Internacional Reaccionaria; ?respuesta emancipadora?
Un an¨¢lisis de la actualidad internacional a trav¨¦s de art¨ªculos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista CTXT
Sacudida por la violencia xen¨®foba, partida por una crisis de legitimidad institucional y polarizada en torno a la esencia misma del pa¨ªs y qui¨¦nes deben formar parte de ¨¦l. As¨ª afronta la sociedad estadounidense las elecciones legislativas que renovar¨¢n la semana pr¨®xima buena parte de las dos C¨¢maras de su Congreso y redistribuir¨¢n el poder en los Estados federales. La cita promete ser un punto de inflexi¨®n en el mandato de Donald Trump. El presidente y su partido han gozado hasta ahora de una mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara de Representantes y el Senado. Sabedor de que podr¨ªa perderla el pr¨®ximo 6 de noviembre, Trump ha sacado el librillo trumpiano y apretado el acelerador en el asunto que defini¨® su ascenso pol¨ªtico: el miedo a la inmigraci¨®n.
El presidente anunci¨® el env¨ªo de miles de soldados (para el mi¨¦rcoles por la noche la cifra hab¨ªa ascendido a 15.000) a la frontera con M¨¦xico para detener la ¡°invasi¨®n¡± de la caravana de decenas de miles de migrantes centroamericanos que se disponen a pedir asilo en suelo estadounidense. Horas despu¨¦s, declar¨® su intenci¨®n de cancelar por decreto la concesi¨®n de la ciudadan¨ªa a los hijos de inmigrantes nacidos en EE UU, contraviniendo as¨ª la decimocuarta enmienda constitucional, aprobada en 1868 para otorgar la ciudadan¨ªa a los antiguos esclavos. Todo vale en campa?a, en especial contra quienes no votan.
En la web de The New Yorker, John Cassidy analiza el giro estrat¨¦gico de Trump a una semana de las elecciones, con el pa¨ªs todav¨ªa compungido tras el tiroteo en una sinagoga de Pittsburgh la semana pasada. Todo una ¡°Operaci¨®n Distracci¨®n¡±, seg¨²n Cassidy, bien apuntalada por unos medios de comunicaci¨®n incapaces de seguir otra agenda que la impuesta desde la Casa Blanca. ¡°Por supuesto, no hay ninguna invasi¨®n¡±, escribe Cassidy, ¡°ni tan siquiera una amenaza de invasi¨®n. Pese a su aumento en los ¨²ltimos meses, los cruces fronterizos ilegales ascienden a apenas un cuarto de los que se daban en el a?o 2000¡±. (Aunque ha aumentado la migraci¨®n de centroamericanos que huyen de la violencia, la de mexicanos, inmensa mayor¨ªa anta?o, se ha desplomado en la ¨²ltima d¨¦cada).
Cassidy se?ala que la caravana de inmigrantes se encuentra a casi 2.000 kil¨®metros de EE UU y que, incluso si lograse llegar a suelo estadounidense, los 60.000 efectivos de la Guardia Fronteriza podr¨ªan hacerse cargo de ellos. Poco le importan esos detalles a Trump, decidido a aumentar la participaci¨®n de un electorado republicano ¡°del que tiene una opini¨®n muy baja¡±. Por eso, con el apoyo de varios pesos pesados del partido, ¡°promete mandar el ej¨¦rcito, reescribir la Constituci¨®n y vaya usted a saber qu¨¦ en los pr¨®ximos d¨ªas¡±.
Precisamente sobre la construcci¨®n de un aparato de represi¨®n migratoria trata el reportaje estrella de la ¨²ltima edici¨®n de la revista Harper¡¯s, en colaboraci¨®n con Texas Monthly. Escrita con un febril pulso narrativo, la cr¨®nica de Melissa del Bosque entrelaza la turbadora historia personal de una ciudadana estadounidense enredada en la trama del Customs and Border Protection (CBP), la guardia fronteriza estadounidense, con un riguroso estudio de la misma. En ¨¦l, Del Bosque repasa los or¨ªgenes de la instituci¨®n, bien enraizada en la ¡°paranoia de la Guerra Fr¨ªa¡± y c¨®mo los sucesivos gobiernos de ambos signos la han ido fortificando, dot¨¢ndola de poderes ¨Ce impunidad¨C sin parang¨®n dentro del sistema de justicia criminal estadounidense, mientras expand¨ªan su ¨¢mbito de actuaci¨®n geogr¨¢fico y jurisdiccional. ¡°Resulta que la definici¨®n legal de ¡®la frontera¡¯ es inquietantemente amplia¡±, escribe Del Bosque. ¡°Unos 200 millones de personas ¨Ccasi dos tercios de los estadounidenses¨C viven dentro de la ¡®zona fronteriza¡¯, definida por el Departamento de Justicia como el ¨¢rea incluida en 100 millas a¨¦reas de cualquier l¨ªmite terrestre o costero de los EE UU¡±.
