El candado de Costa Rica
La sociedad costarricense est¨¢ permeada por la corrupci¨®n, la pobreza y el narcotr¨¢fico, pero el Estado es mucho m¨¢s fuerte que el de sus pa¨ªses vecinos
Distrito de Barranca, cant¨®n y provincia de Puntarenas, Costa Rica. Diez para las siete del viernes 24 de mayo de 2019, noche cerrada ya. La Fuerza P¨²blica de Costa Rica realiza un operativo rutinario con apoyo del Grupo de Apoyo Operativo, el GAO. Una quincena de polic¨ªas enfundados en chalecos antibalas y distribuidos en tres carros y dos motocicletas. No buscan a alguien en particular, solo est¨¢n a ver qu¨¦ sale.
En una comunidad empobrecida llamada Libertad 81, junto a una champa que tiene l¨¢minas oxidadas por paredes, se van contra una pareja de j¨®venes y los rodean. S¨®lo les interesa ¨¦l. Le piden la c¨¦dula de identidad. Dice no cargarla, pero les da nombre, apellidos y n¨²mero. Los polic¨ªas los introducen en un tel¨¦fono con una aplicaci¨®n especial. Limpio. Pero algo no cuadra. El joven se ve mucho m¨¢s joven que los 36 a?os que tiene el nombre que han consultado. Preguntas van y vienen. Al final, el joven admite que dio los datos de un hermano mayor. Les da los verdaderos a rega?adientes ¡ª24 a?os tiene en realidad¡ª, y el sistema revela que sobre ¨¦l pesa una orden de captura. ¡°Es por el incumplimiento del pago de la responsabilidad alimentaria que tiene¡±, me dice Rodrigo Alfaro, el comandante al frente del operativo. Debe 310.000 colones a su expareja, unos 530 d¨®lares.
Se lo llevan como si fuera un delincuente, dice el padre del joven, que se ha acercado al lugar. Lo esposan, lo meten en uno de los pick-up y se lo llevan a la subdelegaci¨®n policial del distrito de Chacarita. Si ma?ana ese dinero no es depositado en la cuenta bancaria designada por el respectivo juzgado de Pensiones Alimentarias, el joven ser¨¢ trasladado al Centro Penitenciario La Reforma, en Alajuela. ¡°Si se reh¨²sa a pagar, puede estar detenido hasta seis meses¡±, dice Alfaro.
La escena da para m¨²ltiples debates ¡ªrutinaria, insisto¡ª, pero hay uno importante, quiz¨¢ el m¨¢s sutil de todos: el de la institucionalidad.
Hay una legislaci¨®n que trata de proteger a la ni?ez, un padre que la incumple, un juez que gira una orden de captura y unos polic¨ªas que detienen al infractor. Esta secuencia sonar¨¢ a perogrullada a quienes viven en sociedades m¨¢s ordenadas, en democracias m¨¢s consolidadas, pero Costa Rica sigue siendo parte de Centroam¨¦rica. Tampoco son regla en Guatemala, Nicaragua, Honduras o El Salvador otros detalles de la escena narrada, como que la Polic¨ªa cuente con recursos tecnol¨®gicos que facilitan su trabajo, que ingresen en zonas calientes ¡ªcomo lo es Barranca¡ª sin temor a ser emboscados por alguna pandilla, o incluso que el procedimiento se realizara sin violencia, con respeto a los derechos del joven.
Institucionalidad
En enero pasado, en otro operativo policial, realizado por la Polic¨ªa Nacional Civil salvadore?a en la comunidad Colfer de San Salvador, los polic¨ªas llegaron al port¨®n de acceso al asentamiento, cerrado porque a¨²n no hab¨ªa amanecido. Los agentes llamaron, vocearon y aporrearon el metal. Nadie abri¨®. Como hab¨ªa un equipo de la televisi¨®n p¨²blica alemana presente, y supongo que ante la posibilidad de quedar retratados como una polic¨ªa incapaz siquiera de lograr que les abran un port¨®n, agarraron una roca grande y comenzaron a golpear el candado, hasta que salt¨® desecho. Eso sucedi¨® con periodistas delante.
Hace d¨¦cadas que a Costa Rica la comenzaron a llamar la Suiza de Centroam¨¦rica; por distintas razones ¡ªecon¨®micas, sociales, pol¨ªticas e incluso militares¡ª que confluyen en un hecho irrebatible: es la democracia m¨¢s s¨®lida del istmo centroamericano. Tambi¨¦n es cierto que en los ¨²ltimos a?os se han publicado docenas de notas period¨ªsticas en las que se pone en duda esa afirmaci¨®n.
Circunscrita la discusi¨®n al ¨¢mbito de la seguridad p¨²blica, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes de Costa Rica se ha movido en los ¨²ltimos 15 a?os entre 8 y 12, una estabilidad at¨ªpica en la regi¨®n. Esas cifras de violencia homicida son alt¨ªsimas si se comparan con las de Suiza, donde rara vez se ha superado un homicidio por cada 100.000 habitantes; o Espa?a, pa¨ªs en el que tendr¨ªan que asesinar a unas 5.500 personas cada a?o para igualar la tasa costarricense de 2018, cuando los espa?oles asesinados rondan los 300.
Pero Costa Rica sigue siendo parte de Centroam¨¦rica, y Centroam¨¦rica es la subregi¨®n m¨¢s violenta de Am¨¦rica Latina, la regi¨®n m¨¢s violenta del mundo. El Salvador, a menos de una hora de vuelo, cerr¨® 2018 con una tasa de 50 homicidios por cada 100.000 habitantes. Luego, cada quien ser¨¢ libre de ver la botella tica medio llena o medio vac¨ªa.
Costa Rica no es Suiza. La sociedad costarricense est¨¢ permeada por la corrupci¨®n, la desigualdad y la pobreza, y el narcotr¨¢fico (el pa¨ªs est¨¢ en plena ruta desde las ¨¢reas productoras de coca¨ªna y las fosas nasales m¨¢s demandantes, las de los estadounidenses) ejerce un influjo nefasto, pero el Estado tico ¡ªla institucionalidad¡ª es mucho m¨¢s vigoroso que el de sus pa¨ªses vecinos. No es poca cosa.
Tres d¨ªas despu¨¦s del aquel operativo en la comunidad Libertad 81, en el mercado de Puntarenas, un lugar con olor a mar, vend¨ªan unas yinas en una tienda situada sobre la avenida 3, justo frente al mercado. El due?o, de unos 50 a?os, se quejaba por la inseguridad apelando a una recurrente nostalgia de d¨¦cadas pasadas, una queja que es habitual escuchar en Costa Rica. Ante la pregunta de si el mercado estaba asediado por las maras y si ¨¦l ten¨ªa que pagar renta?a grupos criminales por el simple hecho de poder vender. "No y no", respondi¨®. Con esas respuestas, y compar¨¢ndolo con otro pa¨ªs centroamericano como El Salvador en el que las respuestas l¨®gicas habr¨ªan sido "s¨ª y s¨ª", la botella tica a¨²n aparece medio llena, sin duda alguna.
EL PA?S y EL FARO se unen para ampliar la cobertura y conversaci¨®n sobre Centroam¨¦rica. Cada 15 d¨ªas, el s¨¢bado, un periodista de EL FARO aportar¨¢ su mirada en EL PA?S a trav¨¦s de an¨¢lisis sobre la regi¨®n, que afronta una de sus etapas m¨¢s agitadas.