El canciller quiere borrar la historia de Brasil
C¨®mo el ide¨®logo del gobierno de Bolsonaro utiliza al escritor rom¨¢ntico Jos¨¦ de Alencar para predicar la asimilaci¨®n de los ind¨ªgenas y justificar la explotaci¨®n agroindustrial de sus tierras
¡°Vamos a leer menos el The New York Times y m¨¢s a Jos¨¦ de Alencar y Gon?alves Dias¡±, afirm¨® el canciller del bolsonarismo, Ernesto Ara¨²jo, en su discurso de investidura. ?Por qu¨¦?
Prestar atenci¨®n a lo que dice el canciller Ernesto Ara¨²jo ha demostrado ser una tarea penosa, pero fundamental para entender c¨®mo se est¨¢ construyendo la ideolog¨ªa del gobierno de Bolsonaro. Al diplom¨¢tico lo recomend¨® Olavo de Carvalho, considerado el ¡°gur¨² de la nueva derecha¡± brasile?a, desde su casa en Estados Unidos. Claramente, Ara¨²jo tiene la pretensi¨®n de ofrecer una base intelectual a lo que el bolsonarismo denomina ¡°nueva era¡±. Aunque si los integrantes m¨¢s preparados del gobierno est¨¢n de acuerdo, hay dudas robustas para sospechar que no lo haga. Ara¨²jo, sin embargo, contin¨²a firme en su prop¨®sito, publicando art¨ªculos donde consigue espacio.
En el discurso de investidura como nuevo ministro de Asuntos Exteriores falsific¨® la historia con el objetivo de justificar el presente y el futuro pr¨®ximo. Para hacer parecer que la estructura se aguantaba, el canciller utiliz¨® lo que sab¨ªa de griego, lat¨ªn e incluso tup¨ª, abus¨® del recurso del name-dropping (excelente expresi¨®n en ingl¨¦s para los que desgranan nombres y citas para impresionar al interlocutor), de los cl¨¢sicos a la cultura pop. Todos bien muertos, para que ninguno pudiera contestar la cita. Ninguna de sus elecciones fue por azar. Vale la pena detenerse en cada una de ellas, porque, como escrib¨ª en este espacio, los locos ahora zapatean en el escenario, y zapatean con poder de destrucci¨®n.
Ernesto Ara¨²jo es un personaje todav¨ªa obscuro para Brasil, aunque sea un diplom¨¢tico de carrera del Ministerio de Asuntos Exteriores. En su discurso, se vali¨® de figuras y acontecimientos hist¨®ricos, as¨ª como de artistas contempor¨¢neos, como si fueran mu?ecos de pl¨¢stico mezclados en una estanter¨ªa, para que cada uno los utilice como quiera y para su prop¨®sito. Arrancados de su contexto y vaciados de contenido, el canciller los manipul¨® para producir su falsificaci¨®n. Cada frase tiene un objetivo.
Me detengo solo en una, que me llam¨® particularmente la atenci¨®n y se reprodujo varias veces en la prensa y en las redes sociales, con la cual abro este art¨ªculo: ¡°Vamos a leer menos el The New York Times y m¨¢s a Jos¨¦ de Alencar y Gon?alves Dias¡±. ?Por qu¨¦?
No hace falta tener una inteligencia por encima de la media para darse cuenta de que no tiene sentido contraponer a uno de los peri¨®dicos m¨¢s importantes del mundo, con edici¨®n diaria, a dos escritores del Romanticismo brasile?o del siglo XIX. El objetivo es exacerbar un nacionalismo que se arrodilla ante Donald Trump, pero desprecia la independencia del The New York Times; idolatra el WhatsApp y el Facebook de Mark Zuckerberg, pero pone en solfa a la prensa brasile?a.
El canciller quiere menos denuncias bien investigadas y comprobadas contra Bolsonaro y los abusos de su gobierno, documentados por el The New York Times y los principales peri¨®dicos del mundo donde la prensa tiene libertad. Menos prensa, convertida declaradamente en ¡°enemiga p¨²blica¡± por Bolsonaro y sus loritos, porque quieren hablar directamente con sus seguidores sin que les molesten. De no ser as¨ª, tendr¨ªan que responder preguntas dif¨ªciles y explicar los ingresos de Fabr¨ªcio Queiroz, el exch¨®fer de su hijo, en la cuenta de la primera dama.
Para no tener que prestar cuentas de su gobierno al p¨²blico, tienen que destruir la credibilidad de la prensa. S¨ª, porque un tuit o una transmisi¨®n en directo en Facebook no es prestar cuentas, es solo decir lo que se quiere, como hace la mayor¨ªa, sin correr el riesgo de ser contestado con hechos y pruebas. Lo que los bolsonaristas quieren que parezca democracia es solo autoritarismo y ya lo han utilizado antes gobiernos totalitarios, pero sin la enorme facilidad de las redes sociales de internet.
