La ¡°traici¨®n¡± de L¨®pez Obrador
El presidente electo es tal vez el mexicano que mejor conoce el tejido social y pol¨ªtico de este M¨¦xico. Como opositor ha experimentado todos y cada uno de los pliegues del sistema
Faltan 10 d¨ªas para que inicie el Gobierno de L¨®pez Obrador, pero sus cr¨ªticos ya han decidido que ser¨¢ un fracaso y no pocos de sus seguidores comienzan a hablar de una traici¨®n a las banderas populares que le hicieron triunfar. ¡°Gan¨® con la izquierda, gobernar¨¢ con la derecha¡± se dice en ambos extremos del espectro pol¨ªtico.
Las cr¨ªticas se alimentan de las pol¨¦micas medidas que el presidente electo o sus colaboradores m¨¢s cercanos han anunciado en los ¨²ltimos d¨ªas. Un proyecto de seguridad p¨²blica que a juicio de muchos nos pone en mano de los militares; un consejo asesor empresarial en el que predominan conspicuos miembros de lo que ¨¦l denominaba ¡°mafia del poder¡±; la reiteraci¨®n de que no perseguir¨¢ a los corruptos del pasado. De todo esto se concluye que el candidato del cambio a favor de los pobres, ha pactado una alianza con las ¨¦lites.
Los que as¨ª opinan no lo conocen. El hombre puede abrigar dudas sobre los atajos del camino pero tiene claro a donde quiere llegar. La obstinaci¨®n es el rasgo predominante de su personalidad. Nada va a desviarlo de su deseo de trascender a la historia como el presidente de los pobres y la justicia social. Otra cosa es la manera en que ¨¦l cree que pueda conseguirlo.
L¨®pez Obrador es tal vez el mexicano que mejor conoce el tejido social y pol¨ªtico de este pa¨ªs. A lo largo de 40 a?os ha recorrido varias veces la totalidad del territorio y como opositor ha experimentado todos y cada uno de los pliegues del sistema, sus botones y palancas, su poder y sus alcances.
A diferencia de Salvador Allende o de Hugo Ch¨¢vez (haciendo abstracci¨®n de los enormes contrastes) entiende que cambiar al r¨¦gimen enfrent¨¢ndolo desde la presidencia es inviable. Los poderes f¨¢cticos y la dependencia de los mercados financieros y comerciales son un formidable adversario.
Asume que la ¨²nica manera de enfrentar a los poderes ¡°amafiados¡± es ¡°desamafi¨¢ndolos¡±. Impedir que se consoliden en contra tuya. No puedes desafiar al Ej¨¦rcito al mismo tiempo que te echas encima a la iniciativa privada en su conjunto o a los grandes sindicatos preexistentes.
L¨®pez Obrador quiere neutralizar o sumar a unos mientras se ocupa de otros. Abre un frente de batalla pero mima a los posibles aliados de su rival. Cancela la construcci¨®n del nuevo aeropuerto, proyecto de 13.000 millones de d¨®lares, perjudicando a algunos de los mayores empresarios del pa¨ªs mientras incorpora a su consejo a otros con igual o misma fuerza; pone en retiro al poderoso y elitista Estado Mayor Presidencial, pero hace gui?os irresistibles a los militares ofreci¨¦ndoles una carta de legitimidad; anuncia leyes m¨¢s restrictivas a la miner¨ªa (que desploman el valor accionario de empresas propiedad de Germ¨¢n Larrea y Alberto Bailleres, segundo y tercero m¨¢s ricos de M¨¦xico) mientras se abre de brazos a la criticada luna de miel con Televisa y TV Azteca, hasta hace meses ¡°envenenaban al pueblo¡±. La ruta de equilibrista en la que incurre L¨®pez Obrador tiene indudables riesgos, pero entiende que es la ¨²nica viable. Conf¨ªa en sus habilidades de prestidigitador para pactar con unos mientras hace ajustes de cuentas con los otros.
A inicios de la campa?a anunci¨® una pol¨¦mica alianza con el PES, un partido cristiano conservador. L¨®pez Obrador no cedi¨® pese a la unanimidad de las cr¨ªticas. Necesitaba aliados para defender el voto y asum¨ªa que era un compa?ero de viaje inofensivo que no influir¨ªa en su propio derrotero. Una incongruencia ideol¨®gica sin consecuencias aparentes a cambio de una ventaja log¨ªstica de cara a su objetivo final. Se trata ahora de la misma t¨¢ctica, salvo que los militares o Televisa son tiburones comparados al goldfish de pecera que era el PES.
Esperemos que lleve bien las cuentas. El riesgo de esta estrategia es que los grupos privilegiados con los que se al¨ªa se consoliden en detrimento de las posibilidades de cambio. En otras palabras, que la factura pol¨ªtica de los televisos o de los l¨ªderes sindicales corruptos sea m¨¢s onerosa que las ¡°utilidades¡± de cambio social obtenidas con los mineros y otros frentes. Algunas de sus acciones consolidan su objetivo de llevar a cabo una cuarta transformaci¨®n, otras la ralentizan o de plano la obstaculizan.
Una ¨²ltima observaci¨®n sobre la llamada militarizaci¨®n de la seguridad p¨²blica a la que, se dice, L¨®pez Obrador ha convocado. Otra vez, un caso de estrategia. El combate a los poderosos carteles no puede prescindir del ej¨¦rcito; ergo, se legitima el rol de los soldados y al mismo tiempo se les desmilitariza sometiendo a la instituci¨®n a un largo proceso de ¡°secularizaci¨®n¡±. No es ideal, pero quiz¨¢ la ¨²nica medida posible en lo inmediato, pese a los golpes de pecho que esto provoque.
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