Una oportunidad para parar la guerra de Yemen
Los ministros de Exteriores de las dos partes enfrentadas en el pa¨ªs ¨¢rabe explican a EL PA?S sus expectativas sobre las conversaciones que la ONU organiza en Estocolmo
Un avi¨®n de la ONU ha despegado este lunes de San¨¢, la capital de Yemen, con 50 heridos de guerra Huthi que van a ser tratados en Om¨¢n. El gesto, finalmente aceptado por el Gobierno que reconoce la comunidad internacional y muy celebrado por el Gobierno rebelde, desbloquea los esfuerzos hasta ahora infructuosos de Naciones Unidas para sentar a hablar a ambas partes, en guerra desde hace casi cuatro a?os. Nadie se hace ilusiones. El camino es a¨²n largo y lleno de escollos. EL PA?S ha entrevistado a los ministros de Exteriores de los dos lados del conflicto, Khaled al Yemani y Hisham Sharaf, y aunque sus posiciones no pueden ser m¨¢s distintas, ambos dicen querer que el enviado especial de la ONU, Martin Griffiths, tenga ¨¦xito.
¡°Queremos darle todas las posibilidades al se?or Griffiths, que se logre algo en Estocolmo¡±, asegura Al Yemani, titular de Exteriores del Gobierno en el exilio de Abdrabbo Mansur Hadi, por tel¨¦fono desde Riad. ¡°Estamos listos para la paz porque estamos hartos de esta guerra sin sentido¡±, afirma por su parte Sharaf, del Gobierno de Salvaci¨®n Nacional formado en San¨¢ por Ansarullah (el movimiento de los rebeldes Huthi) y la rama del Congreso General Popular (CGP) del asesinado expresidente Ali Abdal¨¢ Saleh que apoy¨® la rebeli¨®n. Sobre unos y otros pende la amenaza de hambruna que acecha a casi la mitad de los 28 millones de yemen¨ªes.
La cita es a partir de este martes en el castillo de Johannesbergs, a una veintena de kil¨®metros del aeropuerto de Estocolmo. Antes de ponerse en marcha, la delegaci¨®n gubernamental, que encabeza Al Yemani, espera a que sus adversarios tomen el avi¨®n que Kuwait ha cedido para recogerles. ¡°Tenemos que estar seguros de que la otra parte va a estar all¨ª¡±, justifica el ministro, poniendo en evidencia la enorme desconfianza entre ellos. El pasado septiembre, los Huthi se negaron a viajar a Ginebra porque la coalici¨®n ¨¢rabe que respalda a Hadi impidi¨® la salida de sus heridos de guerra. Al frente de la delegaci¨®n rebelde se encuentra ahora Mohamed Abdelsalam, el portavoz de Ansarullah.
El objetivo de las conversaciones, ¡°consultas¡± las llama Sharaf, es establecer unas medidas de confianza b¨¢sicas que consoliden la pausa en los combates alcanzada a mediados de noviembre y permitan negociar la transici¨®n pol¨ªtica a la que aspira la ONU. El intercambio de los prisioneros de guerra parece el punto m¨¢s avanzado. Al Yemani cifra en 600 los rebeldes en manos de las fuerzas gubernamentales, y espera la liberaci¨®n de unos 4.000 detenidos de su campo, incluidos el general Mahmud al Subaihi, que era ministro de Defensa cuando los Huthi se hicieron con el poder a principios de 2015, un hermano del presidente Hadi y otros dos altos cargos presos desde entonces. Sharaf habla de ¡°varios cientos¡± sin precisar. La Cruz Roja va a encargarse de gestionar el intercambio.
Ambas partes est¨¢n de acuerdo en la necesidad de fortalecer el Banco Central para que pueda empezar a pagar a los funcionarios. Pero ah¨ª acaba toda coincidencia. Mientras Al Yemani dice que el pasado viernes empezaron a abonar las pensiones de los jubilados y que pronto esperan hacer lo mismo con los sueldos del personal sanitario, Sharaf asegura que a¨²n no se ha llevado a cabo. Este punto es crucial pues desde el inicio de la guerra, los salarios de los 1,2 millones de empleados p¨²blicos eran pr¨¢cticamente la ¨²nica fuente de ingresos de las familias yemen¨ªes y hace ya 18 meses que no los reciben. Como resultado muchos maestros, m¨¦dicos, enfermeras o responsables del mantenimiento de las plantas de agua dejaron de acudir a sus puestos de trabajo porque ni siquiera pueden costearse el transporte. La mayor¨ªa de los funcionarios, como de la poblaci¨®n, vive en la zona bajo control Huthi, rodeada por fuerzas gubernamentales.
