¡°?Bienvenido a la democracia!¡± (Sal¨®n Bol¨ªvar, Casa de Nari?o)
Resulta de vital importancia incluir al partido de las FARC en este pacto nacional
En este melodrama de bajo presupuesto puede pasar cualquier cosa, cualquiera. En la noche del mi¨¦rcoles pasado, d¨ªa veintitr¨¦s de la presidencia de Duque, alguien dej¨® escapar la frase c¨¦lebre ¡°?bienvenido a la democracia!¡± cuando vio entrar al jefe del partido de las viejas FARC en el Sal¨®n Bol¨ªvar de la Casa de Nari?o. Luego de los simb¨®licos resultados de la consulta del 26 de agosto, 11.672.122 colombianos hartos de la farsa de los tecn¨®cratas manzanillos que han venido gobern¨¢ndonos, nuestro presidente sin pasado ¨Ctodav¨ªa una figura por descifrar: un uribista de centro¨C hab¨ªa convocado a la sede del gobierno a los principales l¨ªderes de la pol¨ªtica colombiana para firmar un pacto contra la corrupci¨®n. Y en el Sal¨®n Bol¨ªvar, de derecha a izquierda, estaban todos. Y la presencia del jefe de las FARC era entonces un triunfo de la democracia, de la sensatez en una sociedad que no recuerda los horrores del pasado, sino que se regodea en ellos.
No es f¨¢cil hablar la lengua de Colombia. Aqu¨ª quien dice ¡°el pa¨ªs est¨¢ en mora de conseguir la paz pol¨ªtica¡± en realidad est¨¢ diciendo ¡°el pa¨ªs est¨¢ cumpliendo d¨¦cadas de confundir ¡®oposici¨®n¡¯ con ¡®sa?a¡¯¡±. Donde dice ¡°hay que dejar atr¨¢s la polarizaci¨®n¡±, debe decir ¡°hay que dejar de matarse¡±. Si alguien escribe ¡°hay que fortalecer el centro¡±, conviene leer ¡°hay que convencer a todas las fuerzas pol¨ªticas, de derecha a izquierda, de resignarse a los vaivenes de la democracia y a la ley¡±. En la Guerra de los Mil D¨ªas, de 1899 a 1902, murieron cerca de 40.000 personas. En la guerra bipartidista, de 1948 a 1958, fueron por los menos 200.000 acribillados. En la guerra que sigui¨®, de 1958 hasta hoy, los ej¨¦rcitos inevitables que terminaron reducidos a carteles de la droga dejaron a su paso 5.712.000 desplazados, 220.000 asesinados, 27.000 secuestrados, 25.000 desaparecidos, 15.076 v¨ªctimas de violencia sexual, 1.982 masacres. Esto no es normal.
Y menospreciar el pacto contra la corrupci¨®n del mi¨¦rcoles pasado ¨Ce insistir en que llamar a la uni¨®n en este pa¨ªs no es llamar al fin de la violencia pol¨ªtica, sino conspirar contra los pulsos normales en una democracia¨C es no estar al d¨ªa en nuestra historia.
No he conseguido que alg¨²n asistente a la reuni¨®n del mi¨¦rcoles me confirme qui¨¦n pronunci¨® aquel lugar com¨²n que en Colombia es una frase c¨¦lebre: ¡°?Bienvenido a la democracia!¡±. Pero, sea como fuere, resulta de vital importancia darle la bienvenida al partido de las FARC e incluirlo en este pacto nacional por nuestra supervivencia ¨Cahora que han salido a la luz tantos de sus desmanes, ahora que tres de sus l¨ªderes parecen hab¨¦rsele escondido a la paz que firmaron¨C si acaso siguen siendo prop¨®sitos de este Estado echar a andar los acuerdos de paz, librar a los colombianos que vienen de los viejos villanos, probar que aqu¨ª s¨ª va a ser posible hacer pol¨ªtica sin dejar un reguero de cad¨¢veres por el camino, darle la vuelta a la cultura de la violencia para sacudirse aquel ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± que va a dar al lodazal de la corrupci¨®n.
El mi¨¦rcoles pasado desde las 8:00 p.m. hasta la medianoche, en esa mesa larga en el Sal¨®n Bol¨ªvar de la Casa de Nari?o, hicieron presencia los protagonistas de la pol¨ªtica de estos treinta a?os. Y a su lado, tomando notas e interviniendo a su tiempo, andaba el hombre al que llamaban Timochenko. Y hay que ser un paranoico a salvo en su paranoia, desearle a Colombia su callej¨®n sin salida, para no ver en ese encuentro imprevisto una jugada seria del presidente nuevo, un arrebato de madurez de la clase dirigente, un triunfo innegable de un electorado que no soporta m¨¢s las ni?adas de sus pol¨ªticos. Quiz¨¢s seamos capaces de lograr lo m¨ªnimo de aqu¨ª en adelante. Cosas m¨¢s raras se han visto.
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