Abdica el emperador Akihito de Jap¨®n
En su ¨²ltimo discurso, el emperador ha deseado "paz y felicidad para el pueblo japon¨¦s y para el mundo entero". Centenares de personas han seguido la ceremonia en el exterior del palacio imperial
Llov¨ªa en el exterior del palacio imperial, en el centro de Tokio. Centenares de personas con paraguas miraban sus tel¨¦fonos y tabletas. En el interior del palacio, en el Sal¨®n de Pino reservado para las ceremonias m¨¢s importantes, Akihito completaba un acto que no ocurr¨ªa desde hace 200 a?os: la abdicaci¨®n de un emperador. ¡°Espero, junto a la emperatriz, que la era Reiwa que comienza ma?ana sea una ¨¦poca estable y fruct¨ªfera. Rezo con todo mi coraz¨®n por la paz y la felicidad del pueblo en Jap¨®n y en todo el mundo¡±, fueron sus ¨²ltimas palabras oficiales como jefe de Estado.
La ceremonia, retransmitida en directo, fue sencilla y breve, pero llena de simbolismo. El emperador ¡ªque lo seguir¨¢ siendo oficialmente hasta medianoche, cuando empezar¨¢ la era Reiwa de su hijo Naruhito¡ª, vestido de chaqu¨¦, entr¨® en la sala en medio de un solemne silencio. Unos pasos detr¨¢s llegaba su esposa Michiko, de la que ha sido inseparable durante 60 a?os de matrimonio, seguida del resto de miembros adultos de la familia imperial.
En presencia de los emperadores, en pie sobre un peque?o estrado blanco, y ante un p¨²blico de cerca de 300 personas compuesto por los principales l¨ªderes de los poderes del Estado, los chambelanes imperiales depositaron junto el emperador, con toda solemnidad y sobre unas mesillas especiales, los s¨ªmbolos del trono: la espada Kusanagi-no-Tsurugi y la joya Yasakani-no-Magatama. Seg¨²n la tradici¨®n, ambos, junto con el espejo Yata-no-Kagami, que se guarda en el santuario de Ise, fueron entregados por la diosa del Sol Amaterasu a sus descendientes, la familia imperial nipona. Tambi¨¦n seg¨²n la tradici¨®n, son demasiado sagrados para que nadie, ni los emperadores, puedan verlos. Los chambelanes los llevaban reverencialmente en cajas, forradas en tela con dibujos ocres y blancos, cerradas con un lazo morado
Adem¨¢s de los tesoros, los chambelanes tambi¨¦n colocaron flanqueando al emperador, tras una profunda reverencia, los sellos imperiales: el del Estado, con la palabra ¡°Jap¨®n¡± en kanji ¡ªla escritura japonesa basada en los ideogramas chinos¡ª, y el de palacio, grabado con el ideograma que significa ¡°emperador¡±. Ambos tambi¨¦n estaban guardados en cajas, envueltas en una tela de color p¨²rpura.
¡°Hoy concluyo mis deberes como emperador¡±, explic¨® Akihito en su discurso de abdicaci¨®n, el ¨²ltimo que ha pronunciado como jefe de Estado y en el que insisti¨® en lo que ha sido la prioridad de su era Hesei: la paz. ¡°Desde que ascend¨ª al trono hace 30 a?os, he llevado a cabo mis deberes como emperador con un profundo sentimiento de confianza y respeto por el pueblo, y me siento muy afortunado por haber podido hacerlo¡±, apunt¨®, leyendo su mensaje en el pliego que le hab¨ªa entregado el gran chambel¨¢n y maestro de ceremonias.
¡°Doy las gracias m¨¢s sinceras a la gente que me ha aceptado y apoyado en mi papel como s¨ªmbolo del Estado¡±, continu¨®, antes de despedirse con unas palabras en las que incluy¨® tambi¨¦n a su esposa, en una menci¨®n que hubiera sido impensable en la tradici¨®n de sus ancestros pero que para ¨¦l ha sido una constante desde su matrimonio con la primera plebeya que entr¨® a formar parte de la familia imperial.
El emperador volvi¨® a tener un gesto cari?oso hacia su esposa al prestarle la mano para que ella pudiera bajar con comodidad del estrado.
Antes del breve discurso del emperador tom¨® la palabra el primer ministro, Shinzo Abe, en nombre de todo el pueblo japon¨¦s. Abe anunci¨® la renuncia de Akihito ¡°de acuerdo con la ley especial¡± que el Parlamento hubo de aprobar para permitir que el jefe de Estado pudiera dejar el trono como pidi¨® en 2016: la Constituci¨®n nipona establece que el emperador se mantiene en ese puesto de por vida.
Seg¨²n record¨® el primer ministro, Akihito ¡°siempre ha deseado la paz y la felicidad del pueblo japon¨¦s¡±. Tambi¨¦n ¡°ha desempe?ado sus tareas con todo su coraz¨®n y ha cumplido responsablemente su misi¨®n como s¨ªmbolo del Estado y de la unidad del pueblo japon¨¦s¡±.
Abe dedic¨® asimismo una menci¨®n especial al trabajo del jefe de Estado para apoyar a las v¨ªctimas tras cat¨¢strofes naturales: uno de los momentos que m¨¢s marcaron la era de Akihito ocurri¨® con el tsunami y desastre nuclear de Fukushima el 11 de marzo de 2011. El emperador y su esposa se volcaron con las v¨ªctimas de aquella tragedia.
Los rituales para la abdicaci¨®n hab¨ªan comenzado por la ma?ana. Vestido con los ropajes tradicionales del emperador, Akihito hab¨ªa visitado el santuario Imperial (Kashiko-dokoro) para comunicar a los dioses su retirada.
El procedimiento de sucesi¨®n continuar¨¢ ma?ana, mi¨¦rcoles. Ya comenzada la era Reiwa, Naruhito asumir¨¢ el trono, en una ceremonia que, como la despedida de su padre, tendr¨¢ lugar en el Sal¨®n de Pino. Como la abdicaci¨®n, estar¨¢ rodeada de pompa y circunstancia. Pero habr¨¢ diferencias: en la primera parte, la tradici¨®n proh¨ªbe que puedan estar presentes las mujeres de la familia imperial; solo podr¨¢n asistir los representantes masculinos adultos. S¨ª estar¨¢ presente, en cambio, como parte de la representaci¨®n del Gobierno, la ministra Satsuki Katayama, la ¨²nica mujer en el Ejecutivo nip¨®n.
En esta ceremonia, Naruhito recibir¨¢ los tesoros imperiales, como se?al de que la sucesi¨®n es leg¨ªtima. M¨¢s tarde, y ya con la presencia de su esposa, Masako, y otros miembros de la familia real ¡ªno as¨ª del emperador y la emperatriz em¨¦ritos¡ª pronunciar¨¢ un discurso en el que se espera que deje saber cu¨¢les ser¨¢n sus prioridades en la nueva era.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.