Los amigos de Johnson y un se?or llamado Hunt
El exalcalde de Londres arrasa en todos los actos de las primarias de los conservadores
La cola da ya la vuelta a la manzana, media hora antes de que comience el acto. Y los primeros en coger sitio han sido un grupo de 15 chilenos, suscriptores del digital El L¨ªbero, a los que su director, Eduardo Sep¨²lveda, ha invitado a presenciar un espect¨¢culo genuinamente brit¨¢nico: Boris Johnson en escena. Como telonero invitado actuar¨¢ un se?or llamado Jeremy Hunt, actualmente ministro de Exteriores del Reino Unido y candidato, junto a Johnson, a liderar el Partido Conservador. "Este Johnson es un poco como Trump, ?no?", preguntan al periodista espa?ol, mientras miran de refil¨®n las puertas del Hotel Savoy, porque quieren entrar cuanto antes y ocupar los mejores sitios. Es otro husting?(asamblea con los candidatos) protagonizado por los dos rivales a suceder a Theresa May. Pero con alicientes. Es en Londres. Lo organiza The Daily Telegraph, la Biblia de los conservadores euroesc¨¦pticos, y coincide con el momento en el que los afiliados han recibido ya sus papeletas y pueden comenzar a votar.
Detr¨¢s de los chilenos esperan pacientes dos militantes tories. Han asistido ya a varias de estas reuniones, a tres, en concreto, y est¨¢n lo suficientemente informados como para saber que ninguno de los dos candidatos lo va a tener f¨¢cil con Europa, y que resultar¨¢ pr¨¢cticamente imposible renegociar el Acuerdo de Retirada que alcanz¨® Theresa May, rechazado por el Parlamento brit¨¢nico hasta en tres ocasiones. "Pero Boris es todo un espect¨¢culo, y escucharle te trasmite un optimismo que te reafirma como conservador. Por cierto, ?c¨®mo va la cosa con Catalu?a? Aqu¨ª tambi¨¦n tenemos los mismos problemas con los escoceses. No paran de quejarse, pero luego no rechazan el dinero que les env¨ªa Londres", pregunta el m¨¢s dicharachero de los dos.
Se abren finalmente las puertas, y todo el mundo se apresura para tener un buen sitio en el anfiteatro. El aforo dispone de unas cuatrocientas plazas, y se llenaran de inmediato. Algunos de los asistentes tendr¨¢n que seguir las dos horas del evento de pie. El primero en intervenir ser¨¢ Johnson. Todos estos actos responden al mismo guion. Una hora por candidato. Siete minutos de discurso inicial, preguntas de un periodista y preguntas del p¨²blico. Solo habr¨¢ un cara a cara en esta contienda. Ser¨¢ una oportunidad para Hunt, porque el ¨²nico modo que tiene de debilitar a su rival ser¨¢ obligarle a responder las preguntas inc¨®modas que Johnson reh¨²ye. Los periodistas son v¨ªctimas de la misma seducci¨®n e hipnosis que edulcora a los asistentes. Aparece el exalcalde de Londres, con zancadas de oso pardo y la camisa medio salida del pantal¨®n. El auditorio se viene abajo. Su discurso es una metralleta desbocada en la que solo es posible entender, a fuerza de repetici¨®n, que "el Reino Unido es una gran naci¨®n" y que "vamos a cumplir con el Brexit, s¨ª o s¨ª".
Johnson es el maestro de la ambig¨¹edad y la imprecisi¨®n, pero esta vez tiene el argumentario muy preparado. No se sale del guion. Se limita a repetir obviedades y esl¨®ganes, pero con una voz de tenor, un deje ir¨®nico con el que se r¨ªe de s¨ª mismo y hace re¨ªr a los asistentes, y una pronunciaci¨®n exageradamente inglesa que alarga las vocales, enfatiza los adjetivos y transmite a los que le escuchan el orgullo de haber nacido en una isla que produce espec¨ªmenes tan genuinos.
