L¨®pez Obrador, el populista enga?oso
Por la ma?ana el presidente mexicano propone una tesis que suscribir¨ªa un estadista de inspiraci¨®n humanista, por la tarde lanza un exabrupto, voluntarista y atropellado
A L¨®pez Obrador es m¨¢s f¨¢cil amarlo u odiarlo que intentar comprenderlo. La derecha lo detesta y los sectores ilustrados lo desprecian, la izquierda moderna le tiene desconfianza y los mandatarios de la mayor parte de los pa¨ªses no saben qu¨¦ pensar de ¨¦l. Para muchos mexicanos, la mayor¨ªa seg¨²n encuestas, el presidente es un redentor del cambio, para otros un reventador de instituciones. A seis meses de haber llegado al poder sus palabras y acciones han recrudecido la polarizaci¨®n que provocaba como candidato.
En la pr¨¢ctica, lo que estamos viendo en realidad es un presidente, cargado ¨¦l mismo de claroscuros, metido en una tarea que a ratos parecer¨ªa imposible: desmontar los privilegios y excesos en un pa¨ªs que los tiene tan arraigados y propiciar una transferencia a los sectores empobrecidos, sin provocar inestabilidad econ¨®mica y financiera. Sus tesis son consideradas de un populismo trasnochado de izquierda, pero buena parte de sus estrategias econ¨®micas y de finanzas p¨²blicas son impecablemente neoliberales. La austeridad en el gasto p¨²blico, el control de la inflaci¨®n y del endeudamiento gubernamental y la disminuci¨®n de la burocracia son medidas que suscribir¨ªan los m¨¢s ortodoxos del FMI. Se habla del autoritarismo de L¨®pez Obrador y el riesgo que supone un Gobierno intolerante. Pero al mismo tiempo se le critica por su pasividad para utilizar el uso de la fuerza, que ha llevado, incluso, a un rosario de excesos en contra de militares por parte de pobladores.
A ratos un estadista humanitario, a ratos un l¨ªder voluntarista y pendenciero con poder; d¨ªas en que parecer¨ªa envolverse en la ret¨®rica poco realista, y otros d¨ªas en los que act¨²a con responsabilidad intachable inmersa en la real politik (la negociaci¨®n con Trump, por ejemplo, que podr¨ªa prestarse a las mil maravillas para envolverse en el discurso nacionalista de cara a la calle, fue conducida con un ojo permanente en los mercados y cadenas productivas).
Esta ambig¨¹edad que arrojan las lecturas del Gobierno de L¨®pez Obrador obedecen, a mi juicio, a tres factores. Por una parte, las contradicciones que provoca intentar un cambio de r¨¦gimen a contrapelo de las ¨¦lites, lo cual supone a ratos oponerse a ellas y a ratos negociar y conciliar. Quiz¨¢ no siempre lo hace con el tacto necesario, pero est¨¢ convencido de que la mejor estrategia es una mezcla de invites y recriminaciones. Un d¨ªa establece lazos de sangre con un importante inversionista internacional que lo visita o con un grupo de empresarios de ¨¦lite; al d¨ªa siguiente sacude el avispero del mundo de los negocios con una punzada aparentemente innecesaria. Muchas de las incongruencias que observamos tienen que ver justamente con el terreno ignoto en el que las intenciones de cambio se est¨¢n moviendo. L¨®pez Obrador da dos pasos adelante y uno atr¨¢s, ensayo y error, propio de alguien que abre camino entre selvas y obst¨¢culos.
Un segundo factor tiene que ver con su propia idiosincrasia. El hombre, este hombre, es su circunstancia: poco viajado por el mundo pero un visitante asiduo del M¨¦xico profundo, con visiones y lenguaje que conectan con el mundo rural y urbano marginal, aunque desajustado para comunicar con las ¨¦lites econ¨®micas e intelectuales. Convicciones muy firmes, revestidas por lecturas de historia y pol¨ªtica reducidas pero profundamente arraigadas. Un opositor cuya trayectoria estuvo marcada por las infamias de lo que llama la mafia en el poder. A ratos un presidente que sabe lo que quiere y tiene confianza en lo que est¨¢ haciendo, a ratos un dirigente que asume que toda oposici¨®n y cr¨ªtica forma parte de la confabulaci¨®n y mala leche de sus enemigos de siempre (que, por supuesto, existen). Por la ma?ana propone una tesis que suscribir¨ªa un estadista de inspiraci¨®n humanista, por la tarde lanza un exabrupto, voluntarista y atropellado, en contra de calificadoras internacionales que no coinciden con sus apreciaciones, convencido de que hay un juego oculto contra su Gobierno. En suma, d¨ªas en que todos los mexicanos est¨¢n incluidos en el pa¨ªs que nos propone y jornadas en las que solo caben los pobres y los que piensan como ¨¦l.
Y un tercer factor tiene que ver, en efecto, con sus detractores de buena y mala fe. Aquellos que est¨¢n decididos a impedir cualquier cambio que afecte sus intereses y privilegios y aquellos que est¨¢n preocupados por los excesos que deriven del poder que ha acumulado el presidente y su desd¨¦n por las instituciones de la democracia burguesa en su af¨¢n de empoderar a los pobres. En la pr¨¢ctica, la visi¨®n polarizada del Gobierno de la 4T es resultado, tambi¨¦n aunque no exclusivamente, de este tercer factor: todo lo que hace y dice es calificado y difundido como una muestra adicional de incapacidad o perversidad.
Son los riesgos, me parece, de un presidente que ha llegado al poder por el voto de los muchos que quisieron que las cosas se hicieran diferente, aunque seamos incapaces de ponernos de acuerdo en el c¨®mo.
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