El Campito, la tumba olvidada de 4.000 v¨ªctimas de la dictadura argentina
Organismos de Derechos Humanos se oponen al proyecto de Macri para construir una reserva natural en el lugar

La caravana de coches acaba de cruzar un ret¨¦n militar y levanta polvo detr¨¢s de un cami¨®n del Ej¨¦rcito. Como un tajo abierto en el bosque, el camino de tierra parece alg¨²n tipo de pasadizo secreto. A los lados, la pared de vegetaci¨®n es tupida y los rayos del sol no tocan el suelo. Cuesta creer que la ciudad de Buenos Aires est¨¢ a s¨®lo 30 kil¨®metros. O que a unos cien metros m¨¢s adelante habr¨¢ otro ret¨¦n, y luego una casa de material abandonada y m¨¢s bosque. Mucho m¨¢s dif¨ªcil es imaginar que hace 40 a?os, entre esas casuarinas, acacias y eucaliptos hubo galpones atestados de detenidos ilegales y salas de tortura. Estamos en El Campito, el centro de exterminio m¨¢s letal de la dictadura argentina: de los m¨¢s de 4.000 prisioneros que pasaron por all¨ª entre 1976 y finales de 1978 s¨®lo sobrevivieron una treintena. Representantes de organizaciones de Derechos Humanos visitaron este viernes el lugar. Est¨¢n en alerta ante la decisi¨®n de Mauricio Macri de construir all¨ª una reserva natural donde, seg¨²n, ¡°las familias podr¨¢n tomar mate y hacer deporte¡±.
El Campito estaba en el coraz¨®n de Campo de Mayo, el mayor predio militar de Argentina. En sus 5.000 hect¨¢reas alberga hoy escuelas del Ej¨¦rcito, una pista de aterrizaje, un hospital y hasta una prisi¨®n militar. En los setenta, la dictadura mont¨® all¨ª tres centros de detenci¨®n y una maternidad clandestina. Las estructuras de El Campito, destruidas en 1982 por el Ej¨¦rcito, lindaban con un peque?o aeropuerto. Desde all¨ª despegaban los aviones desde donde los represores arrojaban a sus v¨ªctimas vivas al R¨ªo de la Plata. El 14 de mayo de 1976, uno de esos cuerpos apareci¨® en las costas de Uruguay. Estaba atado de pies y manos con alambre y ten¨ªa una profunda herida abierta en una pierna. Era el cad¨¢ver de Floreal Avellaneda. Aquel d¨ªa, Floreal hubiese cumplido 15 a?os. Fue el detenido m¨¢s joven de El Campito. No estuvo s¨®lo. Durante dos semanas lo acompa?¨® Iris, su madre. Los militares se los llevaron juntos cuando su padre, un dirigente sindical afiliado al Partido Comunista, logr¨® escapar por la azotea de su casa.

