El largo rastro de Deng Xiaoping
El 18 de diciembre de 1978 el Partido Comunista impuso un cambio de rumbo. El significado hist¨®rico de aquel proceso trasciende el reformismo econ¨®mico
En la historia contempor¨¢nea de China, el a?o 1978 marca un punto de inflexi¨®n. Se cumplen ahora 40 a?os del inicio de la pol¨ªtica de reforma y apertura que abri¨® un nuevo tiempo en el proceso iniciado en 1949, cuando Mao Zedong proclam¨® que China se hab¨ªa ¡°puesto en pie¡±. El largo mandato del Gran Timonel estar¨ªa salpicado de graves errores y tensiones, en una pugna interna constante entre quienes privilegiaban el cambio de la mentalidad frente a quienes primaban la transformaci¨®n de la realidad material. Ese antagonismo entre ideolog¨ªa y econom¨ªa solo pudo resolverse tras su muerte en 1976. Deng Xiaoping, el Peque?o Timonel, tuvo entonces el atrevimiento y la originalidad de proponer la construcci¨®n del socialismo dando un rodeo por el capitalismo.
Deng Xiaoping, figura clave
Tras la muerte de Mao, Deng Xiaoping, secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) en los a?os sesenta bajo la presidencia de Liu Shaoqi, necesit¨® dos a?os a¨²n de ¡°avance en medio de la perplejidad¡± para hacerse con el pleno control del aparato estatal y partidario, algo indispensable para dar carpetazo al mao¨ªsmo.
La apertura lanzada por Deng no solo quebr¨® la autarqu¨ªa defendida por Mao, sino que puso punto final al aislamiento milenario del viejo Imperio del Centro
Deng, apodado por algunos como el Corcho, porque siempre sal¨ªa a flote de las pugnas intestinas, renac¨ªa de las cenizas para retomar en los ochenta el curso de China donde le hab¨ªan obligado a dejarlo a principios de los a?os sesenta, en la etapa conocida como de ¡°restauraci¨®n burocr¨¢tica¡± que sigui¨® al colapso del Gran Salto Adelante. El ¡°impenitente seguidor del camino capitalista¡±, el que ¡°reh¨²sa corregirse¡±, debi¨® librar una dura contienda con la llamada Banda de los Cuatro, capitaneada por la viuda de Mao, Jiang Qing, hasta despejar el horizonte para dar rienda suelta a su obsesi¨®n: superar a marchas forzadas el atraso de la econom¨ªa abriendo paso a la liberalizaci¨®n, el mercado, la autonom¨ªa empresarial, los nuevos derechos sobre la tierra, la inversi¨®n exterior o la diversificaci¨®n de propiedades.
Modernizaci¨®n y rehabilitaci¨®n
Reunido en la segunda quincena de diciembre de 1978, el Comit¨¦ Central del PCCh impuso un cambio de rumbo situando la modernizaci¨®n econ¨®mica como principal prioridad. La decisi¨®n fue acompa?ada de una amplia rehabilitaci¨®n de muchos dirigentes que hab¨ªan sido injustamente represaliados en los a?os precedentes, algunos a t¨ªtulo p¨®stumo, como el propio expresidente Liu Shaoqi.
Aunque la econom¨ªa, y sobre todo la agricultura, acapar¨® la mayor atenci¨®n del reformismo en aquellos a?os, la rectificaci¨®n de la l¨ªnea ideol¨®gica supuso tambi¨¦n una importante recuperaci¨®n de la institucionalidad interna, propiciando una mayor libertad de expresi¨®n. En aquel entonces, el PCCh contaba con unos 36 millones de militantes y m¨¢s de la mitad hab¨ªan ingresado en sus filas tras el inicio de la Revoluci¨®n Cultural. No conoc¨ªan otra vida pol¨ªtica que no fuera el estado de agitaci¨®n permanente. La insistencia en el rechazo a la coerci¨®n no fue un recurso ret¨®rico. De un d¨ªa para otro, los omnipresentes anuncios de las obras de Mao fueron sustituidos por otros de objetos de uso cotidiano, asociando la reforma con la mejora del bienestar.
