La Cuba de Trump
Si el proyecto de Obama en el pa¨ªs caribe?o era terminar la Guerra Fr¨ªa construyendo entendimientos, el de Trump es hacerlo aplastando al enemigo
Los habaneros acostumbran asomarse sin camisa o en corpi?os por los balcones para tender la ropa h¨²meda, tomar el fresco, comentar con sus vecinos los detalles de las vidas privadas o distraerse mirando a los turistas que pasan y, por estos d¨ªas, tambi¨¦n para quejarse del calor insoportable. Son las arenas del Sahara, repiten, las que acent¨²an la sensaci¨®n de calor, disminuyen la humedad y bajan las probabilidades de lluvia. Seg¨²n el Granma ¡°alrededor de 90 millones de toneladas de polvo provenientes del desierto del Sahara llegan cada a?o a la regi¨®n del Caribe durante la primavera y el verano¡±.
Hac¨ªa poco m¨¢s de un a?o que no visitaba La Habana, y lo que encontr¨¦ fue una poblaci¨®n abatida no solo por el calor. Toda la energ¨ªa que se vivi¨® desde que Barack Obama y Ra¨²l Castro acordaran restablecer las relaciones diplom¨¢ticas entre Cuba y los EE.UU se ha transformado en decaimiento. La Embajada norteamericana que entonces fue reabierta, Trump se encarg¨® de cerrarla; las restricciones que por ley impiden viajar a los estadounidenses como turistas y que Obama procur¨® relajar, ¨¦l volvi¨® a rigidizarlas; prohibi¨® toda relaci¨®n comercial con el conglomerado militar que controla el 60% de la econom¨ªa isle?a, bloqueando as¨ª los negocios que entre ambos pa¨ªses reci¨¦n empezaban a germinar, y, de paso, fren¨® las inversiones provenientes del resto del mundo. La confianza que contagiaba ver a los EE UU interactuando en distintos planos con Cuba se convirti¨® una vez m¨¢s en incertidumbre y sospechas.
¡°Desde que estamos en Cuba, hace m¨¢s de 30 a?os¡±, me dijeron unos empresarios espa?oles, ¡°nunca hab¨ªamos sentido con tanta fuerza el apriete de las medidas norteamericanas¡±. Me contaron, adem¨¢s, que la desconfianza instalada entre los empresarios extranjeros y las autoridades locales pasaba por un momento ¨¢lgido, que cualquier palabra de m¨¢s pon¨ªa en riesgo los pagos atrasados a veces en casi dos a?os y siempre en m¨¢s de uno, lo que de suceder simplemente los arruinaba. Una vez a la semana se reun¨ªan entre ellos para desahogarse a puertas cerradas.
Obama dijo en su visita a La Habana el a?o 2016: "Vine aqu¨ª para dejar atr¨¢s los ¨²ltimos vestigios de la Guerra Fr¨ªa en las Am¨¦ricas". Su apuesta era que incorporando a Cuba al mundo y permiti¨¦ndole abrirse a los mercados internacionales, el solo intercambio cultural y de personas traer¨ªan el cambio pol¨ªtico que d¨¦cadas de hostilidad no hab¨ªan conseguido. Por eso bogaba por el fin del embargo, que no consigui¨® por faltarle los votos necesarios en el Congreso, pero que era el obvio paso siguiente en este proceso que concluir¨ªa Hillary Clinton durante su mandato.
Pero gan¨® Trump y desmoron¨® todo este proyecto amistoso y democratizante. No solo mantuvo el bloqueo, sino que reactiv¨® con m¨¢s fuerza la ley Helmes Burton, de modo que los due?os de propiedades confiscadas por la Revoluci¨®n pudieran reclamarlas nuevamente. ¡°EE UU no permitir¨¢ las visitas a Cuba a trav¨¦s de embarcaciones de pasajeros y embarcaciones recreativas, incluidos cruceros y yates, as¨ª como aviones privados y corporativos¡±, se?al¨® en un comunicado el Departamento de Estado de EE UU. Si hasta el a?o pasado se hablaba de la construcci¨®n de seis nuevos terminales para cruceros en La Habana, hoy estos balnearios flotantes que hab¨ªan ayudado a dinamizar la vida econ¨®mica de la ciudad con sus cerca de 4000 visitantes diarios desaparecieron. La Habana Vieja se ve mucho m¨¢s vac¨ªa y los due?os de sus restaurantes y otros peque?os negocios no escatiman lamentos cuando se les pregunta por la fuga de estos barcos.
Si el proyecto de Obama era terminar la Guerra Fr¨ªa construyendo entendimientos??¡ª¡°debemos aprender el arte de convivir de forma civilizada, con nuestras diferencias¡±, propuso durante su estad¨ªa en la isla¡ª, el de Trump es hacerlo aplastando al enemigo. Ha de saber que el aspaventoso lenguaje guerrero emociona m¨¢s f¨¢cilmente a la poblaci¨®n de su pa¨ªs cuando tiene por objetivo central su reelecci¨®n presidencial. Y es cierto que su enemigo ¡ªel ¡°socialismo¡± corrompido y decadente de Venezuela, Nicaragua y Cuba¡ª est¨¢ m¨¢s fr¨¢gil que nunca.