Iris Avellaneda tiene hoy casi 80 a?os y es de las pocas supervivientes de El Campito. Su testimonio fue clave para reconstruir c¨®mo funcionaba el centro y para que en 2009 recibiese perpetua al general Omar Riveros, el responsable de la muerte de ¡°el Negrito¡±, como Iris llama a su hijo. ¡°Nuestro secuestro fue el 15 de abril del 76. Buscaban al pap¨¢, pero como no lo encontraron nos secuestraron al Negrito y a m¨ª. Al Negrito lo mataron como represalia¡±, dice la mujer. ¡°A m¨ª me trajeron primero y despu¨¦s a ¨¦l, pero yo nunca supe que ¨¦l estaba ac¨¢. Lo supe despu¨¦s, cuando estaba en libertad. Recuerdo poco porque estaba encapuchada. En un momento pedimos para salir al ba?o y el ba?o ten¨ªa esas puertas abiertas arriba, y me corr¨ª la venda y vi cuchas de perro¡±. Los perros. Los supervivientes recuerdan c¨®mo los perros los atacaban a mordiscones cada vez que un carcelero lo ordenaba.
El Campito tuvo capacidad para 200 detenidos a un mismo tiempo. En lo que alguna vez fueron caballer¨ªas se amontonaban los detenidos, encapuchados y encadenados sobre peque?os colchones. En otra estructura de material se encontraba la oficina de los guardias, junto a las salas de tortura. Iris se puso este viernes al frente de la comitiva que visit¨® El Campito. Est¨¢ alarmada por la posibilidad de que las pruebas contra los represores de Campo de Mayo se pierdan si finalmente se construye all¨ª un gran parque, como pretende Macri. El decreto presidencial aclara que las actividades del parque ¡°deber¨¢n garantizar la preservaci¨®n de todos los sitios de memoria del terrorismo de Estado" y "la realizaci¨®n de las investigaciones judiciales pertinentes". Pero las ONG desconf¨ªan. Las Abuelas de Plaza de Mayo advirtieron que el proyecto oficial pone en riesgo ¡°un espacio fundamental para la b¨²squeda de Memoria, Verdad y Justicia¡±.
En 1998, el presidente Carlos Menem firm¨® un decreto que ordenaba la demolici¨®n de la ESMA, el centro de detenci¨®n a cargo de la Armada. Las organizaciones lograron pararla porque hab¨ªa abiertas causas por delitos de lesa humanidad relacionadas con el edificio. En 2001, la Corte Suprema puso punto final al asunto y abri¨® las puertas a la creaci¨®n de un espacio de memoria hist¨®rica. ¡°Queremos que aqu¨ª haya un espacio como en la ESMA¡±, dice Jos¨¦ Schulman, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, una ONG que se ha puesto al frente de los reclamos por la preservaci¨®n de los restos de El Campito.

Ante una peque?a construcci¨®n de cemento, donde alguna vez hubo dos habitaciones y una cocina, est¨¢n reunidas casi un centenar de personas. Tras una ceremonia religiosa, un sacerdote pide recordar a las v¨ªctimas. La letan¨ªa hiela la sangre. Los nombres se suceden, a veces de a cuatro con el mismo apellido, toda una familia desaparecida. A cada nombre, la gente grita ¡°presente¡±. En el grupo est¨¢ Ren¨¦ Flores. Sus hermanos mayores fueron secuestrados entre 1976 y 1977 y est¨¢n desaparecidos. Flores nunca tuvo noticias de ellos, pero supone que al menos uno, Jorge, muri¨® en El Campito. ¡°Jorge desapareci¨® en Vicente L¨®pez y el centro clandestino correspondiente a esa zona era Campo de Mayo. Yo no tengo testimonio que haya pasado por ac¨¢ porque casi no hay sobrevivientes para atestiguarlo. Hoy es la primera vez que puedo venir a conocer el lugar donde creo que estuvo mi hermano¡±, revela Flores.
Si la ESMA est¨¢ toda all¨ª, sobre una de las principales avenidas de Buenos Aires, El Campito se oculta a la memoria. ¡°Ah¨ª estaban los galpones¡±, dice Schulman. Y se?ala hacia la maleza. ¡°Este lugar pudo reconocerse gracias a que Cacho Scarpati [otro superviviente, fallecido en 2008) record¨® unas marcas que hab¨ªa visto en un ¨¢rbol¡±. El ¨¢rbol a¨²n est¨¢ en su sitio. Tiene las cicatrices que le dejaron unos alambres que rodeaban el tronco. A unos pocos metros, est¨¢n los restos de las excavaciones que en 2010 realiz¨® el Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense. Los militares hicieron bien su trabajo de borrado de huellas. Los peritos s¨®lo encontraron los cimientos de algunas construcciones, hoy expuestos para que la justicia tenga pruebas de que all¨ª funcion¨® El Campito, el mayor centro de exterminio de la dictadura.
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