Por qu¨¦ los hombres vibran m¨¢s con las armas que las mujeres
De nada sirve afirmar que las mujeres, v¨ªctimas sobre todo de las armas de fuego en Brasil y en toda Am¨¦rica Latina, se sentir¨¢n tambi¨¦n ellas m¨¢s seguras con un rev¨®lver en la mano
Nadie niega que la mujer tiene el mismo derecho que el hombre a usar las armas para defenderse. Es cierto, sin embargo, que desde los ancestrales a hoy, los hombres han sido los due?os de la violencia. Ellos cazaban y hac¨ªan las guerras. Las mujeres cultivaban la tierra y estuvieron siempre m¨¢s cerca de lo que crea vida que de lo que la destruye.
Las mujeres saben que todo lo relacionado con la violencia, empezando por la llevada a cabo contra la mujer, lleva el sello de la masculinidad. Y es m¨¢s f¨¢cil encontrar a un hombre acariciando un revolver que a una mujer. La industria de las armas, sin embargo, no se conforma con el poco apego de la mujer a los instrumentos de muerte. En la India, por ejemplo, donde los estupros se multiplican en los ¨²ltimos a?os, una de esas empresas tuvo la idea de crear ¡°la primera arma para la mujer¡±, un revolver de solo 500 gramos de peso, ¡°agradable y en un estuche de joyer¨ªa rojo¡±, reza la publicidad. Se le puso el nombre de una joven de 23 a?os que fue estuprada y torturada en 2014 con una barra de hierro y arrojada de un autob¨²s en marcha.
¡°Estoy horrorizada e indignada. Bautizar una pistola con el nombre de una v¨ªctima es un insulto a su memoria. El Estado est¨¢ confesando su fracaso en la defensa de las personas¡±, escribi¨® la ind¨², Binalackmi Nepram, fundadora de la red de Mujeres Sobrevivientes. Seg¨²n ella, ¡°una mujer armada tiene 12 veces m¨¢s posibilidades de morir a tiros¡±.
El presidente brasile?o, Jair Bolsonaro, cat¨®lico y evang¨¦lico que usa m¨¢s el gesto de disparar con los dedos un arma que el signo de la cruz, ha aprobado como primera medida de su mandato, la extensi¨®n de la posesi¨®n de armas a los ciudadanos. Nada m¨¢s simb¨®lico para un Gobierno que se manifiesta bajo el signo de la agresividad y en el que las mujeres se sienten marginadas.
De nada sirve afirmar que las mujeres, v¨ªctimas sobre todo de las armas de fuego aqu¨ª y en toda Am¨¦rica Latina, se sentir¨¢n tambi¨¦n ellas m¨¢s seguras con un rev¨®lver en la mano. El problema es m¨¢s hondo y ancestral, con ra¨ªces en las filosof¨ªas y rituales m¨¢s antiguos donde el pene, el poder y las armas son una trilog¨ªa s¨ªmbolo de la agresividad contra la mujer. Nadie puede negar las huellas de machismo f¨¢lico que siempre persiguieron a la mujer.
En su obra, La interpretaci¨®n de los sue?os, Freud, padre del psicoan¨¢lisis, presenta como s¨ªmbolos masculinos desde las armas a todos los objetos penetrantes. Desde los tiempos de la barbarie, el pene fue siempre un s¨ªmbolo de poder porque en las culturas en las que se valoriza la fuerza f¨ªsica, el miembro masculino, perfora, penetra y domina el ¨®rgano femenino. Para explicar el Complejo de Edipo, en la teor¨ªa psicoanal¨ªtica, se recurre a la leyenda griega en la que Edipo hiere y mata a su padre Laio con un bast¨®n, s¨ªmbolo f¨¢lico, para despu¨¦s casarse con su propia madre.
Tambi¨¦n las religiones m¨¢s primitivas reflejan el poder agresivo del var¨®n frente a la mujer con acentos f¨¢licos. Hasta las religiones monote¨ªstas perpetuaron el mito de la agresividad y superioridad masculina contra la mujer considerada como inferior y objeto de pecado, lo que reforzar¨ªa el machismo religioso moderno. Los dioses monote¨ªstas son masculinos. Solo en algunas religiones africanas la mujer es valorizada por su funci¨®n primordial de engendrar la vida. En la mitolog¨ªa nag¨®, Oxum, la diosa de la fertilidad, prefiere ofrendas como yemas de huevo y miel de abeja, s¨ªmbolos de la procreaci¨®n.
La sexualidad masculina se asocia a¨²n hoy a las armas y a la agresividad, a la violencia. La psicolog¨ªa ya ha indicado que las violaciones y los feminicidios se explican porque la sexualidad es vista y ense?ada como un poder absoluto del var¨®n sobre la mujer. Hoy sabemos, sin embargo, que la sexualidad vivida como agresi¨®n y dominio es solo el producto de una psique enloquecida con el poder.
No existen a¨²n estad¨ªsticas del deseo de las mujeres brasile?as de poseer tambi¨¦n ellas un arma, algo que podr¨ªa darles la sensaci¨®n de igualarse al hombre en el poder destructor. Las hay, como la diputada federal del PSL de Bolsonaro, Joice Hasselmann, que se declaran ¡°poderosas¡± con un arma en la mano. Me imagino, sin embargo, que se refiera a las mujeres con poder econ¨®mico, ya que las trabajadoras pobres, no podr¨¢n comprar ni un simple rev¨®lver.
Por ello, prefiero pensar que la mayor¨ªa de las mujeres que entienden la sexualidad no como un arma sino como un don para la felicidad, el di¨¢logo y la vida, estar¨¢n m¨¢s bien dispuestas a gritar su derecho a vivir y a que el Estado proteja sus vidas, que a armarse para la guerra.
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