Las amenazas a defensores de los derechos humanos ponen en jaque a la democracia brasile?a
La Polic¨ªa desarticula el plan de una milicia para ejecutar al diputado de izquierdas Marcelo Freixo. Brasil es uno de los pa¨ªses que m¨¢s activistas mata: en 2017 se registraron m¨¢s de 60 ejecuciones
El pasado viernes, el diputado regional del PSOL (Partido Socialismo y Libertad), Marcelo Freixo, comparec¨ªa ante los periodistas en la Asamblea Legislativa de R¨ªo de Janeiro para comentar la noticia publicada por el diario O Globo, un d¨ªa antes, en la que se dec¨ªa que su vida podr¨ªa haberse acabado el s¨¢bado. La Polic¨ªa de R¨ªo hab¨ªa descubierto que unos milicianos, grupos paramilitares integrados por expolic¨ªas que controlan las actividades ilegales en los barrios pobres, planeaban matarlo. Si dicha acci¨®n no se hubiera descubierto, podr¨ªa haber sido el segundo pol¨ªtico de visibilidad asesinado en la ciudad en menos de un a?o en Brasil: en marzo, la edil Marielle Franco, tambi¨¦n de ese mismo partido de izquierdas, fue fusilada en plena calle junto con su ch¨®fer en una de las ¨¢reas m¨¢s populares del centro. Un crimen que, hasta la fecha, sigue sin esclarecerse.
La rueda de prensa convocada por el pol¨ªtico lleg¨® en una semana especialmente simb¨®lica: el mismo d¨ªa que se cumpl¨ªan nueve meses de la brutal ejecuci¨®n de Marielle y cuatro despu¨¦s del 70? aniversario de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos. Y, tambi¨¦n, en un contexto de creciente preocupaci¨®n ante un posible escenario de mayor vulnerabilidad a partir del a?o que viene, con la llegada al poder Jair Bolsonaro, un presidente de extrema derecha que declar¨®, poco antes de ganar las elecciones, que hac¨ªa falta "ametrallar a la petralhada", en alusi¨®n a los simpatizantes del izquierdista PT [Partido de los Trabajadores].
Las amenazas contra Freixo son la punta del iceberg y se extienden no solo a otras figuras p¨²blicas, sino tambi¨¦n a las que act¨²an alejadas de los focos, principalmente en el campo, con la defensa de la Reforma Agraria, de los derechos ind¨ªgenas o de los recursos naturales. Seg¨²n los datos de Front Line Defenders, que utiliza datos de la ONG brasile?a Comiss?o Pastoral da Terra, el pa¨ªs sudamericano est¨¢ entre los m¨¢s mort¨ªferos para los activistas: 60 de las algo m¨¢s de 300 ejecuciones que se produjeron en todo el mundo en 2017 corresponden a Brasil. Una cifra solo comparable a la de Colombia, M¨¦xico o Filipinas. "Lo de Marcelo Freixo es como si todo eso se coronase hoy. A¨²n no hemos logrado esclarecer la muerte de Marielle y ahora tenemos una amenaza a una persona directamente vinculada a ella", argumenta Eliana Sousa, activista y fundadora de la ONG Redes da Mar¨¦.
Freixo, que hace diez a?os presidi¨® en la Asamblea de R¨ªo una investigaci¨®n contra las milicias, ha sido elegido diputado federal este a?o. Actuar¨¢ en Brasilia con escolta de la polic¨ªa legislativa y espera seguir contando con su escolta personal, proporcionada por la Secretar¨ªa de Seguridad de R¨ªo desde hace 10 a?os, los d¨ªas que est¨¦ en su Estado. "La muerte de Marielle ha sido uno de los cr¨ªmenes m¨¢s sofisticados de la historia de R¨ªo de Janeiro. ?Qu¨¦ grupo es capaz, en el siglo XXI, de mandar matar a una concejala?", se pregunta el diputado. "Mientras esto no se solucione no se puede hablar de democracia en R¨ªo de Janeiro". "Los defensores de los derechos humanos no son defensores de delincuentes. Los defensores de los derechos humanos defienden la ley. Y la ley no puede permitir que un grupo tan criminal controle la vida de las personas", completa Freixo.
En Brasilia, Freixo tendr¨¢ como compa?ero de bancada del partido al diputado Jean Wyllys, que tambi¨¦n dijo estar recibiendo amenazas. ?l fue uno de los mayores adversarios de Bolsonaro en la C¨¢mara Federal e incluso lo desafi¨® directamente cuando el ahora presidente electo homenaje¨® al coronel Brilhante Ustra, torturador de Dilma Rousseff en la dictadura, durante la votaci¨®n para la destituci¨®n de la expresidenta, en 2016. Tras las palabras de Bolsonaro, Wyllys le lanz¨® un escupitajo.
