Trump se anota una victoria pol¨ªtica con la ratificaci¨®n de Kavanaugh para el Supremo
El juez conservador logra el apoyo del Senado por 50 votos frente a 48 pese a las acusaciones de abuso
El Senado de Estados Unidos confirm¨® este s¨¢bado por una estrecha mayor¨ªa republicana al juez conservador Brett Kavanaugh como nuevo miembro vitalicio del Tribunal Supremo en medio de una descomunal pol¨¦mica por las acusaciones de abuso sexual que pesan sobre el magistrado. El nombramiento de Kavanaugh culmina el giro a la derecha de la m¨¢s alta instancia judicial estadounidense, crucial para la sociedad por sentencias como la del aborto o el matrimonio gay, y permite al presidente Donald Trump anotarse una importante victoria pol¨ªtica a un mes de las decisivas elecciones legislativas. Tambi¨¦n deja herido al movimiento Metoo contra el acoso, enfangado por la lucha partidista de esta batalla.
El proceso de confirmaci¨®n de Kavanaugh, un juez federal de apelaciones de Washington de 53 a?os, hab¨ªa proseguido su curso normal, dentro de la batalla pol¨ªtica habitual, hasta el 13 de septiembre. Esa noche la senadora dem¨®crata Dianne Feinstein anunci¨® en un escueto mensaje en Twitter que hab¨ªa trasladado al FBI ¡°informaci¨®n¡± sobre Kavanaugh procedente de un ¡°individuo¡± que reclamaba confidencialidad. A la ma?ana siguiente, la bomba estall¨® en la revista The New Yorker: la informaci¨®n consist¨ªa en el relato de una mujer que aseguraba que el candidato al Supremo la hab¨ªa intentado violar m¨¢s de tres d¨¦cadas atr¨¢s, cuando ambos eran adolescentes.
La profesora universitaria Christine Blasey Ford, de 51 a?os, y Kavanaugh, acabaron testificando dos semanas despu¨¦s ante el Comit¨¦ de Justicia del Senado. Para entonces, al menos dos mujeres m¨¢s, Deborah Ramirez y Julie Swetnick, le hab¨ªan acusado de abusos de mayor o menor gravedad, supuestamente ocurridos en su ¨¦poca de estudiante de Derecho en Yale. Estados Unidos reviv¨ªa de repente 1991, cuando la C¨¢mara alta escuch¨® el testimonio de otra mujer, Anita Hill, que se?alaba a un entonces nominado al Supremo, Clarence Thomas, de acoso continuado cuando era su subordinada. La grabaci¨®n de aquella comparecencia sonroja en 2018 tanto a dem¨®cratas como a republicanos por el sesgo sexista del interrogatorio a la mujer. La profesora Ford no ha recibido el mismo trato que Hill dentro de la C¨¢mara, pero el desenlace no ha variado: Thomas es hoy magistrado del Supremo y Kavanaugh, tambi¨¦n.
El juez sali¨® adelante con el apoyo de 50 senadores y el rechazo de 48 entre gritos de manifestantes y tras una noche wagneriana, que los dem¨®cratas pasaron en vela dentro de la C¨¢mara, leyendo en voz alta cartas de mujeres v¨ªctimas de abusos y fragmentos de la declaraci¨®n del Ford. Y en medio de todo ese dramatismo, la republicana Lisa Murkowski, de Alaska, se despach¨® de repente con una decisi¨®n muy de andar por casa: iba a ser la ¨²nica de su partido en votar contra Kavanaugh, pero acab¨® retirando su voto para que un compa?ero de filas, el senador por Oreg¨®n Steve Daines, pudiese asistir a la boda de su hija y perderse la sesi¨®n. La abstenci¨®n de Murkowski compens¨® la ausencia de Daines. As¨ª, votaron a favor pr¨¢cticamente todos los republicanos, 49 de los 51 que hay en la C¨¢mara, adem¨¢s un dem¨®crata, Joe Manchin, de Virginia Occidental.
