Indonesia reivindica su islamismo moderado reeligiendo a Jokowi
El presidente afronta cinco a?os m¨¢s en el cargo y m¨²ltiples retos, desde la creciente influencia de grupos islamistas a la econom¨ªa
Era el favorito, pero cab¨ªa la posibilidad de una sorpresa de ¨²ltima hora. La reelecci¨®n del moderado Joko Widodo (apodado?Jokowi) como presidente indonesio, seg¨²n los resultados provisionales de las elecciones del mi¨¦rcoles, confirma la tendencia liberal del pa¨ªs con m¨¢s musulmanes del mundo y es recibida con alivio por los inversores, temerosos del nacionalista Prabowo Subianto, que se hab¨ªa presentado junto a grupos islamistas.
Indonesia abraza, pues, la continuidad, y brinda a Jokowi una nueva oportunidad de finalizar las reformas que prometi¨® cuando lleg¨® al poder por primera vez hace cinco a?os. Pero si bien la aparente derrota de Prabowo ¡ªque ha rechazado los resultados y se ha declarado ganador¡ª elimina los pron¨®sticos m¨¢s adversos, ante el coqueteo del exgeneral con facciones radicales que amenazaban la secularidad del pa¨ªs, las esperanzas sobre Jokowi no son ni de lejos las mismas que en 2014.
Entonces, el presidente se convirti¨® en el primer l¨ªder de Indonesia alejado de la ¨¦lite, cuyo carisma y esp¨ªritu moderado le vali¨® el apodo de ¡°el Obama indonesio¡±. Las minor¨ªas le adoraban. Los j¨®venes confiaban en un dirigente que demostraba que se pod¨ªa llegar al poder desde abajo: nacido en el seno de una familia humilde, pas¨® de alcalde de Solo (Java central) a gobernador de la capital, Yakarta, para acabar como presidente de una naci¨®n de 265 millones de habitantes (con una poblaci¨®n musulmana del 88%) con poco m¨¢s de 50 a?os.
Sin embargo, las minor¨ªas, entre ellas el colectivo LGBT, la comunidad cristiana (el 10% de la poblaci¨®n) o los ahmad¨ªes (grupo musulm¨¢n contrario a visiones fundamentalistas), han vivido tiempos aciagos bajo su mandato. El a?o pasado el Parlamento empez¨® a debatir una reforma del C¨®digo Penal que incluye la criminalizaci¨®n del sexo homosexual, despertando los peores temores de este grupo. Los cristianos han sido objeto de persecuci¨®n, con el caso m¨¢s extremo ocurrido en Surabaya (Java Oriental) hace un a?o; entonces un grupo local af¨ªn a ISIS reclam¨® la autor¨ªa de una serie de atentados contra iglesias cristianas que dejaron una docena de muertos. Los ahmad¨ªes, otrora integrados en la sociedad, tambi¨¦n empezaron a ser v¨ªctimas de ataques, acusados de herejes por parte de grupos fundamentalistas.
Consciente de la creciente islamizaci¨®n del pa¨ªs, de forma similar a lo que ocurre en la vecina Malasia, Jokowi entr¨® en el juego. Aunque no llegue al extremo de Prabowo, el presidente ha apostado por dejar aparcada su imagen m¨¢s heterodoxa ¡ªla de amante del heavy metal y l¨ªder espont¨¢neo¡ª para reforzar la de buen musulm¨¢n y conectar con la parte m¨¢s conservadora de la sociedad, cortejada por su rival.
¡°Para sorpresa de todos, es muy bueno en pretender ser un pol¨ªtico indonesio tradicional¡±, subraya Aaron Connelly, del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos (IISS).
Si la estrategia finalmente ha sido exitosa, la cuesti¨®n es a qu¨¦ precio. ¡°Las minor¨ªas han perdido toda esperanza de cambio¡±, subraya Andreas Harsono, investigador de Human Rights Watch en Indonesia. Sobre todo, apunta el activista, teniendo en cuenta las credenciales del llamado a convertirse en vicepresidente: el cl¨¦rigo Maruf Amin, l¨ªder del Consejo de Ulamas de Indonesia (MUI), la mayor organizaci¨®n isl¨¢mica nacional. Durante las pasadas dos d¨¦cadas, Amin ha apoyado una serie de fatuas, o edictos isl¨¢micos, contra los derechos de los homosexuales o las minor¨ªas religiosas.
La influencia de los islamistas se ha convertido, adem¨¢s, en una realidad pol¨ªtica. A falta de ser confirmados por la Comisi¨®n Electoral el 22 de mayo, los resultados provisionales elaborados por varias agencias privadas confirman al partido de Jokowi, el PDI-P, como la principal fuerza de la C¨¢mara baja, pero tambi¨¦n constatan el mejor resultado hasta la fecha del islamista PKS (un 8,4%), por encima del 4% requerido para tener representaci¨®n.
M¨¢s esperanzas hay sobre Jokowi en el ¨¢mbito econ¨®mico. Aunque no ha logrado doblegar del todo un modelo clientelista con d¨¦cadas de arraigo, hay se?ales de cambio. ¡°La vieja guardia no quiere perder las ventajas de siempre si de repente hay transparencia. Pero la generaci¨®n de empresarios m¨¢s j¨®venes s¨ª valora que intente crear un ambiente m¨¢s sano y competitivo¡±, subraya Alldo Januardy, exabogado del Instituto de Ayuda Legal (LBH) de Indonesia.
J¨®venes como Januardy, que por debajo de la treintena acaba de estrenar su primer despacho de abogados, aplauden que se haya abierto un poco el mercado. Con Jokowi, Indonesia ha logrado tener su primer ¡°unicornio¡± ¡ªcompa?¨ªa valorada en m¨¢s de mil millones de d¨®lares¡ª, la privada Go Jek, el Uber local, aunque las estatales sigan teniendo un gran peso en la econom¨ªa. El pa¨ªs, que aspira a convertirse en cuarta econom¨ªa mundial en 2050, crece a un s¨®lido 5% (por debajo, no obstante, del objetivo del 7%), la inflaci¨®n est¨¢ controlada y la rupia estabilizada.
¡°Creemos que la reelecci¨®n de Jokowi le permitir¨¢ terminar lo que ya ha empezado: aumentar la inversi¨®n en infraestructura con los 245 proyectos en marcha o en ciernes para construir carreteras, l¨ªneas ferroviarias, puertos y refiner¨ªas. Si lo logra, Indonesia crecer¨¢ por encima del 5%¡±, subraya en una nota Trinh D.Nguyen, economista de Natixis.
Persisten, no obstante, las dudas sobre si Jokowi impulsar¨¢ finalmente las reformas aperturistas. ¡°Indonesia ha estado m¨¢s dispuesto que otros pa¨ªses de la regi¨®n a favorecer el proteccionismo, en parte debido al legado de la crisis financiera asi¨¢tica, que le hizo sospechar del capital extranjero¡±, apunta la consultora Capital Economics. ¡°Es improbable que esta mentalidad ¡ªa?ade¡ª cambie de la noche a la ma?ana¡±.
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