La violencia sexual, el ¡°secreto a voces¡± de Corea del Norte
Un informe de la ONG Human Rights Watch documenta casos de abusos sexuales a mujeres perpetrados por hombres en posiciones de poder
En Corea del Norte, al contrario que en Occidente o en su vecina del Sur, no existe una palabra para expresar el concepto ¡°abuso sexual¡±. Para describirlo, hay que recurrir a vagas per¨ªfrasis, traducibles como "violencia de contenido sexual" o "situaciones de trasfondo sexual en las que las mujeres se sienten inc¨®modas o avergonzadas".
Pero aunque falten las palabras, abundan los casos.
Un exhaustivo informe de la ONG Human Rights Watch, presentado este jueves en Se¨²l, resume los testimonios de 54 norcoreanos de a pie huidos desde 2011 ¡ªel a?o en que Kim Jong-un lleg¨® al poder¡ª y ocho exfuncionarios del r¨¦gimen asilados en el exterior. Y encuentra que los abusos sexuales y el contacto sexual no deseado son tan frecuentes en Corea del Norte que las mujeres los perciben como parte de la vida habitual. Sus supervivientes asumen que no se puede hacer nada por impedir esos abusos; solo intentar evitarlos tratando de pasar desapercibidas o cambi¨¢ndose de sitio. O consiguiendo que un hombre en posiciones de poder las proteja.
¡°Aunque la violencia sexual y de g¨¦nero es una preocupaci¨®n global, cada vez m¨¢s indicios sugieren que es end¨¦mica en Corea del Norte¡±, se?ala el informe de 86 p¨¢ginas, titulado Lloras por la noche y no sabes por qu¨¦: violencia sexual contra las mujeres en Corea del Norte.
Oficialmente, Pyongyang defiende la igualdad de hombres y mujeres, consagrada en la ley desde 1946, y asegura que el pa¨ªs es ¡°un para¨ªso para las mujeres¡±. La violaci¨®n est¨¢ tipificada como delito. En 2010 aprob¨® una Ley para la Protecci¨®n y Promoci¨®n de los Derechos de la Mujer.
Pero en su demoledor informe de 2014 sobre las violaciones de los derechos humanos en ese pa¨ªs, una comisi¨®n de la ONU inclu¨ªa violaciones, abortos forzados y otros tipos de violencia sexual entre los abusos que se perpetran en ese pa¨ªs. Citaba tambi¨¦n a testigos que aseguraban que ¡°la violencia contra las mujeres no se limita al hogar, y es com¨²n ver golpear y asaltar sexualmente a mujeres en p¨²blico¡±.
¡°La violencia sexual en Corea del Norte es un secreto a voces, ampliamente tolerado y sobre el que no se act¨²a¡±, denuncia el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth.
A ra¨ªz de la hambruna de los a?os noventa, y sin la obligaci¨®n de acudir diariamente a su puesto de trabajo en una instituci¨®n oficial, las mujeres comenzaron a comerciar en los mercados y se convirtieron en el principal sustento de su familia. Una posici¨®n que, seg¨²n encuentra HRW, las hace vulnerables a los ataques, dada la falta de regulaci¨®n clara sobre estos mercados.
Oh Jung Hee, una de las mujeres entrevistadas en el informe, era una de estas vendedoras en la ciudad fronteriza de Hyesan. Hasta que huy¨® en 2014, cuenta, era frecuente que los vigilantes del mercado exigieran sobornos, en muchos casos de naturaleza sexual. ¡°Fui una v¨ªctima muchas veces¡ Cuando les apetec¨ªa, los guardias del mercado o funcionarios de polic¨ªa me dec¨ªan que les siguiera a una habitaci¨®n vac¨ªa fuera del mercado, o alg¨²n otro lugar que escog¨ªan. ?Qu¨¦ podemos hacer? Nos consideran juguetes (sexuales)¡ Nosotras estamos a merced de los hombres. Ahora, las mujeres no pueden sobrevivir si no tienen cerca a hombres con poder¡±, cuenta esta refugiada.
El caso de Oh parece habitual. Entre los norcoreanos entrevistados por HRW, 21 mujeres vendedoras declararon haber padecido violencia sexual y propuestas o tocamientos indeseados por parte de polic¨ªas u otros funcionarios en sus desplazamientos de trabajo. Ocho antiguas detenidas denunciaron haber sufrido abusos de esta naturaleza a manos de guardianes, abogados u otros hombres en puestos de responsabilidad.
¡°Casi cada vez que me interrogaba me tocaba la cara, las manos y me agarraba las piernas en torno al pubis. Entonces yo no pensaba que eso tuviera nada de raro. Me sent¨ªa inc¨®moda y no me gustaba, pero no se me ocurri¨® otra cosa¡±, explica en el documento Kim Eun A, huida a Corea del Sur en 2015, sobre el funcionario que la interrog¨® al ser detenida en un primer intento de escapar en 2012.
Mientras en el resto del mundo el movimiento #MeToo cumple un a?o y cada vez m¨¢s mujeres se atreven a denunciar casos de abusos, para las norcoreanas negarse no es una opci¨®n. Las mujeres vendedoras ¡°se arriesgan a perder su principal fuente de ingresos y poner en peligro la supervivencia de su familia, la confiscaci¨®n de sus bienes y dinero, y a un aumento del escrutinio o el castigo¡±, incluido el env¨ªo a prisi¨®n, explica el informe de 86 p¨¢ginas. En el caso de las reclusas, el precio es ver incrementado su tiempo de detenci¨®n, m¨¢s abusos, palizas o trabajos forzados.
Tan normalizada est¨¢ esta violencia que los hombres abusadores no son siquiera conscientes de estar haciendo algo malo, y sus supervivientes la consideran algo inevitable. O un precio que hay que pagar para continuar con sus actividades o esquivar da?os mayores. No es un tema del que se hable, dado el estigma que recae sobre las v¨ªctimas de estos abusos. ¡°Pero a veces por la noche, de repente, lloras y no sabes por qu¨¦¡±, cuenta Oh.
Incluso una vez huidas de su pa¨ªs, hablar sobre estas experiencias no es simple. En el coreano que se habla en el norte no hay palabras espec¨ªficas para expresar el concepto de abuso sexual o violencia dom¨¦stica, tan habitual que varias entrevistadas declararon que todas las mujeres que conocen han recibido golpes de su marido alguna vez.
Aunque la lacra de los abusos sexuales es global, ¡°Corea del Norte parece estar especialmente mal en lo que respecta a estos abusos¡±, explica Roth mediante un correo electr¨®nico. A la naturaleza totalitaria y aislada de este estado Estado ¡ªanaliza¡ª se le suma una corrupci¨®n agravada por los cambios socioecon¨®micos, graves pautas de discriminaci¨®n contra las mujeres y una ausencia de educaci¨®n sexual. Todo ello ¡°crea una tormenta perfecta de victimizaci¨®n sexual omnipresente para las mujeres norcoreanas. No sorprende que los funcionarios gubernamentales norcoreanos crean que siempre pueden salirse con la suya en casos de violaciones y abusos sexuales¡±.
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