¡ªPero entonces, ?c¨®mo piensa convencer a un Parlamento que ha rechazado mayoritariamente abandonar la UE sin un acuerdo para que lo hagan?, insiste la periodista encargada de cuestionarle.
¡ª"Quedan a¨²n muchas cosas sobre la mesa, y es una mesa muy grande", responde el candidato, y mira con complicidad a un p¨²blico al que su respuesta le parece lo suficientemente ingeniosa como para irrumpir por en¨¦sima vez con un gran aplauso.
El arte de Johnson consiste en desvelar sus ganas de complacer a todo el mundo con tal descaro que sus carencias se convierten en virtudes. Ni siquiera es capaz, en un ¨²ltimo cuestionario de preguntas r¨¢pidas, de decidirse ¡ª¨¦l, que presume de amar a los cl¨¢sicos¡ª entre Plat¨®n y Arist¨®teles. "Es como la historia del Asno de Burid¨¢n, al que ofrecieron dos montones de heno id¨¦nticos y muri¨® de hambre por no ser capaz de decidirse", explica. Y el p¨²blico le r¨ªe la gracia y le aplaude, convencido de que ser¨¢ el primer ministro que lograr¨¢ torcer el brazo de la Uni¨®n Europea.
Y entonces llega el turno de Jeremy Hunt. Y es como si los Rolling Stones hubieran abandonado el escenario y salieran a tocar Ismael y la Banda del Mirlit¨®n. El ministro de Exteriores tiene un discurso articulado, un plan elaborado a conciencia para intentar que la aventura del Brexit no se convierta en un desastre, un tono educado y amable, humildad en sus respuestas y respeto ante las cr¨ªticas. Pero el humor no es lo suyo, y el primer intento de broma, a costa del origen chino de su esposa, Lucia Go, que le observa desde el palco con un rostro hier¨¢tico, resulta en un fiasco que apenas arranca alg¨²n aplauso apagado.
"Todas las encuestas realizadas entre el electorado general me dan una ventaja considerable sobre Boris Johnson. Algunas de hasta 30 puntos, cuando se han realizado entre los votantes londinenses. Si queremos ganar unas elecciones, debemos elegir a un candidato al que voten no solo los conservadores, sino la mayor¨ªa de los ciudadanos", defiende con un entusiasmo no correspondido.
La periodista que le entrevista se permite la familiaridad de definirle como el "yerno favorito de las votantes conservadoras" o de atribuirse el m¨¦rito de haberle descrito como "una Theresa May con pantalones", y le reprocha que en el refer¨¦ndum de 2016 hubiera defendido la permanencia del Reino Unido en la UE para votar m¨¢s tarde a favor, sin rechistar, del Acuerdo de Retirada que May intent¨® sacar adelante. "Tambi¨¦n lo vot¨® Johnson", se defiende, "pero yo lo criticaba en las reuniones internas del Consejo de Ministros mientras ¨¦l lo hac¨ªa en su columna semanal del Daily Telegraph. Intento vano. Lo que en Boris es una escaramuza inteligente, en Hunt es una muestra de pusilanimidad. Y los aplausos m¨¢s sonoros no los arranca el candidato, sino los asistentes que una y otra vez le reprochan su aparente debilidad ante Bruselas.
Ninguno de los presentes, despu¨¦s de escuchar durante dos horas a los candidatos, tendr¨¢ malas palabras para Hunt. Tampoco buenas. Reconocen que les ha puesto delante del espejo de la realidad, pero la mayor¨ªa prefiere la versi¨®n deformada y optimista de Johnson. Hunt les cuenta c¨®mo son y les explica las complicaciones que traer¨¢ el Brexit. Johnson les promete un futuro dorado.
¡ªLe encanta gustar a la gente. ?Est¨¢ usted preparado para que le odien?, pregunta la periodista a Johnson al final de su intervenci¨®n.
¡ª"Estoy m¨¢s que acostumbrado a eso", responde el candidato favorito mientras buscaba ansioso la aprobaci¨®n del p¨²blico.
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