Trump ha prometido expandir a¨²n m¨¢s el CBP y ha convertido al organismo y su sindicato en s¨ªmbolos de su guerra contra el inmigrante, que se extiende tanto a los indocumentados como a las decenas de millones de inmigrantes que residen legalmente en el pa¨ªs. El legendario programa de radio documental This American Life dedicaba un reciente episodio al sinf¨ªn de maneras en las que el Gobierno de Trump est¨¢ tratando de dinamitar las avenidas de emigrar a Estados Unidos. La estrategia consiste en desmantelar concienzudamente el programa de admisi¨®n de refugiados, estirar los plazos de todo tipo de solicitudes con el fin de que el des¨¢nimo empuje a los aspirantes a retirarlas y en abrir una pugna interna en la Administraci¨®n para dar carpetazo a programas como el que impide que medio mill¨®n de personas sean deportadas a pa¨ªses en guerra o en recuperaci¨®n tras una cat¨¢strofe natural. El programa resulta en un cuadro cubista de un Gobierno empe?ado en Hacer a Am¨¦rica Blanca Otra Vez.
Supremacismo asesino
Hay quienes recogen el guante para empu?ar el gatillo. Se van conociendo m¨¢s detalles sobre Robert Bowers, el asesino de la sinagoga de Pittsburgh, y sus motivaciones. La escritora rusa Masha Gessen analiza la fijaci¨®n de Bowers por la Asociaci¨®n Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS, en sus siglas en ingl¨¦s). La asociaci¨®n, fundada en 1881 para ayudar a los jud¨ªos que hu¨ªan de los pogromos de la Rusia zarista, fue despu¨¦s adapt¨¢ndose a los tiempos y termin¨® enfocando su labor en otros colectivos excluidos que buscan refugio. Fue esta labor la que le granje¨® el odio de la extrema derecha sionista, que la acusa de lucrarse incitando la admisi¨®n de refugiados sirios, y de supremacistas blancos como Bowers.
¡°Bowers no es la ¨²nica persona aparentemente obsesionada con la HIAS¡±, escribe Gessen. ¡°La extrema derecha lleva un buen tiempo diabolizando a la organizaci¨®n. La derecha antisemita ha acusado a la HIAS de traer a inmigrantes a Estados Unidos en un sistema urdido para, supuestamente, beneficiar a los jud¨ªos¡±. Gessen, que conoce de primera mano la labor de la HIAS al ser ella misma refugiada, repasa los mensajes del asesino en foros de Internet, que guardan una semejanza escalofriante con los tuits de Trump. ¡°A la HIAS le gusta traer invasores que matan a nuestro pueblo. No puedo quedarme quieto y ver a mi gente masacrada. Me da igual c¨®mo quede esto, voy a entrar hasta el fondo¡±.
Para Gessen hay una correa de transmisi¨®n directa entre el discurso de Trump y las convicciones de asesinos como Bowers. ¡°El presidente aviva la llama del odio a los inmigrantes, los transexuales y los musulmanes. En la mente de Bowers, el HIAS, con su compromiso de ayudar a los desplazados del mundo, se convierte en el blanco perfecto de todos los odios. El mensaje de Trump se transforma en la idea de que Washington no est¨¢ haciendo lo suficiente, terrorista es igual a refugiado, que es igual a HIAS, que es igual a jud¨ªo¡±. La imagen del mundo de Bowers, apunta Gessen, es ¡°un reflejo distorsionado de Donald Trump¡±. A veces el reflejo aparece casi inmaculado, sin mediar distorsi¨®n alguna. Esta misma semana, a escasos cuatro d¨ªas de la masacre de Pittsburgh, el propio Trump insinuaba otra teor¨ªa conspirativa favorita de la extrema derecha supremacista, que sostiene que el multimillonario jud¨ªo George Soros est¨¢ detr¨¢s de la caravana de migrantes hondure?os que camina hacia Estados Unidos. ¡°No me extra?ar¨ªa¡±, dec¨ªa el presidente.
