El exilio y dos maletas
Daniel Ortega mantiene en Nicaragua un estado de sitio de facto que aniquila de manera surrealista las libertades, aplasta la libertad de prensa y ha obligado a exiliarse a decenas de periodistas
Sal¨ª de Nicaragua de forma intempestiva. Aunque fue hace pocos meses, para m¨ª el calendario ha transcurrido con lenta obstinaci¨®n. Tres semanas despu¨¦s que nuestra redacci¨®n de Confidencial fue asaltada y confiscada por la Polic¨ªa de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el hostigamiento y las amenazas sobrepasaron la capacidad para sortearlas. La primera semana de enero tom¨¦ un tambaleante Cessna con destino a Costa Rica para evitar el aeropuerto internacional de Managua, donde, seg¨²n las fuentes migratorias, soy ¡°objetivo a reportar a las autoridades¡±.
Empaqu¨¦ poca ropa en un viejo Carry on porque sal¨ª con la convicci¨®n de regresar pronto. El plan inicial era esperar que parara el acoso policial y judicial contra periodistas. En la v¨ªspera de Navidad la Polic¨ªa y paramilitares tambi¨¦n asaltaron el canal 100% Noticias. No solo secuestraron esa redacci¨®n , sino que apresaron a los colegas Miguel Mora y Luc¨ªa Pineda Ubau. El r¨¦gimen Ortega-Murillo enjuici¨® a los periodistas con celeridad desbocada: El juez Sexto de Distrito Penal de Managua los acus¨® de ¡°incitar al odio¡± y otros delitos insostenibles, que, luego de m¨¢s de 100 d¨ªas del arresto, no han podido ser probados.
Mi familia me detuvo, entre nervios y suplicas, la noche del 22 de diciembre cuando me dirig¨ªa a darle cobertura al asalto de 100% Noticias. Ten¨ªan miedo de que los polic¨ªas tambi¨¦n me apresaran. Yo tambi¨¦n ten¨ªa temor, pero la reporter¨ªa suele neutralizarlo y suplirlo por adrenalina de las ¨²ltimas horas. Desde hac¨ªa ocho d¨ªas est¨¢bamos trabajando, podr¨ªa decirse, semiclandestinos. Con el asalto y confiscaci¨®n de Confidencial comenzamos a escribir el diario en habitaciones de hoteles y casas particulares. Aunque hab¨ªa m¨¢rgenes para seguir en las calles pese al hostigamiento, con la detenci¨®n de Miguel y Luc¨ªa se hizo claro que el nuevo flanco de la represi¨®n y criminalizaci¨®n de Ortega-Murillo era el periodismo independiente.
Esta oleada represiva contra los periodistas se ve¨ªa venir. Desde que inici¨® la crisis sociopol¨ªtica en Nicaragua el 18 de abril, el r¨¦gimen ha detenido, golpeado y torturado a decenas de periodistas, y destruido medios de comunicaci¨®n como Radio Dar¨ªo. En mi caso, luego de publicar una investigaci¨®n period¨ªstica que demostr¨® las ejecuciones extrajudiciales cometidas por polic¨ªas y paramilitares, el acoso increment¨® hasta el punto que mi casa fue hostigada por polic¨ªas con AK-47 durante semanas. En julio, por fin, los uniformados intentaron allanar el domicilio con fusiles y sin orden judicial. Antes de brincar al exilio, me tuve que mudar de domicilio en tres ocasiones. Lo normal para poder seguir trabajando bajo acoso.
Muchos colegas tuvieron que abandonar Nicaragua entre diciembre de 2018 y enero de 2019 por esta situaci¨®n de hostigamiento, que implicaba renunciar a toda actividad social para evitar ser difamado o apresado. Aunque me rehusaba a dejar mi pa¨ªs, mi trabajo y mi vida, la familia termina por darte el ¨²ltimo empuj¨®n al exilio dado el fundado temor que no la deja dormir.