El bolsonarismo quiere inventar sus propios hechos
La prensa solo tiene sentido si vigila al gobierno, cualquier gobierno. La frase del senador americano Daniel Patrick Moynihan (1927-2003) ya se ha convertido en lugar com¨²n, pero es necesaria: ¡°Todo el mundo tiene derecho a tener su propia opini¨®n, pero no a sus propios hechos¡±. Los bolsonaristas luchan para inventar sus propios hechos, de modo que la realidad no importe ni moleste a su proyecto de poder.
Pero ?por qu¨¦ Jos¨¦ de Alencar (1829-1877) y Gon?alves Dias (1823-1864), dos escritores del siglo XIX, que escribieron durante el Brasil imperial, en el reinado de Pedro II?
La elecci¨®n es capciosa, como todas las dem¨¢s. Y se refiere a una supuesta identidad nacional. Alencar y Dias son grandes exponentes del Romanticismo en la literatura brasile?a, uno en prosa y otro en poes¨ªa. Vivieron y escribieron su obra en un momento muy particular de Brasil. El pa¨ªs se hab¨ªa independizado de Portugal, lo cual significaba que dejaba de ser una colonia de los portugueses.
Seg¨²n la visi¨®n de los hombres de la ¨¦poca (y eran mayoritariamente hombres, porque las mujeres, excepto rar¨ªsimas excepciones, no ten¨ªan voz p¨²blica), era necesario crear una identidad nacional. Para ello, hab¨ªa que marcar esa identidad en el campo de la cultura. Brasil deber¨ªa tener, a la vez, una literatura que lo pusiera al mismo nivel que Europa, que viv¨ªa la fase del Romanticismo, y ser un nuevo pa¨ªs que emerg¨ªa tras siglos de dominio portugu¨¦s. Gon?alves Dias y Jos¨¦ de Alencar se entregaron a esa tarea. No fueron los ¨²nicos, pero se convirtieron en referentes del Romanticismo que inauguraba lo que se denomin¨® literatura brasile?a.
El canciller de Bolsonaro exalta un momento de la historia de Brasil en que las ¨¦lites se empe?aron en crear una identidad nacional despu¨¦s de que el pa¨ªs hubiera sido una colonia de Portugal. Ara¨²jo parece creer ¡ªo quiere que creamos¡ª que el gobierno de Bolsonaro est¨¢ promoviendo ¡°el renacimiento pol¨ªtico y espiritual¡± de Brasil, como escribi¨® en un art¨ªculo. O, como afirm¨® en su discurso de investidura: ¡°Reconquistar Brasil y devolverlo a los brasile?os¡±. Ara¨²jo quiere que creamos que todo lo que ocurri¨® entre la independencia de Brasil, la de 1822, y la nueva independencia de Brasil ¡ªla que cree que lidera su jefe, en 2019¡ª no existi¨®.
El nuevo ide¨®logo del Gobierno parece sugerir que ese hiato de dos siglos fue un tiempo en que Brasil se perdi¨® de s¨ª mismo. ¡°El presidente Bolsonaro ha dicho que estamos viviendo el momento de una nueva Independencia. Es lo que los brasile?os sentimos profundamente¡±, afirma Ara¨²jo, que cree tambi¨¦n que sus cuerdas vocales liberan la voz del pueblo. Bolsonaro ser¨ªa, entonces, una versi¨®n contempor¨¢nea de Pedro I, con su espada alzada para liberar Brasil. Pero ya no delante del riachuelo Ipiranga, sino ante el espejo de agua del Palacio del Planalto.
Para el ide¨®logo del Gobierno, Bolsonaro ser¨ªa una especie de Pedro I declarando la segunda independencia de Brasil
El canciller recuerda este episodio en dos momentos de su vida, como ¨¦l mismo relata en el discurso de investidura: ¡°Me acuerdo de la emoci¨®n que sent¨ª la primera vez, cuando era Tercer Secretario (del Ministerio de Asuntos Exteriores), que sub¨ª las escaleras hacia el tercer piso y vi, despu¨¦s de subir la escalera, el cuadro de la Coronaci¨®n de Pedro I y el cuadro del Grito del Ipiranga. Inmediatamente, yo, que ten¨ªa 22 a?os, me acord¨¦ de cuando ten¨ªa 5 y vi maravillado en el cine la pel¨ªcula Independencia o muerte, protagonizada por Tarc¨ªsio Meira y Gl¨®ria Menezes. Y pens¨¦: ¡®Entonces todo eso existe, ?no? Todo eso existe... ?y todo eso sucedi¨® aqu¨ª!¡¯¡±.
Pues s¨ª. En otro punto, con la sutileza de dar algunos p¨¢rrafos de intervalo, el admirador de Pedro I y de Tarc¨ªsio Meira utiliza un tuit para comparar a Bolsonaro con la reina Isabel II, de Inglaterra: ¡°Voy a dar un ejemplo de lo que vamos a escuchar. Es el comentario de una persona que sigue mi cuenta en Twitter, que dice lo siguiente... lo le¨ª ayer: ¡®Antes no entend¨ªa el amor del pueblo de Inglaterra hacia la reina. Ahora lo entiendo. Cuando tenemos a alguien que ama a su pa¨ªs y a su pueblo y los defiende, recibe amor y respeto. No conoc¨ªamos eso antes de Bolsonaro¡¯¡±.