No es la mano de Soros, sino la del T¨ªo Sam la que empuja a los centroamericanos hacia el Norte. As¨ª lo cuenta Bel¨¦n Fern¨¢ndez en la web en ingl¨¦s de Al Jazeera. Fern¨¢ndez propone una sucinta lecci¨®n de historia, que repasa desde la guerra sucia de las Contras financiadas por Reagan en los ochenta al apoyo al r¨¦gimen de extrema derecha de El Salvador ¨Ccuyas decenas de miles de asesinatos empujaron a muchos a huir hacia Estados Unidos, donde algunos se sumaron a pandillas antes de ser deportados de vuelta a sus pa¨ªses por Bill Clinton¨C, hasta el asesinato o desaparici¨®n de 200.000 guatemaltecos tras el golpe apoyado por la CIA en 1954.
Su relato no termina con la Guerra Fr¨ªa. Tiene un cap¨ªtulo clave en el golpe apoyado por EE UU en 2009 en Honduras, que dio paso a un ¡°clima general de impunidad que permiti¨® una escalada de homicidios¡±. Por algo Honduras, pa¨ªs de origen, precisamente, de la caravana que anima la campa?a de Trump, luce el t¨ªtulo de ¡°capital mundial del asesinato¡±. La ¡°verdad inc¨®moda¡±, concluye Fern¨¢ndez, es que ¡°la pol¨ªtica exterior de EE UU en Centroam¨¦rica en las ¨²ltimas d¨¦cadas ¨Ccompuesta por ¡®ayuda masiva¡¯ a dictadores, escuadrones de la muerte y otras entidades violentas¨C es la primera a la que hay que agradecer la migraci¨®n hacia EE UU¡±.
Era de esperar que Trump agite el fantasma de la ¡°invasi¨®n¡± inmigrante para pescar votos. Lo sorprendente es que se est¨¦ forjando una alternativa pol¨ªtica en las ant¨ªpodas de su mensaje nativista. Y que tenga ¨¦xito. La ortodoxia de los gur¨²s demosc¨®picos viene augurando desastres para quienes acepten el marco de la derecha situando la inmigraci¨®n en el centro del debate. Pues bien ¨Cy en esto tambi¨¦n es novedoso EE UU¨C avanza en los ¨²ltimos tiempos una corriente que no s¨®lo no reh¨²ye ese marco, sino que bien podr¨ªa hacerlo reventar.
As¨ª lo cuenta el editor de la revista N+1, el historiador Greg Afinogenov, quien hace hincapi¨¦ en el efecto aglutinador de las im¨¢genes del horror en la frontera que, dice, han definido ya la presidencia de Trump, llevando a muchos a cuestionar hasta su ra¨ªz las pol¨ªticas migratorias del pa¨ªs en los ¨²ltimos cincuenta a?os. ¡°Las masas liberales o apol¨ªticas que est¨¢n dispuestas a hacer una analog¨ªa entre los campos de concentraci¨®n de inmigrantes y el Holocausto han aceptado, no siempre conscientemente, la dignidad moral de los inmigrantes, la imposibilidad de negociar o transigir con el sistema que los detiene, y lo inadecuado del voto como ¨²nico medio para destruirlo. Estamos ante una oportunidad de gran importancia¡±.
Contraataque racializado
Algunos la est¨¢n aprovechando. Los vigorosos movimientos por los derechos de los inmigrantes (por el derecho a tener derechos) empiezan a cristalizar en la pol¨ªtica institucional. Impulsados por la barbarie de pol¨ªticas como la separaci¨®n de familias en la frontera, y aupados tambi¨¦n por los cambios demogr¨¢ficos de un pa¨ªs cada vez m¨¢s diverso, surgen por todo el pa¨ªs candidatos del ala m¨¢s progresista del partido dem¨®crata ¨Ca menudo afiliados a partidos a la izquierda de este¨C que han puesto la inmigraci¨®n en el centro de su discurso y su programa. La periodista Kim Kelly repasa en Teen Vogue algunas de las figuras m¨¢s destacadas de la insurrecci¨®n, que tomaron por sorpresa a candidatos del aparato del partido dem¨®crata en las primarias y van camino de copar buena parte del congreso.