La primera semana de enero me sum¨¦ a la lista de m¨¢s de 65 colegas nicarag¨¹enses exiliados. Pernoct¨¦ en San Jos¨¦, Costa Rica, y sal¨ª para Miami. Mi otra redacci¨®n, la de Univision Noticias, me abri¨® las puertas por un mes.
Con cada semana y mes que corre, trato de ver el vaso medio lleno y configurar alg¨²n escenario que permita retornar a mi pa¨ªs. Sin embargo, desde hace ya buen rato la resignaci¨®n se materializ¨® con la compra de dos maletas para sustituir el Carry on. Las pocas camisas y pantalones que empaqu¨¦ ya no me alcanzaban para este exilio extendido, as¨ª que necesitaba ropa y espacio para guardarla. Las dos maletas han sido muy ¨²tiles como cl¨®set, porque desde enero he dormido en hoteles, rec¨¢maras de AirBnb y, sobre todo, en casa de amigos y colegas, quienes me han albergado en Estados Unidos y M¨¦xico.
Cada semana que hago y deshago las dos maletas, he notado que han dejado de ser solo el cl¨®set: Mi vida y mis enseres andan en ellas. Las circunstancias me obligaron a desprenderme de mi casa en Managua, a vender pertenencias, a dejar hu¨¦rfana a mi perra, a extra?ar condenadamente a mi familia y a escribir periodismo sobre Nicaragua desde lejos. En cambio, ahora trato de encauzar el rumbo ante el alargue de la dictadura y el destierro. Como primer paso, he empezado por las dos maletas en las que he ordenado las pertenencias ambulantes, entre ellas un libro que inici¨¦ a leer d¨ªas antes de salir de Nicaragua: La hija de Stalin, una colosal biograf¨ªa de Svetlana Alil¨²yeva escrita por Rosemary Sullivan.
Al llegar a su exilio en Estados Unidos tras haberse escapado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Svetlana Alil¨²yeva dijo rotunda: ¡°Creo que el hogar de uno es cualquier lugar en el que pueda sentirse libre¡±. El enunciado qued¨® en mi cabeza. Por un momento me sent¨ª identificado, pero en realidad tengo una diferencia con Svetlana. Los exiliados de mi generaci¨®n lo sentimos de otra forma, distinto de Svetlana y a nuestros familiares que vivieron el horror del somocismo y el primer r¨¦gimen sandinista en los ochenta en Nicaragua. Nosotros, los noventeros, nacimos libres gracias al proceso democr¨¢tico iniciado por Violeta Barrios de Chamorro. Democracia con sus bajos, pero democracia que nos permit¨ªa, al menos, hablar sin ser espiados. Bailar, ir a la playa, compartir con los amigos, estudiar, trabajar, tener los abuelos al sol el domingo¡ vivir, pues.
Sin embargo, nos arrebataron la vida de golpe. Nos expulsaron de nuestro pa¨ªs. Aunque ahora la dictadura de Nicaragua fabrique una ¡°normalidad¡± entelequia para su propio beneficio, los polic¨ªas y paramilitares mantienen un estado de sitio de facto que aniquila de manera surrealista las libertades. Resulta imperativo recuperar la libertad porque creo, a diferencia de Svetlana, que uno solo puede sentirse realmente libre en su propia tierra.
Recuperar las libertades en Nicaragua pasa por liberar a Miguel y Luc¨ªa, y con ella la voz del periodismo independiente. Se necesita que los 65 000 exiliados regresen con garant¨ªas de seguridad, y que esta dictadura oprobiosa y manchada de sangre sea desarticulada. Porque no se trata solo de a?oranzas desde el extranjero, sino de recuperar el mes de abril que nos robaron. Porque Nicaragua es de todos y las dos maletas son muy chicas para siempre. Los exilios tienen prisa.
Wilfredo Miranda es periodista nicarag¨¹ense, galardonado con el premio de periodismo Rey de Espa?a.
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