La frontera donde termina Europa
Italia refuerza los controles en los Alpes tras las incursiones ilegales de la Gendarmer¨ªa francesa para dejar all¨ª migrantes africanos
Un autob¨²s de l¨ªnea franc¨¦s espera a los pasajeros del ¨²ltimo tren de Tur¨ªn en la estaci¨®n de Oulx, en los Alpes Piamonteses. Suben en silencio 11 africanos con una peque?a mochila cada uno. Al cabo de 15 minutos bajar¨¢n en Claviere, ¨²ltimo pueblo de Italia antes de llegar a Francia: 1.800 metros de altura y seis grados menos. Desde ah¨ª se adentrar¨¢n en los bosques helados del valle de Susa para cruzar a trav¨¦s de la monta?a hasta el otro lado. A la mayor¨ªa, como a Kon¨¦, que aguarda resignado en una caravana desvencijada de la Cruz Roja, los caza la polic¨ªa francesa y los devuelve en caliente. A menudo, con amenazas de abrir fuego. ?l lleva ya cuatro de esas. Normal en esta frontera europea donde, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, se violan sistem¨¢ticamente los derechos de los migrantes, incluso los de los menores, que tratan de atravesarla. La semana pasada explot¨® un conflicto diplom¨¢tico que ha vuelto a levantar las fronteras entre ambos pa¨ªses.
Una furgoneta blanca de la Gendarmer¨ªa francesa con agentes armados cruz¨® a Italia y abandon¨® en una zona boscosa a dos migrantes africanos. Luego se dieron la vuelta y regresaron al lado franc¨¦s. La polic¨ªa italiana hizo las comprobaciones, fotografi¨® la matr¨ªcula y mand¨® la documentaci¨®n a la fiscal¨ªa de Tur¨ªn. No hab¨ªa duda. Violaron los acuerdos internacionales para la readmisi¨®n y expulsi¨®n de inmigrantes, que obligan a avisar a la comisar¨ªa de la zona y a acompa?ar a los inmigrantes al puesto de frontera. Francia tuvo que admitir el ¡°error¡±. Munici¨®n de primera para el ministro del Interior, Matteo Salvini, que acusa a Emmanuel Macron de ser un monumental hip¨®crita en el asunto migratorio.
Francia sigui¨® a lo suyo. Pocos d¨ªas despu¨¦s volvi¨® a suceder. De modo que Italia envi¨® el s¨¢bado pasado decenas de efectivos hasta Claviere para proteger el l¨ªmite entre ambos pa¨ªses, restaurar de facto la frontera ¡ªcomo ya hizo Francia en Ventimiglia¡ª y escenificar un choque entre pa¨ªses. En las tres calles de este peque?o pueblo de esquiadores se concentra un conflicto ideol¨®gico que agrieta el viejo sue?o europeo.
El autob¨²s arranca y serpentea por la carretera de 12 kil¨®metros que atraviesa el valle hasta alcanzar Claviere, un pueblo de 200 habitantes donde nadie imagin¨® que en lugar de esquiadores ver¨ªan a centenares de negros atravesando la nieve de la pista de esqu¨ª de fondo en sandalias y pantal¨®n corto. Kon¨¦ no se sube. No es que le d¨¦ miedo, ha visto de todo. Sali¨® de Costa de Marfil hace dos a?os y medio. Cruz¨® ?frica, se qued¨® atrapado en Libia y luego pas¨® una temporada en un centro de acogida de Sicilia. Pero est¨¢ cansado, el camino es duro, masculla en franc¨¦s. ¡°Empieza a hacer fr¨ªo y es mejor cruzar de noche¡±, se?ala.
Claviere es la herida por la que sangra el conflicto que mantienen la Italia de Salvini y la Francia de Macron, que ya ha devuelto a unos 45.000 migrantes desde enero por la costa y los Alpes. Un lugar sembrado en temporada baja de apartamentos vac¨ªos y hoteles r¨²sticos con las ventanas tapiadas. En el bar Tur¨ªn espera un grupo de nueve personas. Vienen de India, Afganist¨¢n, Nigeria, Gambia. Ahmed Sabir y Della acaban de ser devueltos en caliente y empiezan a perder la esperanza en esta puerta a la ¡°verdadera Europa¡±. Tienen hambre y fr¨ªo. El due?o del bar les invita a unos bocadillos. ¡°Les dije que nos dejasen pasar, solo queremos trabajar y tener una vida. Nuestra familia est¨¢ en Francia, necesitamos salir de aqu¨ª¡±.
Los que vuelven, muchas veces de madrugada, no tienen un lugar donde refugiarse o secar la ropa mojada. El alcalde de Claviere, Franco Capra, cree que la soluci¨®n ser¨ªa poner una caravana de la Cruz Roja que operase 24 horas. ¡°Pero un centro fijo no ser¨ªa una buena idea¡±, se?ala. Ning¨²n vecino lo quiere. El alcalde calcula que ahora hay unas 15 devoluciones al d¨ªa.
El Ministerio del Interior sospecha que el anterior Gobierno permiti¨® estas pr¨¢cticas durante a?os. Tambi¨¦n con menores. Pero Salvini asegura que no existe ¡°ning¨²n acuerdo bilateral entre ambos pa¨ªses escrito u oficial que permita este tipo de operaciones¡±. ¡°No aceptamos que sean devueltos a Italia los extracomunitarios detenidos en territorio franc¨¦s sin que nuestras fuerzas del orden puedan verificar su identidad. El viento ha cambiado¡±.
Pero el viento es igual de fr¨ªo que el a?o pasado. Y el alcalde de Oulx, Paolo de Marchis, ha construido una red solidaria en la zona para ayudarles. ¡°Ahora ya van m¨¢s equipados, pero el a?o pasado intentaban cruzar por la nieve con pantalones cortos y sandalias¡±, explica mientras saluda uno a uno a los chicos que esperan a que anochezca para tomar el sendero de la pista de esqu¨ª de fondo y volver a perderse entre los bosques donde se consume el viejo sue?o de una Europa sin fronteras.
Un largo historial de incursiones en suelo italiano
Los episodios de la semana pasada en Claviere no son nuevos. Todos en esta zona tienen an¨¦cdotas que ilustran una praxis habiutal, como se?ala el ministro del Interior, Matteo Salvini. Un periodista de La Stampa recuerda c¨®mo la polic¨ªa francesa le pidi¨® en una ocasi¨®n la documentaci¨®n en suelo italiano. "Como si estuvi¨¦ramos en Francia. No se la entregu¨¦, claro".
En Bardonecchia cinco polic¨ªas franceses armados entraron sin la autorizaci¨®n de Italia en un centro de atenci¨®n a inmigrantes gestionado por una ONG para pedir una prueba antidroga a un hombre nigeriano. El Gobierno italiano en funciones lo calific¨® entonces como ¡°acto grave, completamente fuera del marco de colaboraci¨®n entre Estados fronterizos¡± y llam¨® a consultas al embajador franc¨¦s para aclarar lo ocurrido.
El alcalde de Oulx, Paolo de Marchis, tambi¨¦n asegura que sucede desde hace tiempo. ¡°Ha habido otros episodios antes de ese, claro. Nos lo han contado los migrantes y otros los hemos visto. Es frecuente, ha sucedido desde hace mucho tiempo¡±.
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