de Yahia Charbahi, Islam Dabbas y Abdulsatar Jolani. Murieron en prisi¨®n, seg¨²n el documento oficial, a las 22.00. Sin causa espec¨ªfica de muerte. Hab¨ªan sido arrestados por alguna rama de? la mujabarat (servicios de inteligencia sirios) durante las manifestaciones populares que se extendieron a esta localidad en el verano de 2011.?
Desde mayo, el registro central ha emitido al menos 790 partes de defunci¨®n, seg¨²n datos de la Red Siria para los Derechos Humanos (RSDH).?Esta ONG cifra en 82.000 los desaparecidos en las celdas gubernamentales durante una contienda que entrado el octavo a?o arrastra medio mill¨®n de muertos ¡ªun tercio de ellos civiles¡ª. Tras cinco a?os de tormentosa espera, sus familias claman justicia para los muertos y libertad para los que siguen entre rejas.
Yahia Charbahi es uno de los j¨®venes cuya familia ha recibido el temido parte de muerte. No se especifica ni la causa ni el lugar del deceso. Su nombre ya resonaba entre el reducido grupo de activistas de Siria cuando Bachar el Asad sucedi¨® a su padre en la presidencia en el a?o 2000. ¡°En 2006 ya hab¨ªa cumplido tres a?os entre rejas por ¡®ataques al orden ciudadano¡¯ y fue expulsado de la Universidad de Damasco¡±, cuenta su primo Eiad Charbahi en una conversaci¨®n v¨ªa Whatsapp desde EE UU.
Con la ola de revueltas populares que se extendi¨® por la regi¨®n en 2011 y sacudi¨® Siria en el mes de marzo, Yahia retom¨® las calles junto al c¨ªrculo de amigos que se convertir¨ªan en prominentes altavoces de las protestas. Contrarios a una deriva violenta de manifestaciones pac¨ªficas, se dieron a conocer por distribuir flores y botellas de agua entre los soldados. El 6 de septiembre de 2011, Guiath Matar, junto con Yahia y Maan Charbaji fueron los primeros en desaparecer a bordo de furgonetas, apresados por agentes ataviados de paisano. "Ese mes, los mujabarat devolvieron el cuerpo de Ghiath a su familia, degollado aunque en el certificado m¨¦dico pon¨ªa 'muerte por fallo cardiaco'. Ten¨ªa 26 a?os¡±, dice Eiad Charbahi.
El pasado mes de mayo y sin previo aviso, el r¨¦gimen sirio comenz¨® a inscribir en el registro civil central los partes de defunci¨®n de j¨®venes desaparecidos en el agujero en el que se ha convertido? el inextricable sistema carcelario contra el que luchan en vano sus familias. Para algunos expertos se trata de un reconocimiento impl¨ªcito por parte del Gobierno de Bachar el Asad de la desaparici¨®n de miles de j¨®venes tras la revoluci¨®n. ONG como Amnist¨ªa Internacional y Human Rights Watch responsabilizan a Damasco de 13.000 muertos bajo su custodia. Y todo esto, en una coyuntura en la que sus tropas prometen ganar la guerra y recuperar el control del pa¨ªs.
En cuanto a Charbahi, es de la idea de que ¡°van a matar a todos los presos porque el r¨¦gimen no quiere inc¨®modos testigos que empa?en su victoria¡±. Para otros, la repentina emisi¨®n de certificados est¨¢ relacionada con las demandas de la oposici¨®n en las negociaciones de Ginebra y Astan¨¢ y orientadas a aliviar a las mujeres e hijos de los desparecidos en Siria. Para ¨¦stos, emprender todo proceso burocr¨¢tico, como un registro de propiedad o cobrar una herencia, topa con un callej¨®n sin salida en tanto no dispongan de un documento oficial que ateste la muerte de sus cong¨¦neres. Una hoja con una fecha es todo lo que han obtenido. Ni rastro de sus cuerpos o fotos que corroboren su muerte.
Sin cuerpos que enterrar
Para los Jolani, la prueba definitiva lleg¨® en 2014 de mano del informe C¨¦sar; nombre del fot¨®grafo militar que logr¨® huir de Siria con 55.000 im¨¢genes de 11.000 presos supuestamente ejecutados en c¨¢rceles gubernamentales. Este informe supone la prueba m¨¢s s¨®lida en el caso abierto por allegados para juzgar a los verdugos en Siria. Amina Jolani es una de ellas. Ha perdido a tres de sus cuatro hermanos en las c¨¢rceles sirias. Mohamed, de 35 a?os, Abdulsatar, de 30, Bilal, de 25 y Mayed, de 20, les fueron sucesivamente arrebatados y encarcelados.
