Europa se prepara para una colisi¨®n de superpotencias
La UE imprime una nueva velocidad a su agenda internacional ante el bache del v¨ªnculo transatl¨¢ntico
¡°La historia se acelera. Nosotros tambi¨¦n debemos acelerar¡±, dijo hace 30 a?os el franc¨¦s Jacques Delors. El entonces presidente de la Comisi¨®n Europea llamaba en su discurso a construir una pol¨ªtica exterior com¨²n para hacer frente a las turbulencias por venir. Esa ret¨®rica de la incertidumbre ha resistido el paso del tiempo, pero ya no son la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn ni la desintegraci¨®n sovi¨¦tica los pedales que imprimen velocidad a la biograf¨ªa continental, sino la cohabitaci¨®n con las superpotencias y la colisi¨®n en asuntos como el comercio, la defensa o la energ¨ªa.
En el ambiente impulsivo y vol¨¢til de la nueva diplomacia trumpiana, y con China embarcada en su propia agenda hacia la hegemon¨ªa global, la UE se ha erigido en garante de las reglas y el multilateralismo: defiende el tratado nuclear con Ir¨¢n que Estados Unidos trata de torpedear con sanciones; encabeza la lucha contra el calentamiento global tras la retirada de Washington del Acuerdo Clim¨¢tico de Par¨ªs; ha sacado adelante un reglamento de datos que las multinacionales de Silicon Valley se han apresurado a adoptar, y se ha arrogado la condici¨®n de adalid del libre comercio firmando nuevos pactos con Canad¨¢, Jap¨®n, Vietnam, Singapur y M¨¦xico, y negociando otros con Australia, Nueva Zelanda y Mercosur.
La irrupci¨®n de Donald Trump, un cuerpo extra?o en el coraz¨®n de las relaciones internacionales que ha trastocado la asentada relaci¨®n transatl¨¢ntica como nunca antes desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha alterado la pol¨ªtica del paso a paso del club comunitario. Y abre la puerta a un salto cualitativo, en Defensa con un Ej¨¦rcito europeo, y en tecnolog¨ªa con la b¨²squeda de campeones propios que limiten la dependencia de los gigantes estadounidenses. Esa senda gusta sobre todo a Francia, con Emmanuel Macron anhelando un renacimiento europeo que devuelva al continente la soberan¨ªa perdida al subcontratar a su socio la seguridad y la innovaci¨®n.
Superado el estado de shock por la victoria de Trump, la postura europea ha sido de mano tendida, pero sin ingenuidad. Los desaires de Estados Unidos bajo la doctrina del Am¨¦rica Primero no han quedado sin respuesta. La UE amenaza con una bater¨ªa de aranceles si Trump elige finalmente internarse en esa v¨ªa. Y ha cerrado filas con sus empresas ante posibles multas por el endurecimiento de la pol¨ªtica estadounidense en Cuba e Ir¨¢n. ¡°Europa debe responder con reglas al poder absoluto, con multilateralismo al unilateralismo, con derechos al autoritarismo, y con firmeza a la intimidaci¨®n o la injerencia¡±, recomienda un completo informe del European Policy Centre sobre c¨®mo debe actuar la UE en los pr¨®ximos cinco a?os.
BALANCE DE LAS POTENCIAS
La estrategia china, menos dada a la gesticulaci¨®n, tambi¨¦n levanta inquietudes. Su hiperactiva carrera inversora en ?frica y Am¨¦rica Latina, la penetraci¨®n en Europa a trav¨¦s de la llamada Ruta de la Seda y la dependencia de Huawei para desarrollar la red m¨®vil de 5G han generado recelos en las canciller¨ªas. Europa teme que Pek¨ªn controle infraestructuras clave y acceda a ingentes cantidades de datos a trav¨¦s de los dispositivos, y a la vez critica que no permita a las firmas europeas acceder a su mercado en igualdad de condiciones.
Bruselas, sabedora de que los intercambios UE-China superan los 1.500 millones de euros diarios, y de que no se puede dejar de lado al pa¨ªs m¨¢s poblado del planeta, ha aprovechado la deriva estadounidense para acercarse al gigante asi¨¢tico, y combina su concepci¨®n de China como rival sist¨¦mico y competidor econ¨®mico con alianzas puntuales en asuntos como el clima, donde a diferencia de EE?UU sigue comprometida con el pacto de Par¨ªs.
Si en algo ha beneficiado al proyecto comunitario el escenario de tensi¨®n bipolar que hace temblar a los mercados cada vez que resuenan los tambores de guerra comercial ha sido en mostrar a sus miembros su propia peque?ez por separado. Entre los 20 pa¨ªses m¨¢s habitados hoy solo est¨¢ Alemania. Una de las frases m¨¢s repetidas por los dirigentes continentales es que hay dos tipos de pa¨ªses europeos, los que son peque?os y los que no se han dado cuenta de que son peque?os, lo que act¨²a como pegamento y hace a¨²n m¨¢s evidente la futura soledad del Reino Unido.
El dilema Trump
En un escenario de grandes bloques en rozamiento, el Brexit es una molesta distracci¨®n interna y una inoportuna demostraci¨®n de debilidad que ha desviado importantes energ¨ªas. ¡°La UE est¨¢ como en el mito de Narciso, ensimismada en la contemplaci¨®n de sus propios problemas¡±, advierte el eurodiputado popular Jos¨¦ Ignacio Salafranca.
Las elecciones de EE?UU de noviembre de 2020 marcar¨¢n gran parte de la agenda. Nadie descarta que el par¨¦ntesis Trump se prolongue otros cuatro a?os. Pero pase lo que pase, su llegada a la presidencia y el Brexit han hecho sonar el despertador de la historia, y Europa nada para no dejarse arrastrar por su corriente.
?frica, parte de la batalla global entre gigantes
El terreno de juego del envite entre superpotencias es global. China est¨¢ en ?frica, un continente que en 2050 rondar¨¢ los 2.500 millones de habitantes, con un enfoque muy diferente al europeo. ¡°China entra para coger lo que necesita, y les permite a cambio tener en poco tiempo carreteras o puentes, pero no apuesta por la ayuda al desarrollo a medio y largo plazo como nosotros¡±, explica la eurodiputada socialista Inmaculada Rodr¨ªguez-Pi?ero. La candidata al Parlamento Europeo ve en los r¨ªgidos est¨¢ndares europeos uno de los grandes lastres para las inversiones en ?frica, obligadas a superar numerosos controles para garantizar que el dinero llegue al destino adecuado ante la corrupci¨®n generalizada.
Europa es el primer inversor mundial en ?frica, pero pese a la mayor cercan¨ªa geogr¨¢fica, la sensaci¨®n es que China avanza m¨¢s deprisa. La UE ha puesto en marcha un plan de inversi¨®n privada, apuntalada con dinero p¨²blico, que espera movilizar 44.000 millones de euros hasta 2020. El dinero es una herramienta diplom¨¢tica para contener los flujos migratorios, pero tambi¨¦n una forma de tomar posiciones ante la velocidad del desembarco chino.
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