Lo estrecho del margen supone una anomal¨ªa en el nombramiento de un cargo tan relevante. Hay que retroceder a 1881 para encontrarse con un juez del Supremo confirmado por un solo voto de diferencia, Stanley Matthews (24-23). Otros obtuvieron un respaldo abrumador, como la progresista Ruth Bader Ginsburg en 1993 (96-3). Incluso el conservador Neil Gorsuch sali¨® adelante en abril de 2017 con 54 votos a favor y 45 en contra pese al clima ya muy divisivo que EE UU viv¨ªa en las primeras semanas de Gobierno de Trump.
El caso Kavanaugh ha incendiado Washington. Ha calentado el debate sobre las mujeres que sufrieron abusos en el pasado y callaron en un clima de tolerancia machista frente a la presunci¨®n de inocencia en acusaciones que son imposibles de demostrar. Ha agitado una imagen demasiado familiar: la de j¨®venes adinerados en universidades de ¨¦lite que abusan de chicas en fiestas regadas por el alcohol. Y ha metido al Metoo en la lucha partidista: Trump llam¨® algunas activistas que protestan ¡°profesionales pagadas por [George] Soros¡±, el importante donante para los dem¨®cratas. Y el propio juez nominado tach¨® las acusaciones de campa?a ¡°orquestada¡± por la oposici¨®n como ¡°venganza en nombre de los Clinton¡±.
Los republicanos se han encontrado en la disyuntiva de creer a su nominado o a la presunta v¨ªctima, que, como reconoci¨® el propio Trump, hab¨ªa resultado muy convincente ante el Senado. Varios trataron de buscar un t¨¦rmino medio, no desacreditar a la mujer, pero afirmar que se equivocaba de agresor. Trump dijo el s¨¢bado, a bordo del avi¨®n presidencial, que estaba "100%" seguro de que Ford hab¨ªa nombrado a la persona equivocada.
Los defendieron la nominaci¨®n porque no ha habido forma de corroborar la acusaci¨®n. Los dem¨®cratas, mientras, consideran incompleta la investigaci¨®n llevada a cabo por el FBI, de menos de una semana, y creen que las sospechas sobre el juez ya le hacen indeseable para el puesto, adem¨¢s de las dudas de neutralidad suscitadas a ra¨ªz de su ret¨®rica.
El l¨ªder dem¨®crata en el Senado, Chuck Schumer, dej¨® claro este s¨¢bado que tratar¨¢n de movilizar a sus bases en las elecciones legislativas el 6 de noviembre apelando a lo sucedido esta semana. ¡°Voten¡±, insisti¨® a los votantes progresistas durante su discurso. Los republicanos no quer¨ªan correr el riesgo de perder este nombramiento, sustituyendo al nominado por un perfil menos controvertido, precisamente porque en esos comicios podr¨ªan perder su exiguo control del Senado.
La confirmaci¨®n de Kavanaugh culminar¨¢ el giro conservador en el Supremo, con cinco miembros considerados como tal y cuatro progresistas. Kavanaugh sustituye a un conservador, pero m¨¢s moderado, Anthony Kennedy, que se jubila. Kennedy result¨® clave, por ejemplo, en 2015, cuando su voto permiti¨® legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el Estados Unidos al alinearse con los cuatro progresistas.
Este proceso ha dejado varias heridas. Una, en el Supremo, cuyo futuro nuevo miembro est¨¢ irremediablemente manchado por las dudas y es rechazado por m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n, seg¨²n los sondeos. Otra, en el movimiento Metoo, convertido en un asunto m¨¢s de la batalla partidista diaria, cuando no era as¨ª: comenz¨® hace un a?o exhibiendo las cloacas del Hollywood m¨¢s progresista (a ra¨ªz del caso Harvey Weinstein) e hizo caer a poderosos de una y otra ideolog¨ªa. Tambi¨¦n ha golpeado a la profesora Ford, una persona completamente an¨®nima hasta hace tres semanas, cuya vida ha cambiado para siempre y, desde el punto de vista del Supremo y Kavanaugh, tal vez para nada. Trump felicit¨® al juez y firm¨® su nombramiento. El nuevo juez firm¨® el cargo por la noche, en una ceremonia privada.
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