El pastelero hom¨®fobo y el gobernador gay
El pulso de los dos Am¨¦ricas se libra en Colorado, el antiguo ¡®Estado del odio¡¯, donde el avance de la diversidad choca con la reacci¨®n ultraconservadora
La pasteler¨ªa de Jack Phillips huele a mantequilla y est¨¢ inundada de colores. El artesano recibe a los forasteros con sonrisa y curiosidad. Sobre una mesa se encuentra un atlas que usa para que los visitantes le se?alen el lugar preciso en el que nacieron, invita a firmar el libro de visitas que lo acompa?a y se ofrece a tomarse fotos con el visitante. ¡°Si puedes imaginarlo, Jack puede convertirlo en un pastel¡±, es el lema con el que el negocio se anuncia en Internet. Y la variedad que exhiben sus estanter¨ªas ¡ªun ping¨¹ino, una pizza o un peri¨®dico convertidos en dulce¡ª hacen pensar que en, efecto, en este local de Lakewood (Colorado) todo es posible. Masterpiece se llama (en espa?ol, obra maestra). En verano de 2012, sin embargo, Charlie Craig y Dave Mullins descubrieron los l¨ªmites de la imaginaci¨®n de Jack. Entraron en el local, situado a unos 25 minutos en coche de Denver, con el fin de encargar una tarta nupcial, pero no llegaron a hablar de sabores, texturas o tonos. En cuanto el pastelero pregunt¨® de qui¨¦n era exactamente la boda y le respondieron que los que se casaban eran ellos, se neg¨® a servirles arguyendo que violentaba sus creencias religiosas. Ah¨ª acab¨® su curiosidad. No hubo atlas, ni fotos, ni nada.
Phillips podr¨ªa hab¨¦rselos quitado de encima con cualquier excusa, pero quer¨ªa que supieran por qu¨¦ no pensaba elaborar el pastel. Les dijo que pod¨ªan llevarse magdalenas o galletas de la tienda, pero que no har¨ªa una tarta para celebrar una boda entre personas del mismo sexo. La pareja sali¨® de all¨ª avergonzada; la madre de Charlie, hecha una furia. Publicaron lo sucedido en su muro de Facebook como desahogo y pensaban seguir adelante sin m¨¢s, echarse a la espalda la mala experiencia, como una de tantas heridas que se acumulan en la vida, pero, al correr por las redes sociales, una ola de apoyo procedente de medio mundo los levant¨® en volandas. La ACLU, principal organizaci¨®n de derechos civiles de Estados Unidos, se ofreci¨® a llevar su caso. Demandaron al pastelero y ganaron. Phillips, apoyado por la ONG cristiana conservadora Alliance Defending Freedom, recurri¨® hasta llevarlo ante el Tribunal Supremo.
Y as¨ª es c¨®mo el caso de Masterpiece Cakeshop se convirti¨® en un nuevo hito en la lucha por los derechos LGTBI en Estados Unidos. El pastelero argumentaba que elaborar el postre para dicho banquete equivale, en su opini¨®n, a apoyarlo, y por tanto violaba su libertad de expresi¨®n. Tampoco produce dulces con motivo de Halloween, pues lo rechaza. Los abogados de la pareja defend¨ªan que la objeci¨®n de Halloween se aplica en el producto en s¨ª y afecta a cualquier cliente, independientemente de su raza, religi¨®n o sexualidad. Pero un pastel gay, como producto, no existe. Los pasteles no tienen orientaci¨®n sexual. Y si Philips s¨ª es capaz de elaborar exactamente la misma tarta para una pareja de hombre y mujer, a quien rechaza en este caso es al cliente que la quiere ofrecer en su fiesta, y lo hace ¨²nicamente porque es gay (Craig y Mullins no llegaron a pedir ning¨²n dise?o que pudiera generar un conflicto por llevar alg¨²n tipo de mensaje homosexual).
El pasado 5 de junio un jarro de agua fr¨ªa cay¨® sobre este ¡ªhoy ya¡ª matrimonio de Denver. El Tribunal Supremo de Estados Unidos dio la raz¨®n a Jack Phillips porque consider¨® que la justicia de Colorado no hab¨ªa sido neutral con el pastelero, pero evit¨® pronunciarse sobre el fondo de la cuesti¨®n. Es decir, si un negocio tiene derecho a no servir a clientes homosexuales con la religi¨®n como argumento.
Cinco meses despu¨¦s, en las elecciones legislativas del 6 de noviembre, Colorado, el mismo Estado en el que viven Jack, Charlie y Dave, el mismo Estado conocido hace d¨¦cadas como el ¡°Estado del odio¡± por sus leyes hom¨®fobas, eleg¨ªa al primer gobernador abiertamente homosexual de Estados Unidos. Jared Polis, de 43 a?os, un congresista jud¨ªo fundador de una compa?¨ªa tecnol¨®gica, jur¨® su cargo el 8 de enero junto a su esposo, Marlon Reiss, y los dos hijos de la pareja, un ni?o y una ni?a. En el baile inaugural estaba anunciada la actuaci¨®n de Cindy Lauper. Y los ciudadanos de Colorado, en lugar de una primera dama, tienen un primer caballero.