En ning¨²n momento se cita nominalmente a los ind¨ªgenas en el discurso de investidura del ide¨®logo del gobierno de extrema derecha, lo que en s¨ª ya dice bastante. Pero una de las lenguas ind¨ªgenas, el tup¨ª, se hace presente. Pero ?de qu¨¦ modo? En el Ave Mar¨ªa en tup¨ª del padre Jos¨¦ de Anchieta, jesuita canonizado por la Iglesia Cat¨®lica. La lengua del ind¨ªgena utilizada para catequizarlo en una religi¨®n alien¨ªgena a sus creencias. La elecci¨®n no es un detalle. Sin la experiencia de la cultura, que da carne a la lengua y contenido a las palabras, la lengua no es nada. Solo c¨¢scara, como c¨¢scara era el ind¨ªgena del Romanticismo del siglo XIX.
El bolsocanciller exalta a Jos¨¦ de Alencar, el escritor que convirti¨® al ind¨ªgena en ¡°un caballero portugu¨¦s en el cuerpo de un salvaje¡±
El escritor Jos¨¦ de Alencar es el m¨¢ximo exponente de la prosa denominada ¡°indianista¡± en la literatura brasile?a. En tres libros ¡ªEl guaran¨ª (1857), Iracema (1865) y Ubirajara (1874)¡ª, busca construir una identidad nacional fiel a los principios del Romanticismo. Al igual que el Romanticismo europeo est¨¢ marcado por una idea heroica del caballero medieval, Alencar convierte al ind¨ªgena en un caballero medieval ambientado en el exuberante paisaje tropical de Brasil.
El ind¨ªgena, habitante nativo que viv¨ªa en la tierra antes del dominio europeo, ser¨ªa el h¨¦roe genuinamente brasile?o de la naci¨®n que se declara independiente de la metr¨®polis. Pero con todas las cualidades que se atribuyen a la caballer¨ªa de la Edad Media trasplantadas a su cuerpo y alma. La valent¨ªa, la lealtad, la generosidad, desde un punto de vista que ser¨ªa para mantener el sistema feudal, y el amor cort¨¦s. Para los escritores de la ¨¦poca de Jos¨¦ de Alencar y Gon?alves Dias, que viv¨ªan el per¨ªodo posindependencia de Brasil, escribir era un acto de patriotismo. Ten¨ªan que decir con su obra qu¨¦ es ¡°ser brasile?o¡±. Es esa referencia la que el ide¨®logo del Gobierno intenta rescatar y enaltecer.
Los negros, cuerpos esclavizados que mov¨ªan la econom¨ªa de Brasil y serv¨ªan a las ¨¦lites, no estaban presentes en la formaci¨®n de una identidad nacional en estas novelas fundacionales. Los escritores buscaban una identidad nacional que estuviera forjada en la matriz europea. C¨®mo escribir en lengua portuguesa, la del colonizador, sin ser colonizado en el lenguaje, fue una cuesti¨®n crucial a la que Alencar y otros intentaron dar una respuesta en el siglo XIX. Pero este es un tema largo para otra conversaci¨®n.
En un art¨ªculo en el peri¨®dico digital Nexo, Vin¨ªcius Rodrigues Vieira, profesor visitante del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de S?o Paulo, afirma: ¡°Ara¨²jo ¡ªas¨ª como las alas m¨¢s conservadoras del Gobierno¡ª ambiciona el regreso a una identidad nacional anterior a las ideas que se asociaron a Gilberto Freyre (soci¨®logo y escritor brasile?o). En suma, el ideal de sincretismo encarnado en la infeliz expresi¨®n ¡°democracia racial¡±. No en vano el ministro cit¨® en su discurso de investidura al novelista Jos¨¦ de Alencar, cuyas obras claramente buscaban en el ind¨ªgena armonizado con el colonizador las ra¨ªces de nuestra nacionalidad, sin considerar el legado africano¡±.
¡°?Cr¨¦eme, ?lvaro, es un caballero portugu¨¦s en el cuerpo de un salvaje!¡±. La frase la pronuncia don Ant?nio de Mariz, hidalgo portugu¨¦s y uno de los fundadores de la ciudad de R¨ªo de Janeiro, en la obra de Jos¨¦ de Alencar. As¨ª se describe al personaje en El guaran¨ª, la primera novela indianista del escritor, publicada en la ¨¦poca como follet¨ªn, con gran ¨¦xito: ¡°Hombre de valor, experimentado en la guerra, activo, aficionado a combatir contra los indios, prest¨® grandes servicios en los descubrimientos y exploraciones del interior de Minas y Esp¨ªrito Santo. Como recompensa por sus m¨¦ritos, el gobernador Mem de S¨¢ le hab¨ªa dado un terreno de una legua con fondo sobre el sert¨®n, que, despu¨¦s de explotarlo, dej¨® desocupado durante mucho tiempo¡±.