Lejos de replegarse, estos j¨®venes, en su mayor¨ªa mujeres de minor¨ªas raciales, deciden jugar el partido en el terreno supuestamente hostil de la inmigraci¨®n, con un mensaje inclusivo y a menudo radical. Propugnan pol¨ªticas como la abolici¨®n de la polic¨ªa migratoria o la legalizaci¨®n masiva de indocumentados. Y est¨¢n arrastrando al Partido Dem¨®crata, incluidos sus pesos m¨¢s pesados y conservadores, a posturas en materia migratoria que les sit¨²an a la izquierda del centroizquierda y de buena parte de la izquierda europea.
Donde asoma un duro invierno para la izquierda es en Brasil. No hubo vuelco, y se impuso el l¨ªder ultraderechista, nost¨¢lgico de la dictadura militar, que promete perseguir a la oposici¨®n pol¨ªtica y las minor¨ªas. ?Cu¨¢ndo se jodi¨® el Brasil? Es la pregunta vargallosesca que ronda el an¨¢lisis de quienes miran consternados al pa¨ªs de la samba. En una autopsia plagada de claves en forma de mapas demogr¨¢ficos y an¨¦cdotas de mucho valor, la revista australiana Overland repasa las claves de la victoria de Bolsonaro. ¡°El fascismo es amorfo en cualquier era, pero en la ¨¦poca de las fake news, la negaci¨®n de la evidencia ¨Cdel debate racional¨C es m¨¢s f¨¢cil que nunca¡±, se?ala Freg J. Stokes, el autor del art¨ªculo, que lleva un mes recorriendo Brasil abastecido de agudas preguntas y en busca de respuestas.
¡°Bolsonaro se ha sabido convertir en un test de manchas de tinta Rorschach: cada votante puede elegir el elemento de su intolerancia y violencia que les resulte atractivo, e ignorar las partes en las que ataca a su propio grupo. Es una especie de interseccionalidad a la inversa, donde los oprimidos se vuelven contra los oprimidos, y acto seguido hacen pi?a para elegir a un defensor reaccionario de las ¨¦lites empresariales y militares del pa¨ªs¡±. Stokes concluye que Brasil presenta una siniestra novedad para el futuro el resto del mundo: el fascismo multicultural. ¡°El antisemitismo nazi no asoma aqu¨ª, al menos no expl¨ªcitamente. En su lugar, el enemigo es una (racializada) subclase criminal, mezclada con la oposici¨®n izquierdista criminalizada y con unas dosis de desviados sexuales asimismo criminalizados¡±.
Canad¨¢ lo festeja
?Alegren esa cara! Eso parece decir la radiotelevisi¨®n p¨²blica canadiense, que publicaba un an¨¢lisis con un t¨ªtulo para enmarcar: ¡°El nuevo presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, es un derechista que se inclina por unos mercados m¨¢s abiertos. Esto podr¨ªa suponer nuevas oportunidades para las empresas canadienses que busquen invertir en el pa¨ªs, rico en recursos¡±. El art¨ªculo esconde, sin embargo, una realidad incuestionable: el capital extranjero, en especial el extractivista que Canad¨¢ domina, tiene mucho que ganar con Bolsonaro. ¡°Para las empresas canadienses, la presidencia de Bolsonaro podr¨ªa abrir nuevas oportunidades de inversi¨®n, ya que se ha comprometido a recortar regulaciones medioambientales en la selva del Amazonas y a privatizar empresas estatales¡±. Con el 60% de las empresas de miner¨ªa que cotizan en Bolsa haci¨¦ndolo en el mercado de valores de Toronto, concluye el art¨ªculo, ¡°las p¨¦rdidas para la selva del Amazonas bajo el Gobierno de Bolsonaro podr¨ªan traducirse en grandes ganancias para los inversores canadienses¡±.
Los tenedores de capital brasile?os tampoco parecen demasiado preocupados. En una entrada de su blog, el periodista econ¨®mico Doug Henwood compara la evoluci¨®n de la Bolsa brasile?a y la mexicana a partir de las elecciones de Bolsonaro y el l¨ªder de centroizquierda Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Los mercados mexicanos registraron una fuerte ca¨ªda ¨Cdel 17,9 %¨C que coincide casi al mil¨ªmetro con el ascenso del 19,4% en Brasil desde la primera vuelta de las elecciones. ¡°?Qu¨¦ importa el derramamiento de sangre cuando se puede ganar dinero?¡±, se pregunta Henwood.
