El pa¨ªs que se salv¨® a s¨ª mismo
Guaid¨® no es un iluminado ni act¨²a solo, aunque es claro que no es mero vocero de un grupo de pol¨ªticos que han logrado flanquear y dejar atr¨¢s a los desacreditados peleles de la longeva leal oposici¨®n
Lo admirable ?Lo m¨¢s admirable? Hemos visto obrar tantos prodigios durante las jornadas del enero venezolano que al enumerarlas quiz¨¢ lo mejor no sea intentar jerarquizarlos. Y comenzar por algo que he visto ponderar poco y esa clave del elemento sorpresa que ha sido el secreto.
No creo exagerado afirmar que proponerse burlar el ojo del G2 cubano y haber logrado, como suele decirse, ¡°poner en la calle¡± exitosamente una estrategia de masas formulada en consignas tan sencillas y caras al com¨²n de las personas como las que donosamente ha sabido proponerle Juan Guaid¨® a su pueblo, y hacerlo de modo fulgurantemente sorpresivo, fue la primera derrota infligida en mucho tiempo al dictador Nicol¨¢s Maduro y su arrogante camarilla de ladrones y asesinos. De ella todav¨ªa no alcanza a reponerse. Dejar¨¢n el poder sin haber llegado a saber qu¨¦ centella los fulmin¨®.
Que la figura misma de Guaid¨®, su joven presencia de ¨¢nimo, su inconmovible optimismo, su gesto y palabras de servidor p¨²blico que se asume transitorio y que no por ello reh¨²ye sus deberes y el peligro que entra?a cumplirlos, y hasta la impronta de formalidad civil que a los ojos de sus compatriotas, hartos de veinte a?os de aspaventoso militarismo, traen consigo su kennediano atuendo de camisa blanca y corbata, hayan cautivado la imaginaci¨®n de quienes anhelamos el retorno a la democracia y al imperio de la ley, tampoco ser¨¢ lo de menos cuando, en un futuro ya a la vista, evoquemos los acontecimientos que hoy concitan la simpat¨ªa y el apoyo un¨¢nime del planeta dem¨®crata y liberal.
Guaid¨®, por descontado, no es un iluminado ni act¨²a solo, aunque es claro que no es mero vocero de un grupo de pol¨ªticos que, con astucia y encomiable tino, han logrado flanquear y dejar atr¨¢s a los desacreditados peleles de la longeva leal oposici¨®n cuya ¨²nica propuesta hab¨ªa sido, hasta fines del a?o pasado, acudir a cuanta farsa electoral propusiese la dictadura hasta la consumaci¨®n de los siglos.
Los millones de venezolanos que atendiendo al llamado de Guaid¨®, han tomado las calles pac¨ªfica y gallardamente, apoyan una estrategia ¡ªfin de la usurpaci¨®n, Gobierno de transici¨®n y elecciones libres¡ª que en modo alguno consiste en ir a golpear suplicantemente los portones de los cuarteles en procura de un chafarote salvador, sino ofrecerle al estamento militar que, para mal de todos, ha sido aliado del desastre chavista, la ocasi¨®n de recuperar la estima de sus compatriotas poni¨¦ndose al lado de la Constituci¨®n y las leyes.
El ¨¢nimo persuasivo, civilista, que no ha abandonado a Guaid¨® ni a quienes piensan como ¨¦l, a la hora de ¡°rodear¡± con argumentos constitucionalistas a la oficialidad joven del Ej¨¦rcito y tenderle un cerco de exhortaciones humanitarias dif¨ªcilmente ignorables, es otra novedad que a los analistas y otros pundits tomar¨¢ tiempo aquilatar.
Para usar una expresi¨®n cara al mundo militar, Venezuela toda se ha sumado a una maniobra envolvente de persuasi¨®n y buena voluntad patri¨®tica que ya brinda sus frutos. S¨ªntoma de ello es que en las multitudinarias manifestaciones del pasado jueves no se registrase en todo el territorio nacional ni una sola muerte a manos de la fuerza p¨²blica.
Antes bien, en muchas ocasiones los manifestantes fraternizaron con polic¨ªas y guardias nacionales renuentes a violentar compatriotas inermes. Una anunciada desobediencia que deber¨ªa poner a pensar a Alto Mando.
El papel insoslayable que en esta ofensiva han jugado los Estados Unidos de Donald Trump es, ?qui¨¦n podr¨ªa negarlo!, harina de otro costal. Tan de otro costal que merece mucho, much¨ªsimo m¨¢s, que el p¨¢rrafo de remate de esta columna.
Sin embargo, ning¨²n antiimperialismo de la inactual izquierda latinoamericana podr¨¢ opacar el que las decisiones pol¨ªticas que han logado poner al dictador Maduro en trance de dejar el poder las han tomado, soberanamente, millones de venezolanos ansiosos de vivir en libertad, bajo el imperio de la ley y gobernados por personas elegidas por nosotros mismos.
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