El ¡°caballero portugu¨¦s en el cuerpo de un salvaje¡± es Peri, un ind¨ªgena del pueblo goytac¨¢, que desde que salv¨® de la muerte a Cec¨ªlia, la hija del hidalgo, un ¡°¨¢ngel rubio de ojos azules¡±, es adoptado por el clan de los Mariz. Peri pasa a vivir en una caba?a cerca de la casa familiar, una especie de castillo donde el escritor reproduce las relaciones de vasallaje del feudalismo que Brasil nunca tuvo, pero que parte de Europa s¨ª.
Peri hace todo lo que la chica quiere, la sirve como un perrito. Dice Isabel, otro personaje: ¡°Le pedir¨¢s a mi t¨ªo que te cace otro para domesticarlo, y se volver¨¢ m¨¢s manso que tu Peri¡±.
Peri era manso, domesticado. Pero valiente. Cuando don Diego, hijo del hidalgo, mata por accidente a una aymor¨¦, este pueblo ind¨ªgena intenta vengarse matando a Cec¨ªlia, pero Peri se lo impide. La tensi¨®n crece entre la familia portuguesa y el pueblo ind¨ªgena. Entonces, Peri crea la estrategia de envenenarse para combatir a los aymor¨¦. Como esa etnia mantiene el ritual can¨ªbal y devora a los valientes vencidos, se lo comer¨¢n despu¨¦s de matarlo y as¨ª exterminar¨¢ tambi¨¦n al enemigo.
El ¡°buen salvaje¡± es el que puede ser asimilado por la ¡°civilizaci¨®n¡±
A petici¨®n de Cec¨ªlia, Peri no hace su sacrificio heroico. Al final de la novela, don Ant?nio entrega a Cec¨ªlia a Peri para que la salve. Pero solo se la entrega si Peri se convierte al cristianismo: ¡°El indio cay¨® a los pies del viejo caballero, que le impuso las manos sobre la cabeza. ¡ª?S¨¦ cristiano! Te doy mi nombre. Peri bes¨® la cruz de la espada que el hidalgo le present¨®, y se irgui¨® altivo y soberbio, listo para enfrentar todos los peligros para salvar a su se?ora¡±.
Peri y Cec¨ªlia huyen en una canoa y los sorprende una tormenta. Despu¨¦s, los dos desaparecen en el horizonte. Jos¨¦ de Alencar termina su obra con la idea de que la pareja formar¨¢ la identidad del nuevo Brasil. ¡°Horizonte¡±, la ¨²ltima palabra de la novela, es a la vez el futuro y el pa¨ªs que se descubre.
Este es el ind¨ªgena que aparece en el discurso del canciller, al citar a Jos¨¦ de Alencar. Una identidad nacional forjada por un ¡°caballero portugu¨¦s en el cuerpo de un salvaje¡±, que lucha contra un pueblo ind¨ªgena diferente al suyo para salvar a su adorada se?ora blanca, hija del colonizador, y que se convierte al cristianismo para fundar con ella el futuro en los tr¨®picos. Peri, el ind¨ªgena, es el ¡°buen salvaje¡± que ofrece su cuerpo para ser asimilado por la civilizaci¨®n.
Al crear a ese h¨¦roe rom¨¢ntico en el siglo XIX, supuestamente ind¨ªgena, Alencar recibi¨® cr¨ªticas por despreciar la realidad. Pero el escritor tiene que entenderse en su contexto. Que Ara¨²jo lo haga en el siglo XXI, utilizando a Jos¨¦ de Alencar y despreciando todos los debates culturales de esa y otras ¨¦pocas, podr¨ªa ser solo un ataque a la inteligencia. Pero el canciller del bolsonarismo tambi¨¦n tiene que entenderse en el contexto del gobierno que intenta justificar no solo como un gobierno, sino como una ¡°nueva era¡±.
El bolsonarismo es un proyecto de poder en que hasta el propio Bolsonaro puede convertirse en un simple adorno, o ni siquiera eso
El bolsonarismo es un proyecto de poder con diferentes fuerzas internas y posiblemente antag¨®nicas, en algunos temas, como el futuro pr¨®ximo debe de mostrar. Como todo proyecto de poder, est¨¢ en disputa. En alg¨²n momento, quiz¨¢ el propio Bolsonaro, que da nombre a la ideolog¨ªa en construcci¨®n, sea solo un adorno, o ni siquiera eso.
Sin embargo, hay un tema en que parecen coincidir los diversos grupos que forman el capitalismo mesi¨¢nico que gobierna el pa¨ªs, con la eventual salvedad de una parte de los militares, cuya posici¨®n no est¨¢ totalmente clara. Este tema es el futuro de los ind¨ªgenas. O, m¨¢s espec¨ªficamente, el futuro de las tierras ind¨ªgenas.