El que se relame es Steve Bannon. El exsesor de Donald Trump, antiguo estratega en jefe de la Casa Blanca y Cid Campeador de la Alt-Right, cuenta entre sus escasas virtudes con un desinhibido don para el oportunismo ¨Cy su reverso, la desverg¨¹enza-. Se desliz¨® por Italia cuando oli¨® el aroma pardo-padano de Matteo Salvini. Degust¨® un gulasch en Praga para hacerse la foto con la extrema derecha de la Europa del Este, no se fuera a decir. Y ahora se aparece en el Cono Sur con una entrevista a favor de obra en el diario chileno El Mercurio, en la que destila la euforia de quien ha dejado el bourbon por las caipiri?as.
Bannon, que se apresura a recalcar que se reuni¨® con los hijos del presidente Bolsonaro en Nueva York hace unas semanas para asesorarlos, celebra el ascenso del ¡°h¨¦roe¡± al tiempo que se declara ¡°antifascista¡±, ¡°individualista¡± y ¡°partidario de la deconstrucci¨®n del Estado administrativo¡±, antes de regalar un piropo al Chile de Pi?era, v¨ªa Pinochet, con un entra?able sentido de la alt-history, en la que los Chicago Boys aparecen disfrazados de Chicos del Valpara¨ªso (?ser¨ªa Clint Eastwood Patricio Guzm¨¢n con botas cowboy-gaucho?): ¡°Lo incre¨ªble es que ustedes le dieron una lecci¨®n a los grandes iconos conservadores, Margareth Thatcher y Ronald Reagan¡±.
Quien se apunta a un bombardeo, y por supuesto al proyecto de la Internacional Reaccionaria que capitanea, despu¨¦s de muerto, Bannon, es Benjam¨ªn Netanyahu. El primer ministro israel¨ª fue el primero en felicitar a Trump e invitarle a su pa¨ªs, y sus asesores parecen haber filtrado a Haaretz que planea acudir a la investidura del exmilitar en Brasilia. En Le Monde Diplomatique, Dominique Vidal detalla el peligroso baile del l¨ªder israel¨ª con la extrema derecha europea. Netanyahu, cuenta el periodista e historiador, ha apostado por hacer un frente com¨²n antiislamista con personajes del pelaje del primer ministro h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n o el l¨ªder ultraderechista holand¨¦s Geert Wilders. ¡°Esto lo dice todo¡±, apunta Vidal. ¡°En su cruzada contra los palestinos, la derecha y ultraderecha israel¨ª est¨¢ dispuesta a formar cualquier alianza, por imp¨ªa que resulte. De modo que el flirteo que Netanyahu y sus aliados vienen llevando a cabo con los partidos de la derecha populista europea aparece ya como una pasi¨®n duradera, incluso si estos objetos de su deseo apenas son capaces de disimular su antisemitismo¡±.
Izquierda solitaria y final
?Qu¨¦ propone pues la izquierda? Algunos llaman al repliegue identitario, convencidos de que para cerrar la herida de los Trump, Netanyahu u Orb¨¢n toca apretar las filas patrias, incluso si eso supone dar la espalda a los inmigrantes. Otros, como el escritor Jamie Merchant, alertan contra la tentaci¨®n del nacionalismo, por muy econ¨®mico u obrerista que luzca. En un ambicioso art¨ªculo publicado en The Baffler, y traducido esta semana para CTXT por ?lvaro San Jos¨¦, Merchant aboga por resucitar una vieja bandera de la izquierda: el internacionalismo. ¡°Aceptar el marco del nacionalismo econ¨®mico¡±, arguye Merchant, ¡°es creer que los trabajadores de diferentes pa¨ªses est¨¢n obligados de forma inevitable a competir econ¨®micamente entre ellos, por lo que las ganancias obtenidas por los trabajadores de un pa¨ªs s¨®lo se consiguen a costa de las p¨¦rdidas de otros. En esta ¨¦poca de rechazo popular contra los fracasos de la globalizaci¨®n, esto podr¨ªa parecer plausible, pero los socialistas y la izquierda en general no deber¨ªan dar cabida a este tipo de posturas. La l¨®gica del nacionalismo econ¨®mico resulta fat¨ªdica para las perspectivas de revitalizar la izquierda. Es precisamente la lucha compartida contra la depredadora plutocracia mundial, que est¨¢ acumulando m¨¢s riqueza que nunca, la que deber¨ªa unir a los trabajadores m¨¢s all¨¢ de las fronteras nacionales¡±.
Se pueden re¨ªr, acusar a Merchant de iluso, pero mientras lo hacen la derecha de los Bannon y Bolsonaro parapeta su Internacional Reaccionaria, al tiempo que la izquierda repliega velas y renuncia al universalismo... ?Alguien da m¨¢s?
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