Ir¨¢n vigila de cerca el creciente desaf¨ªo sindical
El malestar de los desfavorecidos por las dificultades econ¨®micas pone en entredicho un pilar del r¨¦gimen isl¨¢mico
Camioneros, maestros, obreros, comerciantes, agricultores¡ raro es el sector que no ha organizado protestas durante el ¨²ltimo a?o en Ir¨¢n. El muy limitado activismo sindical que existe en el pa¨ªs ha intentado reivindicar sus derechos ante el deterioro econ¨®mico que las sanciones de EE. UU. han agudizado. De momento, el r¨¦gimen no percibe las manifestaciones como una amenaza a su seguridad, pero ha optado por judicializar el problema poniendo en entredicho uno de los pilares de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, la defensa de los desfavorecidos.
Esmaeil Bakhshi, uno de los representantes del sindicato de trabajadores de los campos de ca?a de az¨²car del conjunto agroindustrial Hafttappeh en Juzest¨¢n, en el suroeste del pa¨ªs, se ha convertido en s¨ªmbolo de las protestas obreras. Tras dos semanas de protestas por el impago de cinco meses de sueldos y la mala gesti¨®n del conjunto, fue detenido por primera vez el pasado noviembre. Liberado bajo fianza, denunci¨® que hab¨ªa sido torturado bajo custodia.
Entonces, el fiscal general, Mohammad Jafar Montazeri, calific¨® de ¡°falsas¡± sus alegaciones y la televisi¨®n estatal emiti¨® una confesi¨®n en la que dec¨ªa haber estado en contacto con grupos comunistas. Desde su nueva detenci¨®n el pasado 21 de enero, no se ha vuelto a saber de ¨¦l.
¡°Lo han acusado de difamaci¨®n, propaganda contra el sistema y ofensa a las autoridades¡±, declara la abogada Farzaneh Zilabi, a quien ¨¦l confi¨® su defensa, pero el poder judicial no le ha permitido encargarse del caso; como viene siendo habitual en todos los casos de derechos humanos. Solo permite que Bakhshi elija al letrado de una lista preaprobada.
La insatisfacci¨®n de los trabajadores no se limita al caso de Hafttappeh. Las protestas se han escuchado tambi¨¦n en el sector del acero, la industria automotriz, compa?¨ªas de maquinaria pesada como Hepco, plantas petroqu¨ªmicas, ferrocarriles e incluso entre empleados municipales.
¡°El retraso en el pago de los sueldos y los abusos de los empresarios se han convertido en un mal com¨²n de todos los sectores¡±, constata Abbas, un empleado de alto rango en una aerol¨ªnea iran¨ª. ¡°He trabajado 28 a?os en el sector a¨¦reo del pa¨ªs y hace un a?o nos obligaron a aceptar condiciones humillantes como firmar contratos de trabajo mensuales, y si protestas, te despiden¡±, explica convencido de que las estrecheces econ¨®micas no permiten a muchos trabajadores unirse a las huelgas, ya que ¡ªa falta de organizaciones sindicales¡ª sufren directamente las represalias.
¡°El problema empez¨® con la privatizaci¨®n de la industria en un proceso opaco. En realidad entregaron f¨¢bricas y minas a grupos cercanos al poder camuflados de emprendedores cuyo ¨²nico m¨¦rito eran sus contactos en el sistema¡±, se?ala Mohammad Hossein Ragfar, profesor de Econom¨ªa de la universidad Al Zahra de Teher¨¢n. En su opini¨®n, o las autoridades cambian de rumbo ante las protestas, o se arriesgan a enfrentamientos mayores en un futuro pr¨®ximo.
Saeed, un ingeniero de la industria del cobre, pone como ejemplo de esa falsa privatizaci¨®n un proceso de toma de decisiones que no obedece a la l¨®gica del mercado y perjudica a las empresas. ¡°De repente proh¨ªben la exportaci¨®n de l¨¢minas de cobre para que las vendamos a bajo precio en el pa¨ªs, pero no tienen en cuenta que nuestra producci¨®n se ha encarecido debido a las limitaciones bancarias por las sanciones y la devaluaci¨®n del rial. As¨ª que solo echamos a perder empleos y recursos¡±, se queja.
Otros analistas discrepan. Para Mohammad Hossein Ghadiri-Abyaneh, un antiguo embajador experto en asuntos estrat¨¦gicos, ¡°el problema est¨¢ en la cultura de trabajo¡± de los iran¨ªes. ¡°No trabajamos con suficiente eficacia y los consumidores no aprecian el producto nacional, ya que en Ir¨¢n la marca extranjera es un elemento de prestigio social, esta visi¨®n perjudica la producci¨®n nacional¡±, defiende.
De momento, las dimensiones de las protestas sindicales no han alcanzado un nivel que plantee problemas para la seguridad nacional y las autoridades han evitado detenciones indiscriminadas de trabajadores. Sin embargo, las clases obreras han sido tradicionalmente uno de los pilares de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, lo que las convierte en un indicador fiable del nivel de satisfacci¨®n de la sociedad iran¨ª, pues no suelen movilizarse por las limitaciones sociales como las clases medias. Eso plantea un dilema al poder entre atender sus necesidades o buscar nuevos aliados para frenar con mano dura futuras protestas.
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