De ah¨ª la importancia de la tercera medida de confianza: la reapertura del aeropuerto de San¨¢. La coalici¨®n ¨¢rabe, bajo cuyo control est¨¢ el espacio a¨¦reo yemen¨ª, lo cerr¨® al tr¨¢fico comercial hace dos a?os. ¡°Es clave para la paz, si no se materializa no habr¨¢ nada que podamos llamar proceso de paz¡±, subraya Sharaf marcando una l¨ªnea roja. Pero el otro lado desconf¨ªa, temeroso de que los rebeldes lo usen para abastecerse de armas. ¡°Si como les propusimos hace unos meses aceptan que todos los aviones entren y salgan por el aeropuerto de Ad¨¦n [bajo control del Gobierno de Hadi], ma?ana mismo podemos abrir el de San¨¢¡±, declara Al Yemani. ¡°Estamos dispuestos a cooperar con la ONU para que verifique que no violamos la ley, pero no aceptamos esa condici¨®n¡±, responde su rival.
Finalmente, antes de pasar a los temas mayores, en Suecia se va a abordar que ¡°todas las partes faciliten el acceso de la asistencia y ayuda humanitaria¡±. El Gobierno de Hadi (y algunas ONG internacionales) acusa a los Huthi de bloquear el paso de los camiones que distribuyen los alimentos, de apropiarse de su contenido y de venderlo en el mercado negro. ¡°Si usted va a San¨¢, puede verlo con sus propios ojos¡±, sugiere Al Yemani. ¡°Que nos den pruebas. En todas las guerras hay gente que comete abusos; hemos pedido a la ONU que nos facilite los datos para que podamos tomar medidas¡±, se defiende Sharaf.
Solo si las dos partes alcanzan un consenso en estos cuatro puntos, se pasar¨¢ a las negociaciones propiamente dichas. ¡°Si no se logra nada, tendremos derecho a avanzar sobre Hodeida¡±, advierte Al Yemani dejando claro el riesgo del fracaso. Hodeida, el ¨²ltimo gran puerto en manos de los rebeldes, es desde el pasado junio el principal frente activo. Dado que por sus d¨¢rsenas entra el 70% de los alimentos, significa tambi¨¦n la diferencia entre la vida y la muerte para los 14 millones de yemen¨ªes amenazados por el hambre. Los Huthi han aceptado la gesti¨®n conjunta del puerto con la ONU, pero no retirarse de la ciudad. ¡°Es nuestra ciudad. No vamos a dejarla en manos de sudaneses, emirat¨ªes y saud¨ªes¡±, proclama Sharaf en referencia a las tropas que apoyan a las fuerzas gubernamentales.
Si los rebeldes acusan a sus vecinos de haber desatado una guerra innecesaria, el Gobierno de Hadi ve a sus rivales como un instrumento de Ir¨¢n. ¡°Si Ir¨¢n deja de intervenir en los asuntos de los yemen¨ªes, nosotros podemos resolver nuestros problemas ma?ana¡±, defiende Al Yemani. Sharaf, por su parte, niega esa ayuda. ¡°No estamos recibiendo ninguna asistencia de Ir¨¢n, aunque no me importar¨ªa tenerla¡±, concede. ¡°Hay quien afirma que algunas facciones Huthi reciben apoyo de la Guardia Revolucionaria, pero yo no lo he visto¡±.
Desde ambos lados se defiende que los Huthi tienen que tener una presencia pol¨ªtica en un futuro Yemen. ¡°Si aceptan la resoluci¨®n 2216 [del Consejo de Seguridad de la ONU], son bienvenidos y veremos la forma de su participaci¨®n hasta las elecciones generales¡±, admite Al Yemani. Pero para su Gobierno, esa resoluci¨®n, que exige revertir el golpe de Estado Huthi y que este grupo entregue las armas y se convierta en un partido pol¨ªtico, es innegociable. ¡°No podemos aceptar que un grupo rebelde tipo Hezbol¨¢ controle el pa¨ªs. No somos L¨ªbano¡±, insiste.
¡°Ya no somos una milicia. Tenemos tropas organizadas¡±, le responde Sharaf que insiste en que ¡°cualquier arreglo de seguridad y entrega de armas debe aplicarse a todas las milicias y grupos militares en todo Yemen¡±. ¡°No aceptaremos que el se?or Griffiths establezca condiciones s¨®lo para Ansarullah y el CGP en San¨¢¡±, resume, poniendo en evidencia la distancia que todav¨ªa tienen que recorrer las partes antes de que la esperanza que ha despertado la reuni¨®n de Estocolmo se convierta en un avance tangible para los yemen¨ªes.
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