Tres claves destacadas
El significado hist¨®rico del proceso iniciado en China en 1978 trasciende el reformismo econ¨®mico. En efecto, aunque este ha sido el prisma que nos ha permitido captar en el exterior la singularidad y amplitud de la transformaci¨®n china de las ¨²ltimas d¨¦cadas, realmente lo novedoso y rupturista del cambio alentado por Deng Xiaoping fue la apertura al exterior. En una sociedad que durante siglos vivi¨® aislada del mundo y convencida de su superioridad civilizatoria, la decadencia experimentada a partir del siglo XIX supuso un duro rev¨¦s. La apertura lanzada por Deng no solo quebraba la autarqu¨ªa defendida por Mao, sino que pondr¨ªa punto final al aislamiento milenario del viejo Imperio del Centro. China nunca m¨¢s podr¨¢ dar la espalda al mundo.
La ruptura con un pensamiento anquilosado y dogm¨¢tico permiti¨® emancipar la mente y abrir paso a una experimentaci¨®n enriquecedora, que con su gradualismo facilit¨® la conformaci¨®n progresiva de un modelo a la postre h¨ªbrido y complejo como manifestaci¨®n del nuevo tiempo. La expresi¨®n ¡°Un gato, blanco o negro, es bueno con tal de que cace ratones¡±, popularizada por Deng a inicios de los a?os sesenta y ahora recuperada, abundaba en un pragmatismo orientado a elevar la producci¨®n sin importar la etiqueta ideol¨®gica del m¨¦todo utilizado.
El tercer elemento a tener en cuenta es la reconciliaci¨®n con la tradici¨®n. La modernizaci¨®n impulsada por Deng, a diferencia de los movimientos occidentalizadores de finales del siglo XIX y hasta del propio mao¨ªsmo, sentaba las bases de una revitalizaci¨®n que le reconciliar¨ªa con su propia cultura. El progresivo eclecticismo ideol¨®gico de que har¨ªa gala el PCCh permitir¨ªa en pocos a?os nuevas interpretaciones de las grandes corrientes del pensamiento cl¨¢sico chino, haciendo las paces incluso con el confucianismo, tan reaccionario a ojos de Mao.
Siendo reformista en tantos aspectos, en modo alguno cabe imaginar que Deng fuera un liberal en el sentido occidental. A su fino trazo se debe la invocaci¨®n de los cuatro principios irrenunciables que insisten en perseverar en la orientaci¨®n socialista de todo el proceso. Las consecuencias del giro denguista a la vista est¨¢n: un crecimiento econ¨®mico exponencial, enormes alteraciones sociales, una nueva proyecci¨®n en el mundo y tambi¨¦n desequilibrios y desigualdades quiz¨¢ en mayor magnitud de las imaginadas, hoy en fase de correcci¨®n.
Deng en tiempos de Xi Jinping
El actual l¨ªder chino, Xi Jinping, comparte con Deng los grandes ejes del modelo econ¨®mico. A Xi corresponde culminar su transformaci¨®n para hacer de China el pa¨ªs grande y poderoso que ansiaba Deng. Esta compleja tarea le reserva un espacio singular en el olimpo pol¨ªtico chino. Pero Xi podr¨ªa aspirar a m¨¢s.
Xi se distancia de Deng al intentar transformar las bases de la estabilidad china cuando aumenta el poder del Partido en todos los aspectos, diluyendo el papel del Estado, al primar la lealtad acr¨ªtica sobre la competencia o el debate democr¨¢tico, o cuando sustituye la tradicional modestia por un desmedido activismo internacional.
Xi aspira a sustituir el paradigma del crecimiento por el de la norma como fundamento de la legitimidad del PCCh. Pero, parad¨®jicamente, pretende hacerlo cuestionando al mismo tiempo aquella institucionalidad denguista que cre¨® un liderazgo colectivo a modo de dique contra el gobierno de un solo hombre, un patr¨®n de comportamiento que junto al resurgir de otras pr¨¢cticas asociadas con el mao¨ªsmo erosiona el legado de Deng. Y es que Xi no quiere ser su heredero, sino superarlo.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China y autor de ¡®La China de Xi Jinping¡± (Editorial Popular).
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