Timochenko y las dos caras de las FARC
La ruptura con Iv¨¢n M¨¢rquez refleja tensiones en las filas de la antigua guerrilla, hoy partido pol¨ªtico
La noche transcurri¨® tranquila en el campamento Mariana P¨¢ez, a las puertas de los llanos orientales de Colombia. Cientos de guerrilleros de las FARC se acostaron sabiendo que esa iba a ser la ¨²ltima vez que dorm¨ªan junto a su fusil. Muchos no se lo cre¨ªan todav¨ªa, esperaban la orden de su jefe entre dudas y expectaci¨®n sobre su futuro. Esa instrucci¨®n lleg¨® al d¨ªa siguiente, la ma?ana del 27 de junio de 2017. Timochenko, Timo le llamaban todos los miembros del grupo insurgente, subi¨® al escenario junto al presidente Juan Manuel Santos y proclam¨®: ¡°Este d¨ªa no termina la existencia de las FARC. En realidad, a lo que ponemos fin es a nuestro alzamiento de 53 a?os. Seguiremos existiendo como un movimiento de car¨¢cter legal y democr¨¢tico (...) sin armas y pac¨ªficamente¡±.?
Timochenko era entonces el comandante en jefe de la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica y hoy, dos a?os despu¨¦s, es Rodrigo Londo?o Echeverri, l¨ªder de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Com¨²n, el ? partido pol¨ªtico que surgi¨® de los acuerdos de paz y que se neg¨® a perder sus siglas. Tiene 60 a?os y pas¨® 40 en guerra con el Estado. Su figura simboliza probablemente lo peor del pasado reciente de Colombia y, al mismo tiempo, el horizonte de una transici¨®n que ya ha empezado pero que a¨²n no ha permitido pasar p¨¢gina.
Representa una de las dos caras de la antigua organizaci¨®n armada, mayoritaria y leal a lo pactado en La Habana con el Gobierno de Santos, que se est¨¢ aplicando en medio de obst¨¢culos y retrasos. Esta semana carg¨® contra el que fuera su n¨²mero dos y negociador de los acuerdos, Iv¨¢n M¨¢rquez, que ya se sit¨²a en la disidencia. Esa ruptura refleja en cierta medida el clima por el que atraviesan los m¨¢s de 10.000 combatientes desmovilizados que a¨²n esperan, en muchos casos, una reinserci¨®n plena en la vida civil y asisten a un goteo de asesinatos de activistas y l¨ªderes sociales.
M¨¢rquez se dirigi¨® el lunes a las bases de la formaci¨®n concentradas en los llamados Espacios Territoriales de Capacitaci¨®n y Reincorporaci¨®n (ETCR) para manifestar su arrepentimiento. ¡°Les reiteramos autocr¨ªticamente que fue un grave error haber entregado las armas a un Estado tramposo, confiados en la buena fe de la contraparte¡±, afirm¨®. Lo hizo a trav¨¦s de un comunicado difundido en las redes sociales desde un paradero desconocido. En agosto, este excomandante renunci¨® a tomar posesi¨®n de su esca?o en el Senado ¡ªla FARC como partido tiene garantizados 10 curules repartidas entre las dos C¨¢maras durante dos legislaturas¡ª y se borr¨® del mapa.? Su pronunciamiento es una potencial mecha en un pa¨ªs donde a¨²n operan grupos disidentes y el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) sigue cometiendo atentados.
Despu¨¦s de varios llamamientos, Timochenko acab¨® por echarle, de facto, de la organizaci¨®n, aun sin expulsarle formalmente. Lo comunic¨® el mi¨¦rcoles antes de iniciar un viaje por algunos territorios para animar a las bases de un grupo que sigue siendo eminentemente jer¨¢rquico. Tras la ret¨®rica habitual de su carta hab¨ªa una quiebra sin matices. Acus¨® a M¨¢rquez de ¡°buscar el aplauso de un pu?ado de cabezas calientes¡±, y de aferrarse a la ilusi¨®n de una ¡°ca¨ªda inmediata del imperialismo norteamericano y el triunfo inminente de la revoluci¨®n socialista mundial¡±. Y dej¨® claro a sus seguidores que el error consiste en mirar al futuro por el espejo retrovisor. ¡°Que un peque?o grupo de antiguos mandos afirme ahora que fue una equivocaci¨®n cumplir nuestra palabra, solo significa que ellos, individualmente, se apartan de las grandes decisiones adoptadas por el colectivo¡±, consider¨® Timochenko.
Entre sus cr¨ªticos y, sobre todo, en los sectores pol¨ªticos pr¨®ximos al expresidente ?lvaro Uribe que se opusieron con m¨¢s fuerza a los acuerdos de paz pocos creen sus palabras. Les parece una escenificaci¨®n en un contexto concreto, relacionado con el caso de Jes¨²s Santrich. Este excomandante de las FARC, reclamado por la justicia de Estados Unidos por narcotr¨¢fico, fue puesto en libertad hace dos semanas por la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz. Tras el fallo del tribunal encargado de juzgar los cr¨ªmenes del conflicto armado, dimiti¨® el fiscal general y se desencaden¨® un terremoto pol¨ªtico. Santrich no lleg¨® a pisar la calle y fue detenido nuevamente a las puertas de la c¨¢rcel bajo cargos presentados esta vez por la justicia ordinaria.
Timochenko da a entender, sin embargo, que la estabilidad del proceso de paz no puede depender solo de factores individuales. Cuando el pasado julio se sent¨® por primera vez en el banquillo del tribunal de paz para responder del delito de secuestro sistem¨¢tico, asegur¨®: ¡°Nos hallamos abocados a realidades dantescas, de las que seguramente brotaron da?os, dolor, angustia y p¨¦rdidas irreparables a muchas familias. Pedimos perd¨®n a todas ellas, haremos hasta lo imposible porque puedan conocer la verdad de lo ocurrido. Asumiremos las responsabilidades que nos correspondan¡±.
En realidad, el l¨ªder de la FARC pretende con estos gestos hablar tambi¨¦n a la sociedad colombiana, que no perdona a la guerrilla d¨¦cadas de cr¨ªmenes y terror. Rodrigo Londo?o opt¨® hace un a?o por no concurrir a las elecciones presidenciales. Oficialmente fue por una dolencia cardiaca, pero la decisi¨®n se enmarc¨® en el fuerte rechazo social reflejado por los resultados de las legislativas: apenas 85.000 votos. En octubre hay comicios regionales y locales y la formaci¨®n aspira a lograr cuotas de poder territorial. Consolidar, en definitiva, su salto a la pol¨ªtica y el adi¨®s a las armas.
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