Fin de los sue?os revolucionarios en Ir¨¢n
La crisis del acuerdo nuclear es s¨®lo el ¨²ltimo desenga?o de un pa¨ªs atrapado en un sistema escler¨®tico


"Construye tus sue?os¡±, anima un cartel publicitario junto al flamante centro comercial de Bamland, en el noroeste de Teher¨¢n. Alrededor, ¡°el mayor y m¨¢s extenso desarrollo urban¨ªstico¡± de la capital iran¨ª, el distrito 22, sigue a medio construir casi dos d¨¦cadas despu¨¦s de que se lanzara para aliviar la presi¨®n demogr¨¢fica de esta ciudad de 12 millones de habitantes. Como las decenas de torres que a¨²n permanecen inacabadas o vac¨ªas, los sue?os de los iran¨ªes tambi¨¦n se han visto frustrados por una mezcla de mala gesti¨®n, intereses cruzados y exceso de ambici¨®n. El abandono del acuerdo nuclear por EE UU es solo el ¨²ltimo desenga?o.
¡°Hay una sensaci¨®n de que va a pasar algo. Esto no puede seguir as¨ª. La gente vive en la desgracia moral y econ¨®mica. Todo el mundo est¨¢ al l¨ªmite¡±, declara I.R., un empresario cincuent¨®n. A ¨¦l le van bien los negocios, pero conoce a quien tiene dificultades para alimentar a su familia. ¡°Si lleg¨® a saber la que ¨ªbamos a liar con la dichosa revoluci¨®n¡ No solo este pa¨ªs est¨¢ muy mal, sino que no es respetado fuera¡±, lamenta. Esa idea, la de no ser respetado, es tal vez lo m¨¢s duro para una naci¨®n con una identidad tan fuerte como la iran¨ª.
El desenga?o con la revoluci¨®n de 1979 que dio lugar a la Rep¨²blica Isl¨¢mica no es nuevo. Muchos de los que participaron en ella han cuestionado sus resultados y los j¨®venes a menudo preguntan a sus padres por qu¨¦ lo hicieron. A la mayor¨ªa les queda lejos: el 70% de los iran¨ªes ha nacido despu¨¦s. Solo han vivido sus consecuencias, el aislamiento internacional y la frustraci¨®n de ver c¨®mo el sistema ahogaba las promesas de reforma y apertura que apoyaron con sus votos a los presidentes Mohamed Jatami (en 1997 y 2001) y a Hasan Rohani (en 2013 y 2017). Tambi¨¦n la falta de beneficios tangibles del acuerdo nuclear que iba a devolverles su puesto en el mundo.
¡°Desde el principio fui muy cr¨ªtico con la forma en que se present¨® el acuerdo nuclear. Se crearon demasiadas expectativas¡±, conf¨ªa un profesor que asesor¨® a Rohani tras su primera elecci¨®n, pero que enseguida volvi¨® a sus clases en la universidad. ¡°La gente ha perdido toda la confianza en el sistema no hay ninguna facci¨®n que tenga credibilidad¡±, asegura.
Como otros analistas entrevistados, constata que el sector m¨¢s conservador y los militares (en referencia a los Pasdar¨¢n, una milicia ideol¨®gica bajo cuya bota se encuentra el Ej¨¦rcito convencional) van a intentar capitalizar el fiasco con la vista puesta en las pr¨®ximas elecciones. Sin embargo, resulta dif¨ªcil ver qu¨¦ beneficio pueden obtener de un desencanto generalizado. Muchos iran¨ªes se arrepienten de haber votado a Rohani. A toro pasado, piensan que un ultra como Ebrahim Rasisi hubiera acelerado la confrontaci¨®n con EE UU y el final del r¨¦gimen.
¡°La situaci¨®n es explosiva¡±, admite un veterano reformista encarcelado tras las protestas de 2009 y que ahora ha vuelto a la pol¨ªtica. En su opini¨®n, se ha dado una coincidencia de factores internos (mala situaci¨®n econ¨®mica, diferencias entre el l¨ªder supremo, el ayatol¨¢ Ali Jamenei, y Rohani, crisis del agua) y externos (llegada de Trump en EE UU y relevo del rey Abdal¨¢ en Arabia Saud¨ª) muy desfavorables para Ir¨¢n. ¡°El trance del acuerdo nuclear puede convertirse en la chispa que prenda la llama¡±, alerta.