La elecci¨®n de este ind¨ªgena con atributos morales europeos, representado por la alusi¨®n a Jos¨¦ de Alencar, no es una casualidad. Este ind¨ªgena, que en la obra del escritor mantuvo solo las caracter¨ªsticas del cuerpo y el color de piel, se blanquea con la matriz europea de la rubia Cec¨ªlia de ojos azules para fundar el Brasil posindependencia. Es amor cort¨¦s, pero tambi¨¦n es una asimilaci¨®n brutal. Sobre Peri, a quien no conocemos porque Alencar tampoco lo conoc¨ªa, no sabemos nada.
Vale la pena recordar la declaraci¨®n del actual vicepresidente, Hamilton Mour?o. Al justificar que durante la campa?a dijo que el pa¨ªs ha heredado la ¡°indolencia¡± de los ind¨ªgenas y la ¡°piller¨ªa¡± de los negros, el general rescat¨® su mestizaje y lo utiliz¨® para borrar el racismo estructural de Brasil: ¡°En momento alguno quise estigmatizar a ning¨²n grupo, incluso porque somos una amalgama de razas. Solo hace falta mirarme a m¨ª. Soy hijo de un amazonense, mi abuela es chola¡±.
Lo que el bolsonarismo anuncia que entiende como ¡°mestizaje¡± es asimilaci¨®n. Es lo que Bolsonaro afirm¨® de varias formas durante la campa?a, con la brutalidad habitual: ¡°Los ind¨ªgenas son seres humanos como nosotros¡±. ?Y qui¨¦n se pensaba que los ind¨ªgenas no eran humanos?
Es importante seguir preguntando. ?Qu¨¦ es, en este contexto, ser ¡°seres humanos como nosotros¡±, Bolso? El populista explica que los ind¨ªgenas ¡°quieren tener el derecho de ¡®ser emprendedores¡¯ y ¡®evolucionar¡¯¡±, los ind¨ªgenas quieren poder vender y arrendar su tierra. Pero avisa: ¡°Los ind¨ªgenas no quieren ser latifundistas¡±. Seg¨²n el entendimiento del nuevo presidente, los ind¨ªgenas no quieren ser humanos latifundistas.
Antes del bolsonarismo, la t¨¢ctica de la derecha era decir que los ind¨ªgenas ya no eran ind¨ªgenas. Era dudar de su ¡°autenticidad¡±. Como si el hecho de que un ind¨ªgena utilice un m¨®vil lo volviera menos ind¨ªgena. Al dejar de ser considerados ind¨ªgenas, los diferentes pueblos perder¨ªan el derecho a la tierra. Esta t¨¢ctica todav¨ªa persiste. Pero la nueva derecha representada por Bolsonaro es m¨¢s lista. No niega a los ind¨ªgenas, sino que afirma una supuesta igualdad con los blancos. No para que los ind¨ªgenas mantengan sus derechos constitucionales, sino para que los pierdan.
El bolsonarismo intenta transformar las tierras ind¨ªgenas en mercanc¨ªa para que las exploten grupos privados
Despu¨¦s, tras las elecciones, Bolsonaro todav¨ªa afirmar¨ªa: ¡°?Y por qu¨¦ en Brasil tenemos que mantenerlos recluidos en reservas como si fueran animales en un zoo? Los ind¨ªgenas son seres humanos como nosotros y quieren lo que nosotros queremos, y no se puede utilizar su situaci¨®n para demarcar esas enormidades de tierras que, en mi opini¨®n, podr¨¢n ser, seg¨²n la propia ONU, nuevos pa¨ªses en el futuro¡±. Solo para que conste: la ONU nunca ha dicho que las tierras ind¨ªgenas ser¨¢n pa¨ªses en un futuro.
?Qu¨¦ encubre el discurso de que son ¡°seres humanos como nosotros¡±? Seg¨²n la Constituci¨®n de 1988, las tierras ind¨ªgenas son del dominio de la Federaci¨®n. Los ind¨ªgenas pueden usufructuar en exclusividad sus tierras ancestrales, pero siguen siendo p¨²blicas. Una de las principales misiones de Bolsonaro es justamente abrir esas tierras p¨²blicas a la explotaci¨®n y beneficios privados.
Una parte significativa de las tierras ind¨ªgenas se encuentran en la selva amaz¨®nica. Limitan con grandes plantaciones de soja y terrenos para la cr¨ªa de ganado. Las presionan ¡ªe invaden¡ª para cumplir el ciclo: deforestar la selva para comerciar madera de forma ilegal, poner cabezas de ganado para garantizar la posesi¨®n de la tierra, vender la tierra para plantar soja. En alg¨²n momento del proceso, el gobierno de turno legaliza la grilagem, dando amnist¨ªa a los ladrones de tierras p¨²blicas o a los que compraron las tierras p¨²blicas robadas.