¡°Se ve un enorme progreso ah¨ª, aunque al mismo tiempo a nosotros nos ocurri¨® eso en el Supremo, lo que yo veo son dos fuerzas movi¨¦ndose al mismo tiempo, una que es cada vez de mayor aceptaci¨®n y otra que quiere ir en contra de esto. Lo que pas¨® en esa pasteler¨ªa fue incapacitante, muy doloroso¡±, explica Dave Mullins, editor de 34 a?os, en su casa, una vivienda unifamiliar en el norte de Denver. Su marido, Charlie, dise?ador de interiores de 39 a?os, lo resume as¨ª: ¡°Estamos en un pa¨ªs en el que el domingo te puedes casar con tu pareja y el lunes te pueden rechazar en un comercio y, en algunos Estados, te pueden despedir¡±, a?ade.
El choque de trenes de Colorado se parece al que vive este EE UU en el ecuador del mandato de Donald Trump. Durante sus dos primeros a?os de Administraci¨®n, que se cumplen este domingo, se han abierto paso pol¨ªticas regresivas en materias como el aborto, el feminismo o los derechos LGTBI. Adem¨¢s del veto a los transg¨¦nero en el Ej¨¦rcito (batalla que se est¨¢ librando en los tribunales), la Administraci¨®n protege a los facultativos que no quieran prestar ciertos servicios y ha eliminado las directrices en Educaci¨®n para facilitar que los chicos transg¨¦nero puedan usar los ba?os y vestuarios del sexo con el que se sientan identificados. Al mismo tiempo, los comicios del pasado noviembre llevaron al Congreso una ola de nuevos legisladores con la mayor presencia de mujeres y diversidad religiosa, racial y de orientaci¨®n sexual de la historia. Solo en Colorado, para relevar a Jared Polis de su esca?o en el Congreso, escogieron a Joe Neguse, hijo de unos inmigrantes de Eritrea, y para la C¨¢mara estatal votaron a una mujer transg¨¦nero, Brianna Titone.
Para Arash Jahanian, abogado de ACLU especializado en derechos LGTBI, ¡°algo muy positivo es que la orientaci¨®n sexual del gobernador Polis fue objeto de debate solo a nivel nacional y una vez elegido, porque es algo remarcable, pero aqu¨ª no lo fue durante la campa?a¡±. Los avances sociales, en su opini¨®n, resultan evidentes en EE UU, pero advierte de que el progreso lleva consigo la reacci¨®n ultraconservadora. ¡°Este Estado es el que en 1992 aprob¨® una enmienda que expl¨ªcitamente prohib¨ªa cualquier ley o normativa que protegiese a gais y lesbianas [el Supremo la tumb¨® en 1996]. Fue hace solo 27 a?os¡±, a?ade.
La pasteler¨ªa de Jack Phillips se ha convertido en un lugar de peregrinaci¨®n para ultrarreligiosos. De una pared cuelga enmarcada la foto del d¨ªa que fue a declarar ante el Supremo en Washington y el libro de visitas se encuentra plagado de mensajes de apoyo en su actitud. Sus abogados no le permiten hacer declaraciones sobre el caso, pero admite que ha vuelto a los tribunales porque rechaz¨® elaborar una tarta de celebraci¨®n de la transici¨®n de una mujer transg¨¦nero.
Charlie Craig y Dave Mullins se sienten satisfechos con la batalla que libraron, pues, explican, ayud¨® a dar visibilidad al problema y tambi¨¦n a recabar apoyos. Ahora dan charlas en colegios. La victoria de Polis, dice Dave, ¡°ayudar¨¢ a muchos ni?os a ver que ser gay no significa que te vaya a ir mal¡±. ¡°Yo, cuando era ni?o, cre¨ª que era el ¨²nico gay del mundo. Literalmente, no conoc¨ª a otro hasta los 17 a?os. Tener referentes hace que los ni?os sepan que hay un sitio para ellos en el mundo¡±.
Lejos, eso s¨ª, de Masterpiece Cakeshop.
El Estado morado como ¡®micro Am¨¦rica¡¯
Colorado, con 5,6 millones de habitantes, tiene algo de micro-Am¨¦rica, por su distribuci¨®n entre republicanos, dem¨®cratas e independientes. Se le conoce como el "Estado morado" porque se encuentra a medio camino entre el rojo, color de los republicanos, y el azul, color de los dem¨®cratas. Como en el resto del pa¨ªs, el aumento de poblaci¨®n en las urbes, m¨¢s progresistas, est¨¢ moviendo las placas tect¨®nicas del voto. En las elecciones presidenciales de los ¨²ltimos 10 a?os, los conservadores han ganado seis veces y los dem¨®cratas cuatro (en 1992 y en las tres ¨²ltimas).
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