A decir de algunos observadores, ese parece ser el objetivo de la presi¨®n financiera dise?ada por Estados Unidos: estrujar Ir¨¢n hasta que salte por los aires. Alentados por la ola de protestas que el pa¨ªs vivi¨® a principios de a?o, los duros de Washington esperan que los iran¨ªes se echen a la calle y pongan a sus dirigentes contra la pared. Pero aunque, por motivos diversos, haya signos ocasionales de descontento aqu¨ª y all¨ª, pocos creen que vaya a producirse una revuelta.
¡°La gente no va a sublevarse de forma generalizada. Incluso en enero no se trat¨® de un levantamiento nacional. No hay ganas de violencia, y tampoco es f¨¢cil porque este es un sistema represivo que no tiene empacho en matar. As¨ª que la vida sigue y el ciudadano medio busca f¨®rmulas para sobrevivir¡±, estima el profesor.
Eso significa que quien tiene dinero ha comprado propiedades fuera para conseguir una residencia permanente. El objetivo ya no son unos cada vez m¨¢s dif¨ªciles EE UU y Europa, sino Armenia, Azerbaiy¨¢n¡, cualquier pa¨ªs que no ponga trabas al pasaporte de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Seg¨²n el jefe de la comisi¨®n de Econom¨ªa del Parlamento, Mohammad Reza Purebrahimi, Ir¨¢n ha sufrido una fuga de 30.000 millones de d¨®lares (25.400 millones de euros) s¨®lo en los ¨²ltimos meses del a?o persa que concluy¨® el pasado 20 de marzo. Eso en un momento en que el Gobierno dedica el 95% del presupuesto a gastos corrientes y no dispone de margen para infraestructuras o inversiones.
El resto, se busca la vida como Hamed T., un militar de 37 a?os, casado y con dos hijas, que completa su salario haciendo carreras para Snapp, el Uber iran¨ª. O como el se?or Purahmadi, que se sienta la plaza de Vali Asr con una b¨¢scula para que no parezca que pide limosna. O como Sima, que ejerce el oficio m¨¢s antiguo.
¡°Da la impresi¨®n de que [las autoridades] solo trabajan para deprimir a la poblaci¨®n. El tr¨¢fico endemoniado, la contaminaci¨®n, la imposibilidad de acabar una llamada sin que se corte¡. Lo que pasa en este pa¨ªs no es normal. No avanzamos. Me voy a ir porque no quiero que mi hija viva esto, que le digan c¨®mo tiene que vestir¡ La gente no piensa como el Gobierno¡±, insiste en dejar claro el empresario, indignado con la mala gesti¨®n y el desinter¨¦s de la mayor¨ªa de los dirigentes por el bienestar de la poblaci¨®n.
El r¨¦gimen tiene pocas opciones. Para empezar, sus responsables no se ponen de acuerdo en cu¨¢l es el objetivo final de Estados Unidos. ?Solo modificar su comportamiento en la regi¨®n? ?O llegar a la guerra para forzar el cambio de r¨¦gimen? Incluso si, como dan a entender los europeos, la crisis pudiera frenarse con un repliegue en Yemen y Siria, ¡°no han alcanzado un consenso sobre c¨®mo responder¡±, explica un conocedor de los engranajes del poder iran¨ª.
La impresi¨®n es que Ir¨¢n va a tratar de mantener el statu quo con peque?as concesiones incrementales. ¡°Este sistema carece de capacidad estrat¨¦gica, as¨ª que continuar¨¢ haciendo maniobras t¨¢cticas en la esperanza de que Trump no sea reelegido¡±, se?ala la misma fuente.
Mientras tanto, los iran¨ªes seguir¨¢n viviendo al borde del precipicio, pero sin renunciar a construir sus sue?os. Junto al lago de los M¨¢rtires del Golfo P¨¦rsico, en el distrito 22, este pasado viernes, numerosas familias paseaban, varios hombres pescaban y un grupo de j¨®venes alquilaba bicicletas para dar un paseo. Era el segundo d¨ªa de Ramad¨¢n y, a pesar de la prohibici¨®n de beber, comer o fumar en p¨²blico, muchos no escond¨ªan ni su botella de agua ni su cigarrillo. Decididamente, la gente no piensa como su Gobierno.
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