Seis de cada diez brasile?os no est¨¢n de acuerdo con la reducci¨®n de tierras ind¨ªgenas
Al convertir a los ind¨ªgenas en seres humanos que quieren transformar la tierra en mercanc¨ªa, el discurso ideol¨®gico tiene como objetivo hacer que la soja y el ganado avancen sobre la selva hoy protegida. ?A qui¨¦n beneficia eso? A m¨ª y a ti, no. Pero s¨ª a los grandes criadores de ganado y a los grandes productores de soja para la exportaci¨®n.
El cambio que los bolsonaristas ¡ªincluida la agroindustria m¨¢s atrasada del pa¨ªs¡ª quieren hacer en la Constituci¨®n permitir¨¢ tambi¨¦n la extracci¨®n minera. No por parte de cooperativas de buscadores de oro, siempre criminalizados, sino por grandes grupos transnacionales, presentados como emprendedores. ?A qui¨¦n beneficia eso? A m¨ª y a ti, no.
Es f¨¢cil darse cuenta de que lo mejor para el conjunto de los brasile?os es mantener las tierras ocupadas por los ind¨ªgenas como tierras p¨²blicas y la selva en pie. Como muestra un estudio reciente del Instituto DataFolha, la mayor¨ªa ya lo ha entendido: seis de cada diez brasile?os no est¨¢n de acuerdo con la reducci¨®n de tierras ind¨ªgenas.
El objetivo del bolsonarismo con relaci¨®n a las tierras de los quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes) es el mismo: abrirlas a la explotaci¨®n por parte de grupos privados. Esa era la idea tras las ofensas del entonces candidato durante la campa?a, que lleg¨® a decir que los quilombolas no serv¨ªan ¡°ni para procrear¡±. Los descendientes ostentan el t¨ªtulo de las tierras que ocuparon sus antepasados, pero su uso es colectivo.
Que los ind¨ªgenas no tengan nombre propio en el discurso del canciller Ernesto Ara¨²jo es deliberado. Al aparecer asimilados en el nombre de Jos¨¦ de Alencar, los ind¨ªgenas ya no son. Se convierten en ¡°seres humanos como nosotros¡±. Y sus tierras ancestrales son mercanc¨ªas como las ¡°nuestras¡±. El canciller de Bolsonaro sabe muy bien a qui¨¦n sirve cuando intenta inventarse una identidad nacional para un Brasil que afirma que ha renacido en manos de su jefe. No cita a los ind¨ªgenas, pero afirma enf¨¢ticamente en su discurso que trabajar¨¢ para la agroindustria.
La selva amaz¨®nica es estrat¨¦gica para evitar que el calentamiento global supere los 1,5 grados cent¨ªgrados en los pr¨®ximos a?os. Eso no es una opini¨®n, es un estudio cient¨ªfico realizado por algunos de los mejores cient¨ªficos del mundo, que trabajan desde hace d¨¦cadas en la crisis clim¨¢tica. Para que el calentamiento global no avance, la selva tiene que mantenerse en pie. ?C¨®mo mantener la selva en pie si el bolsonarismo se ha comprometido a abrir las tierras ind¨ªgenas para que se exploten?
Bolsonaro ha entregado el banco de sangre a los vampiros
Hay que crear una ideolog¨ªa, como hace el bolsonarismo. En ella, los ind¨ªgenas supuestamente tendr¨ªan como mayor aspiraci¨®n en la vida convertirse en blancos ¡°como nosotros¡± y empezar a tratar la tierra como mercanc¨ªa, ansiosos por arrendarla a los grandes grupos exportadores de soja y carne o a las grandes empresas mineras transnacionales. Tambi¨¦n hay que afirmar que el cambio clim¨¢tico es un complot marxista, como el canciller de Bolsonaro ya ha escrito, para no encontrar resistencia al entregar la Amazonia en nombre del nacionalismo.
El canciller ha creado un departamento espec¨ªfico para la agroindustria en el Ministerio de Asuntos Exteriores y ha eliminado el departamento que cuidaba del clima y de las energ¨ªas renovables. El mensaje es claro. El actual presidente de Brasil todav¨ªa ha hecho m¨¢s. Ha transferido la Fundaci¨®n Nacional del Ind¨ªgena al Ministerio de Mujer, Familia y Derechos Humanos, comandado por Damares Alves, fundadora de una ONG acusada de incitar el odio contra los ind¨ªgenas. Los evang¨¦licos, grupo que la ministra representa, tienen todo el inter¨¦s en ampliar la presencia de su religi¨®n entre los pueblos originarios. Tambi¨¦n les interesa que los ind¨ªgenas sean ¡°seres humanos como nosotros¡±, lo que en este caso significa ser evang¨¦lico neopentecostal.