Mientras tanto, en La Habana escasea incluso el pollo y los huevos, dos elementos centrales de la dieta cubana, adem¨¢s del arroz. Ante la frontalidad b¨¦lica de Donald Trump, recuperaron el micr¨®fono las voces m¨¢s retr¨®gradas del oficialismo y la ¡°¨¦tica¡± de la resistencia encontr¨® nuevamente un lugar all¨ª donde comenzaba a pasar de moda el discurso antiimperialista. Las ansias de control se dejan sentir de maneras al mismo tiempo crueles y absurdas: una amiga que viv¨ªa c¨®modamente en Europa y que regres¨® hace dos a?os con su marido italiano para invertir en esta nueva etapa que deb¨ªa comenzar en su pa¨ªs, me cont¨® que tras la marcha LGTBI reprimida el 11 de mayo fueron a buscar a uno de los mozos de su restaurante simplemente por ser homosexual. Lo ofendieron grit¨¢ndole burlas soeces, le preguntaban si era activo o pasivo, y luego recorrieron las casas de su barrio para informar a los vecinos aquello que todos sab¨ªan. Fueron varios los casos como el suyo en los d¨ªas que siguieron a la marcha, y Mariela Castro, la hija de Ra¨²l que por a?os represent¨® la causa de la diversidad sexual, apoy¨® esa represi¨®n perdiendo de golpe todo el prestigio libertario ganado con anterioridad.
Una periodista joven me dijo?¡ªqu¨¦ ganas de poner sus nombres, pero no se puede ¡ª: ¡°todos los de mi edad nos queremos ir¡±. No hay proyecto a la vista, el sue?o revolucionario termin¨® hace rato y quienes ostentan el poder parecen preocupados principalmente de una cosa, mantenerlo. No tengo ninguna informaci¨®n confiable que lo avale, porque en Cuba el periodismo no puede atravesar las puertas del Palacio de la Revoluci¨®n, pero es de suponer que sin Fidel y con Ra¨²l muy viejo, distintos grupos comiencen a disputarlo. El liderazgo de los Castro nunca tuvo contraparte, pero D¨ªaz-Canel?¡ª¡°un hombre sin mucha gracia¡±, comentan¡ª hay muchos. Y cuando la lucha por el poder se abre, cunde la suspicacia y aumentan las ansias de control.
Los cubanos han aprendido a vivir la desesperanza sin desesperaci¨®n. Muchas veces en estas seis d¨¦cadas han imaginado que la Historia los retomar¨ªa para llevarlos a alg¨²n sitio inexplorado y no seguir detenidos en la misma estaci¨®n, pero una y otra vez volvieron a despertar? en el mismo sitio. Yo pude presenciar con cu¨¢nta dificultad, en esos tiempos de Obama, muchos volv¨ªan a creer en el cambio, c¨®mo los hijos les discut¨ªan a sus padres que ahora s¨ª, ante sus sonrisas incr¨¦dulas. Por eso es triste verlos hoy, una vez m¨¢s, con esa mirada rendida que apenas llega al d¨ªa siguiente, como si hubieran envejecido de golpe. ¡°He llegado a esa edad en que la vida es una derrota aceptada¡±, dec¨ªa Adriano en el libro de Margarite Yourcenar.
Y sin embargo, mientras cunde esta sensaci¨®n sombr¨ªa, los cubanos no alcanzan a percibir la profundidad de los cambios en curso. Meses atr¨¢s hubo un plebiscito para aprobar la nueva Constituci¨®n, y si bien se aprob¨® por una amplia mayor¨ªa, no fue por unanimidad, como hasta entonces se acostumbraba. Los votos en contra m¨¢s los blancos y los nulos sumaron un 15%. Si bien a trav¨¦s de medios precarios y de modo furtivo, por primera vez hubo quienes se atrevieron a hacer campa?a en contra de la postura oficial. Poco despu¨¦s tuvieron acceso a los datos m¨®viles en sus tel¨¦fonos celulares, y si bien tenerlos resulta muy caro, son much¨ªsimos los que se las han arreglado para contar con ellos. A trav¨¦s de WhatsApp se han organizado varias campa?as ciudadanas al margen del poder pol¨ªtico: para ayudar a las v¨ªctimas del cicl¨®n que azot¨® sectores de La Habana en enero, para convocar a una marcha en contra del maltrato animal en abril, para comentar la represi¨®n a la marcha gay en mayo¡ Por otra parte, hay zonas de la isla donde han vuelto los apagones. Buena parte de la energ¨ªa el¨¦ctrica es generada con petroleo venezolano, y as¨ª como van las cosas¡ La desaparici¨®n del pollo y los huevos aviv¨® todav¨ªa m¨¢s el recuerdo de los a?os 90, cuando tras el fin de la URSS no ten¨ªan qu¨¦ comer. Ra¨²l quiso tranquilizar a la poblaci¨®n asegurando que no hab¨ªa peligro de un nuevo ¡°periodo especial¡±, y todos entendieron que esa amenaza estaba ad portas. Sin un l¨ªder como Fidel, con el socialismo desprestigiado alrededor y las redes sociales en manos de la poblaci¨®n, no ser¨¢ f¨¢cil mantener el statu quo si la crisis empeora.
En los muros h¨²medos y descuidados de los edificios contin¨²an creciendo ¨¢rboles y plantas que cuelgan como tumores, como brazos, como brotes selv¨¢ticos en medio de una civilizaci¨®n dormida. Las mujeres todav¨ªa se llaman Dulce, Caridad, Paciencia, o como cualquier otra virtud cardinal, y por las calles a¨²n pasan hombres cargando jaulas con p¨¢jaros o pedaleando en triciclos forrados en trenzas de ajos o tiras de cebollas. Quiz¨¢s nos encontremos ante un caso de gatopardismo al rev¨¦s: que parezca que nada cambie, para que nada siga igual.
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