"Cientos de miles de libras sirias en sobornos y ocho meses despu¨¦s", Bilal fue el ¨²nico que sobrevivi¨®, en un lamentable estado de salud, a la maquinaria carcelaria. ¡°Nuestro hermano Mohamed muri¨®? sobre su regazo en la celda al volver de una brutal sesi¨®n de torturas¡±, solloza Amina contactada por tel¨¦fono en Gran Breta?a. La foto de un escu¨¢lido Mohamed con un n¨²mero escrito a bol¨ªgrafo sobre la frente fue difundida con el informe C¨¦sar. Los Jolani acaban de recibir los partes de muerte de sus otros dos hermanos. Fecha de defunci¨®n: el 15 de enero de 2015, a las 22.00.
Estos testimonios coinciden con los de Omar Shogre, uno de los supervivientes del infierno en vida que contra todo pron¨®stico super¨® para poder contar los tres a?os y medio que pas¨® en 11 centros de detenci¨®n diferentes. ¡°All¨ª la muerte es lo mejor que te puede pasar¡±, resume en una entrevista telef¨®nica desde Estocolmo. Durante un periodo, el joven fue el encargado de acarrear los cuerpos de aquellos presos que sucumb¨ªan a la tortura, enfermedades y hambruna en el cuartel 215 para despu¨¦s depositarlos en furgonetas. ¡°Cada ma?ana sac¨¢bamos entre 30 y 40 cuerpos¡±, rememora. ¡°Ten¨ªamos que escribir un n¨²mero con un rotulador en sus frentes que quedaba asociado a otro en una lista que ten¨ªan los carceleros con los nombres¡±, apostilla.
La solidaridad entre quienes han compartido el infierno en la tierra es inagotable. El Shogre memoriz¨® 120 nombres y direcciones de compa?eros de celdas durante sus tres a?os y medio de encarcelamiento. Algunos de ellos extranjeros. Lo primero que hizo en libertad, con 35 kilos de peso y una tuberculosis aguda, fue localizar a sus familias. ¡°Han pasado tres a?os y todav¨ªa sigo recibiendo en Facebook mensajes de desesperados familiares que me mandan fotos con la esperanza de que pueda ubicar a sus allegados en alguna de las c¨¢rceles en las que estuve¡±, lamenta Al Shogre.
Diez familias de desparecidos se unen para exigir justicia y libertad
Al grito de justicia, 10 mujeres se han unido en la organizaci¨®n Familias por la Libertad y exigen tribunales que juzguen a los verdugos y la inmediata liberaci¨®n de los presos que siguen con vida. La estampa de estas ojerosas pero determinadas mujeres cargadas con las fotos de sus hijos o maridos cuidadosamente enmarcadas es la misma que durante d¨¦cadas protagoniza las familias de los m¨¢s de 600 desaparecidos libaneses. Se esfumaron en las celadas de los servicios de inteligencia sirios en las d¨¦cadas de los 80 y 90, cuando patrullaban medio L¨ªbano, y fueron posteriormente traslados a las c¨¢rceles en Siria.
La abogada y activista Nura Ghazi es una de las cofundadoras. "El art¨ªculo 39 de la legislaci¨®n civil estipula que la causa de defunci¨®n no ha de aparecer en el registro civil cuando se trate de una sentencia a muerte", explica al tel¨¦fono y en Beirut esta letrada cuyo marido y renombrado defensor de los derechos humanos, Basel Khatib Safadi, fue condenado a muerte el a?o pasado.
La Red Siria para los Derechos Humanos cifra en "82.000 los desparecidos por la fuerza en las mazmorras del r¨¦gimen de Bachar el Asad". Por su parte, el director del registro civil central, Ahmed Rahal, ha cifrado esta semana en 68.000 los decesos registrados el a?o pasado, sin precisar las causas. En 2018 se elevan a 32.000, seg¨²n sus declaraciones al diario progubernamental Al Watan.
¡°?Qu¨¦ justicia?¡±, exclama a tel¨¦fono y desde EE UU Eiad Charbahi, quien hace inventario familiar: ¡°De los siete hermanos que viv¨ªamos en el mismo edificio en Daraya, dos han muerto en las c¨¢rceles y cinco hemos huido a Turqu¨ªa, a Alemania, Arabia Saud¨ª, Holanda y yo a EEUU. Un primo sigue desaparecido y otros dos tambi¨¦n muerto en prisi¨®n¡±.
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