Bolsonaro, como chico obediente a la agroindustria m¨¢s truculenta, la que se confunde con la agrodelincuencia, ha seguido avanzando: ha entregado la responsabilidad de la demarcaci¨®n de las tierras ind¨ªgenas y quilombolas al Ministerio de Agricultura, comandado por la ganadera Tereza Cristina, conocida como la ¡°musa del veneno¡±, por los servicios prestados como congresista a las industrias transnacionales de pesticidas. Como coment¨® un periodista extranjero: es lo mismo que entregar la direcci¨®n de un banco de sangre a los vampiros.
Convertir la selva en materia prima para la exportaci¨®n es el peor negocio de la historia, incluso para el sector agropecuario
El problema para el bolsonarismo se llama ¡°realidad¡±, ya que el planeta no va a parar de calentarse por las mentiras de Bolsonaro y su canciller. Pero cuando eso sea evidente para sus seguidores, la destrucci¨®n ya se habr¨¢ consumado y los grupos que componen el bolsonarismo ya habr¨¢n multiplicado sus beneficios. Si los beneficios son de pocos, los da?os ser¨¢n para todos. Para los m¨¢s pobres y los m¨¢s fr¨¢giles, el sufrimiento ser¨¢ mayor y llegar¨¢ primero. Ya ha llegado. Basta leer la prensa seria para descubrirlo. O recordar qui¨¦n sufri¨® m¨¢s con la ¨²ltima crisis de agua en S?o Paulo.?
El ide¨®logo del Gobierno afirma que hay que leer menos el The New York Times y m¨¢s a Jos¨¦ de Alencar tambi¨¦n porque la prensa internacional ha se?alado duramente el peligro que Bolsonaro representa para el planeta. La importancia de Brasil en el escenario internacional se la da principalmente la selva amaz¨®nica. Y no para explotar productos primarios como la soja, la carne y los minerales, sino siendo selva.
Convertir la selva en materia prima para la exportaci¨®n puede beneficiar a la econom¨ªa a corto plazo. Es algo que interesa a los ultraliberales del actual gobierno, como interes¨® tambi¨¦n a los gobiernos del Partido de los Trabajadores, que fueron un desastre para la Amazonia. Pero es claramente el peor negocio de la historia para todos. Incluso para la agricultura, como sabe el sector con m¨¢s luces de la agroindustria, que, desgraciadamente, es minoritario en Brasil.
Ni Bolsonaro ni su canciller saben qui¨¦nes son los ind¨ªgenas, c¨®mo viven ni qu¨¦ hacen. Ni creen que necesiten saberlo. Si la mentira que han creado les sirve para sus intereses inmediatos, ?de qu¨¦ servir¨ªa la realidad?
Para los no ind¨ªgenas que se interesan en conocer los ind¨ªgenas, el primer hecho que hay que entender es que no existe un ind¨ªgena, sino 240 pueblos con cultura propia. Vale recordar que la estimativa es que hab¨ªa mil pueblos antes de la invasi¨®n europea, en el siglo XVI. Hoy, los pueblos que sobrevivieron a las sucesivas matanzas y las epidemias transmitidas por los blancos son, a la vez, una enorme riqueza en su diversidad cultural y los mayores responsables de la protecci¨®n de la biodiversidad de las tierras donde viven.
Quien no existe no puede reivindicar tierras en la selva tan deseada por el sector atrasado de la agroindustria
Algunos todav¨ªa consiguen vivir sin saber que existen los blancos, o sabiendo lo m¨ªnimo posible, y para todos es mejor que siga siendo as¨ª. Otros, que ya establecieron contacto con los blancos, encontraron su camino para generar renta sin destruir el ecosistema. Las tierras ind¨ªgenas son, comprobadamente, los mayores obst¨¢culos para la destrucci¨®n de la selva amaz¨®nica. En 2018, la deforestaci¨®n en la Amazonia alcanz¨® el ¨ªndice m¨¢s alto de la d¨¦cada. Solo en el per¨ªodo electoral, la deforestaci¨®n creci¨® casi un 50%, comparada con el a?o anterior, de tan confiados que estaban los deforestadores de que ganar¨ªa Bolsonaro.
En el editorial de esta semana, el Instituto Socioambiental, que tiene la publicaci¨®n m¨¢s completa sobre los Pueblos Ind¨ªgenas en Brasil, actualizada regularmente y disponible en internet, cuenta al Gobierno lo que al Gobierno no le interesa saber. La miel de los ind¨ªgenas del r¨ªo Xing¨² fue el primer producto de origen animal con certificado ecol¨®gico y registro en el Sistema de Inspecci¨®n Federal. Ya se encuentra en el mercado del sudeste del pa¨ªs. El aceite de pequi del pueblo kis¨ºdj¨º represent¨® a Brasil en una feria del movimiento Slow Food en Tur¨ªn, Italia. La seta yanomami es reconocida internacionalmente en el mundo de la gastronom¨ªa. La guindilla baniwa tiene 78 variedades que se utilizan para fabricar chocolate, salsas y cervezas en Brasil y el mundo. Los ind¨ªgenas wai wai, xikrin, kuruaya y xipaya comercializan cosechas de toneladas de casta?as por medio de un fabricante de panes y productos derivados. El caucho de los xipaya lo utiliza una gran industria brasile?a. Los kayap¨® y panar¨¢ venden sarrapia a empresas internacionales que producen cosm¨¦ticos de forma artesanal.
