La alerta de g¨¦nero en M¨¦xico: el fracaso de una gran idea
El aumento de los asesinatos de mujeres pone en evidencia las fallas de la estrategia contra la violencia feminicida
En los cuatro a?os que han pasado desde que mataron a la maestra Matilde Leana, el caso nunca ha estado cerca de resolverse. Los asesinos, conocidos, jam¨¢s estuvieron cerca de pisar la c¨¢rcel. Y Nadja Alcaraz, su hija, ya no espera demasiado de la justicia. Parece resignada. En marzo de 2015, unos vecinos de su mam¨¢ entraron a robar a la casa y la mataron. La ¡°violentaron¡± y luego la estrangularon. Nadja, que entonces ten¨ªa 39 a?os, la encontr¨® tirada en la cama, el pelo negr¨ªsimo cubri¨¦ndole la cara, los brazos hacia atr¨¢s, como si durmiera. Pero no dorm¨ªa, estaba muerta. La hab¨ªan matado.
Ocurri¨® cerca de Cuautla, en Morelos, a dos horas de Ciudad de M¨¦xico. Ocurri¨® apenas unos meses antes de que el Gobierno federal activara en agosto de 2015 la alerta por violencia de g¨¦nero contra las mujeres en la mitad de los municipios del Estado, Cuautla entre ellos. De hecho, fue por asesinatos como el de Matilde que el Ejecutivo activ¨® la alerta.
Durante el Gobierno pasado, la alerta fue la gran novedad en materia de protecci¨®n de la vida de la mujer. Ante una situaci¨®n de agresiones continuada, de asesinatos, desapariciones y otros ataques a mujeres, organizaciones de la sociedad civil o particulares pod¨ªan solicitar al Gobierno federal que activara la alerta. Una respuesta positiva del Gobierno obligaba a los Estados mexicanos a dedicar recursos para atender el problema. Incrementar los rondines policiales en ¨¢reas se?aladas, mejorar la iluminaci¨®n de ciertas zonas, capacitar a servidores p¨²blicos en perspectiva de g¨¦nero, instalar m¨®dulos de atenci¨®n espec¨ªficos para tratar casos de violencia contra mujeres¡ La idea era buena, coinciden las expertas, pero la realidad es que no ha funcionado bien.
Desde julio de 2015, el Gobierno ha activado la alerta total o parcialmente en 13 de los 32 Estados. Otros nueve est¨¢n en proceso. El grupo de trabajo que hab¨ªa diagnosticado la situaci¨®n a petici¨®n del Gobierno federal hab¨ªa concluido, entre otras cosas, que las investigaciones de la mayor¨ªa de feminicidios perpetrados de 2000 a 2013 se encontraban inconclusas; que resultaba preocupante la desarticulaci¨®n entre las distintas fiscal¨ªas pertenecientes a la fiscal¨ªa general del Estado de Morelos, lo que repercut¨ªa negativamente ¡°en el registro de casos de feminicidios y en la prevenci¨®n e investigaci¨®n de la violencia de g¨¦nero¡±.
De 2012 a 2015, los asesinatos de mujeres hab¨ªan bajado en Morelos. La tasa por cada 100.000 mujeres segu¨ªa siendo alta, casi cinco. En 2016 se dispar¨® a m¨¢s de ocho. La fiscal¨ªa local registr¨® ese a?o 30 feminicidios, esto es, asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres. El Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INEGI), que sum¨® a esa cifra los asesinatos comunes, es decir, homicidios de mujeres sin un componente de g¨¦nero claro, elev¨® esa cifra a 87. Con dos millones de habitantes, Morelos es un Estado peque?o, el segundo menos extenso de M¨¦xico. Por poner en contexto sus cifras de violencia feminicida, en Espa?a, que cuenta 46 millones de habitantes, murieron asesinadas 44 mujeres en 2016. En M¨¦xico, en 2016, murieron asesinadas 2.789 mujeres.
La casa de Matilde hab¨ªa sufrido varios robos en los ¨²ltimos meses. Nunca hab¨ªa ocurrido estando ella dentro, pero aquel d¨ªa le toc¨®. Los ladrones, vecinos de calle, acabaron con ella. ?Por qu¨¦? Nadja no sabe. Quiz¨¢ estaban borrachos, quiz¨¢ drogados, quiz¨¢ sintieron que pod¨ªan, quiz¨¢ fue una mezcla de todo.
Nadja encontr¨® a su madre horas m¨¢s tarde, tirada en la cama de su cuarto, en la planta alta. De aquel d¨ªa, 4 de marzo de 2015, recuerda poco, im¨¢genes diluidas en llanto, dolor. S¨ª se acuerda de haber llamado a su esposo y a su amiga Jacqueline. Ambos acudieron r¨¢pido a la casa. Abatida, Nadja se qued¨® en el piso de abajo con su esposo. Jacqueline se encarg¨® de toda la log¨ªstica. Se coloc¨® en la puerta de entrada y no dejaba entrar a nadie. Solo se le escaparon las primeras autoridades en llegar, dos agentes de Protecci¨®n Civil, a quienes ella misma se hab¨ªa encontrado de camino a la casa. Les pidi¨® que le acompa?aran: ¡°Algo pas¨® en la casa¡±, les dijo.