Las amenazas al diputado federal hicieron que la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llamase al Gobierno brasile?o a tomar medidas para proteger su vida y a investigar las amenazas. "Es una reacci¨®n de la comunidad internacional a la inacci¨®n del Estado brasile?o ante una situaci¨®n que se viene prolongando en el tiempo y que, el ¨²ltimo a?o, se ha agravado mucho", dijo el parlamentario a EL PA?S. "Las constantes amenazas de muerte que recibo desde hace a?os, y que han pasado a incluir referencias expl¨ªcitas a mi familia, se intensificaron durante el proceso de destituci¨®n [impeachment] de la presidenta Dilma [Rousseff] y tras el asesinato de Marielle", a?adi¨®. "No puedo ir a ning¨²n sitio sin escolta, la necesito para proteger mi vida, as¨ª que es como si estuviera en cautiverio sin haber cometido ning¨²n delito, y encima soy yo la v¨ªctima. Eso est¨¢ afectando mucho a mi salud f¨ªsica y emocional".
La vida de la antrop¨®loga Debora Diniz, profesora de la Universidad de Brasilia (UnB) que defiende los derechos de las mujeres, tambi¨¦n ha cambiado por completo. En los ¨²ltimos meses ha recibido decenas de amenazas de muerte, hasta el punto de haber sido incluida en el Programa de Protecci¨®n a los Defensores de los Derechos Humanos del Gobierno y aconsejada a abandonar el pa¨ªs, una decisi¨®n que ha acabado tomando. Las acciones contra ella, que trabaja p¨²blicamente desde hace al menos 15 a?os, no son ninguna novedad. Pero dieron un salto de gravedad despu¨¦s de que acudiera al tribunal para defender la despenalizaci¨®n del aborto hasta la duod¨¦cima semana de embarazo. ¡°Soy v¨ªctima de ataques que ponen en riesgo el sentido de la democracia¡±, dice en declaraciones a EL PA?S.
Participaci¨®n del Estado
"En Brasil, nadie que lucha est¨¢ protegido. Hay varias medidas que las autoridades han de tomar", argumenta Jurema Werneck, directora da Amnist¨ªa Internacional en el pa¨ªs sudamericano. "Esa clase de amenazas y de asesinatos de los defensores no se producen sin la participaci¨®n del Estado", agrega. "Los silenciaron para que esas violaciones [a los derechos humanos] contin¨²en". En el caso de las amenazas a parlamentarios, como Freixo, Wyllys y Marielle, existe una amenaza extra a la democracia, dado que son "herramientas, independientemente de su posicionamiento pol¨ªtico, para su ejercicio".
Atila Roque, director de Ford Foundation en Brasil y exdirector de Amnist¨ªa Internacional en el pa¨ªs sudamericano, coincide en que "todos y todas los que se dedican a luchar por los derechos humanos" en Brasil ya han sufrido alguna amenaza. "Conmigo no fue diferente, y lo que hice fue tomar las precauciones y adoptar los protocolos de seguridad que me recomendaron en su momento".
En la d¨¦cada de los ochenta, todav¨ªa muy joven, Roque trabajaba directamente con conflictos agrarios y conviv¨ªa con los asesinatos "casi cotidianos" de l¨ªderes campesinos, religiosos y abogados que actuaban defendiendo el derecho a la tierra. "Uno de los cr¨ªmenes que m¨¢s me marc¨® fue el asesinato del Padre Josimo Tavares, en 1986, pocos d¨ªas antes de que nos encontr¨¢ramos en Imperatriz, Maranh?o [noreste del pa¨ªs], donde hab¨ªa quedado con ¨¦l. Acab¨¦ yendo a su entierro". "Esa tambi¨¦n es una rutina en la vida de la juventud de las favelas y periferias, especialmente en la de los j¨®venes negros que viven el d¨ªa a d¨ªa del racismo y de la militarizaci¨®n de los territorios en el que viven", apostilla.
Sousa, fundadora de Redes da Mar¨¦ que act¨²a en un complejo de favelas cariocas, tambi¨¦n ha sido objeto de amenazas en varias ocasiones y cree que la vulnerabilidad de hoy es mayor porque tambi¨¦n las denuncias han aumentado. Hay m¨¢s respuesta y resistencia de quienes son v¨ªctimas de una violencia que tambi¨¦n provoca el propio Estado. "Despu¨¦s de una operaci¨®n en la favela, al final siempre hay unas declaraciones oficiales que acaban saliendo en los peri¨®dicos y que ponen como sospechosos a los que viven all¨ª. Hoy, gracias a las redes sociales y otros medios, podemos tener acceso a otras voces y probar que las cosas no siempre son exactamente as¨ª. Si por un lado es positivo y expone lo que sucede, por otro nos hace m¨¢s vulnerables", argumenta. Hay, seg¨²n dice, un proyecto que "tiene como ideolog¨ªa un enfrentamiento que genera m¨¢s violencia", lo que se materializa en una amenaza a la democracia porque "en las ¨¢reas de favela y periferias las mismas leyes no son obedecidas o vistas porque es una favela, y las personas no son reconocidas como personas de derechos".
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