Lo que molesta a la econom¨ªa de la selva no es la protecci¨®n de la selva. Al contrario. Lo que molesta a la econom¨ªa de la selva es la invasi¨®n de los grileiros (ladrones de tierras p¨²blicas) para explotar la madera, poner soja y pasto para los bueyes. Es la amnist¨ªa que les dieron a estos grileiros gobiernos como el de Lula y Michel Temer, que transformaron a criminales violadores de tierras p¨²blicas en representantes de la ¡°agroindustria¡± y miembros del ¡°sector productivo nacional¡±. Es la tardanza en la demarcaci¨®n de los territorios ancestrales, hoy paralizada por Bolsonaro. Es la inestabilidad y la total falta de apoyo gubernamental, a pesar de que los productos que los ind¨ªgenas comercializan pagan todos los impuestos. Es la ignorancia de los gobiernos y de sus economistas. Es un canciller que quiere reinventar a los ind¨ªgenas de Jos¨¦ de Alencar para inventarse a un ind¨ªgena que no existe. Quien no existe no puede reivindicar la demarcaci¨®n de sus tierras en la selva tan deseada por el sector atrasado de la agroindustria.
El discurso de investidura del canciller es el intento de presentar las bases ideol¨®gicas de lo que se llama bolsonarismo, que pretenden justificar tanto que se arme a la poblaci¨®n como que se exploten de manera predatoria las tierras ind¨ªgenas y quilombolas. Ser¨ªa importante que los profesores de las universidades, instituciones tan atacadas por Bolsonaro y sus seguidores, utilizaran su conocimiento para desmenuzar ese discurso y ver lo que dice y lo que omite. Y que lo hicieran por internet, a la que todos tienen acceso.
El proyecto de poder en curso quiere inventarse un pasado borrando el pasado que efectivamente existi¨®
Fue en internet donde los locos empezaron a bailar y uno de ellos se convirti¨® en presidente. El debate tiene que trabarse (principalmente) ah¨ª, como ya han percibido unos pocos intelectuales. Nadie tiene el derecho de inhibirse de la tarea de rescatar la importancia de los hechos, la prevalencia de la realidad y la honestidad del debate. Especialmente quien cobra dinero p¨²blico.
Termino con otro fragmento del discurso del ide¨®logo del bolsonarismo: ¡°Solo el amor explica Brasil. El amor, el amor y la valent¨ªa que se desprende del amor, condujeron a nuestros ancestrales a formar esta naci¨®n inmensa y compleja. Nos pasamos a?os en la escuela, casi todos nosotros, creo, escuchando que fue la avaricia o el deseo de riqueza, o todav¨ªa peor, el azar, lo que form¨® Brasil. Pero no. Fue el amor, la valent¨ªa y la fe lo que trajo hasta aqu¨ª, a trav¨¦s del oc¨¦ano, de las selvas, a personas que nos fundaron¡±.
Ernesto de Ara¨²jo explicita que el ¡°renacimiento¡± que propone el bolsonarismo es criminal. Su proyecto de poder no busca solo moldear el presente a partir de premisas falsas como la ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± o el ¡°climatismo¡±, sino inventarse un pasado borrando el pasado que efectivamente existi¨®. Antes ser¨¢ necesario explicar c¨®mo ¡°el amor¡± mat¨® a millones de ind¨ªgenas, extingui¨® a pueblos enteros, y trajo a Brasil a la fuerza a casi cinco millones de esclavos africanos durante m¨¢s de tres siglos. Sus descendientes todav¨ªa hoy viven peor y mueren antes.
Jos¨¦ de Alencar so?aba con construir una identidad nacional en el siglo XIX, en un pa¨ªs que acababa de independizarse de la metr¨®polis y necesitaba un rostro para legitimarse como naci¨®n. En su discurso inaugural, Ernesto Ara¨²jo violenta dos siglos de debates culturales y ofende hasta la memoria de Alencar. El canciller quiere, a principios del siglo XXI, borrar todo el pasado. Como si Brasil fuera una p¨¢gina en blanco que el bolsonarismo pasar¨¢ a escribir a partir del punto cero de la independencia.
Ninguna novedad. La ¡°nueva era¡± del bolsonarismo solo copia los peores ejemplos de los totalitarismos del siglo XX, que tambi¨¦n quisieron crear su propio mito y su propia mitolog¨ªa para justificar las atrocidades que cometer¨ªan m¨¢s adelante. Como los d¨ªas mostraron, los cad¨¢veres de aquellos que destruyeron se empe?an en vivir como memoria. No olvidaremos. Ni dejaremos olvidar.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¨C o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum?/ Facebook: @brumelianebrum
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.
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