Los agentes subieron al cuarto de Matilde. Tan pronto como bajaron, Jacqueline tuvo un mal presentimiento, pero no dijo nada. Fue minutos m¨¢s tarde, cuando se le acerc¨® un reportero del Extra, un diario local, amarillista, que siempre trae muertos y mujeres desnudas en la portada. Como Jacqueline hab¨ªa trabajado en el gremio, a ¨¦l se le hizo f¨¢cil pedirle informaci¨®n. ¡°Ya me dieron las fotos, mira¡±, le dijo el reportero. Y Jacqueline vio, horrorizada, fotos en primer plano del cad¨¢ver de Matilde. Entr¨® en c¨®lera. Dej¨® a un familiar suyo en la entrada y se fue por los de Protecci¨®n Civil. Les grit¨® que c¨®mo se atrev¨ªan. Desde ese momento no se despeg¨® del resto de autoridades: los peritos, los polic¨ªas ministeriales, los forenses¡
La actitud de los agentes de Protecci¨®n Civil resume un poco lo que ha sido la investigaci¨®n estos a?os. Minutos m¨¢s tarde del asunto de las fotos, otros dos hombres se acercaron a la puerta. Jacqueline, que hab¨ªa vuelto a la entrada, les dijo que qui¨¦nes eran, que se identificaran. Uno de ellos contest¨® que qui¨¦n era ella. Familiar, dijo. ?l dijo que no se iba a identificar y ella contest¨® que entonces no pod¨ªa pasar. La respuesta de ¨¦l fue decir: ¡°No sabes con qui¨¦n est¨¢s tratando¡±. Y acto seguido se llev¨® la mano a la cintura, donde tra¨ªa su arma. Era agente de la polic¨ªa de investigaci¨®n.
En los a?os siguientes pas¨® de todo. Cambiaron varias veces a los investigadores, faltaban peritajes, pero sobre todo Nadja recuerda una evidente falta de voluntad de averiguar nada. Al cabo del tiempo, consiguieron que vecinos de su mam¨¢ testificaran sobre lo ocurrido. Hab¨ªan sido un par de vecinos, ladrones que se dedicaban a desvalijar casas. No contentos con ello, los asesinos iban presumiendo en el barrio y algunos vecinos, amigos de la familia, hab¨ªan escuchado. Cuando la fiscal¨ªa obtuvo la orden de detenci¨®n contra ellos, m¨¢s de un a?o despu¨¦s del asesinato, ya se hab¨ªan esfumado. Y as¨ª han pasado cuatro a?os.
"No merecemos esto"
En aquella ¨¦poca, la maestra Carmen Genis era la directora de Prevenci¨®n del Delito en Cuautla. Matilde y Carmen eran amigas. Entrevistada por medios locales, dijo: ¡°No merecemos esto los ciudadanos de Morelos, ya basta. Pedimos que no se minimice la situaci¨®n, que no nos digan que es cuesti¨®n de percepci¨®n¡±. Cuatro a?os m¨¢s tarde, ya retirada, Carmen hace balance: ¡°Los investigadores no son profesionales. Y el personal que hay no es suficiente. Aqu¨ª en la zona oriental del estado hay un solo perito, un solo m¨¦dico forense¡±.
Pese a la activaci¨®n de la alerta de g¨¦nero, no parece que las cosas hayan cambiado en Morelos. Seg¨²n cifras de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Estado, en 2018 murieron asesinadas 79 mujeres. En un informe interno, el ombudsman local destaca los casos de mujeres desaparecidas solo en Cuautla. Entre enero y febrero fueron nueve. En 2018, 57. En ning¨²n otro municipio del estado ocurrieron m¨¢s casos que aqu¨ª.
Tampoco en M¨¦xico, enero de 2019 fue el mes con m¨¢s asesinatos de mujeres desde que se tienen registros.
Aunque estos a?os se ha destacado el papel innovador de la alerta, las expertas han se?alado sus carencias. Un informe elaborado el a?o pasado por dos acad¨¦micas de Eurosocial, programa de la Uni¨®n Europea para mejorar la cohesi¨®n social en Am¨¦rica Latina, conclu¨ªa que su naturaleza es ambivalente. Prevista para tratar situaciones de emergencia, en realidad se usa con la intenci¨®n de erradicar la violencia de g¨¦nero contra las mujeres. El problema, le¨ªa el informe, es la aplicaci¨®n lenta y fragmentada de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de 2007. O dicho de otro modo: ¡°si el problema es la falta de investigaci¨®n de los feminicidios, es dif¨ªcil recomendar en el marco de la alerta una revisi¨®n de los casos, si los agentes carecen de informaci¨®n¡±.
La acad¨¦mica Teresa Inch¨¢ustegui, que estuvo a cargo del Instituto de la Mujer en Ciudad de M¨¦xico, abunda en las cr¨ªticas a la alerta: ¡°Terminaron adjudic¨¢ndole a la alerta situaciones que no puede resolver¡±.
En Cuautla, la maestra Carmen Genis sigue denunciando casos de violencia contra la mujer. Para ella, lo m¨¢s importante es precisamente eso, denunciar. Cuando sale a la calle, cada vez que ve un cartel de alguna mujer desaparecida, llama enseguida a los tel¨¦fonos que aparecen. Se presenta y pregunta, ¡°?ya pusieron la denuncia?¡±.
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