La sombr¨ªa comparativa entre la cultura del pacto en Espa?a y el resto de Europa
Las negociaciones para formar coaliciones nacionales evidencian la mayor intransigencia de los partidos espa?oles y la menor atenci¨®n al pacto sobre programas
La atribuci¨®n de responsabilidades por el fracaso en la formaci¨®n de Gobierno en Espa?a es obviamente una cuesti¨®n muy subjetiva. No existe una herramienta neutral para medir el grado de culpa en la fallida negociaci¨®n entre PSOE y Unidas Podemos, as¨ª como en la intransigencia de los partidos del espectro conservador. Pero algunas observaciones comparativas con experiencias europeas s¨ª ayudan a afinar un juicio sobre la pol¨ªtica espa?ola.
Las dificultades en la conformaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n son recurrentes y Espa?a no es una excepci¨®n. Pero s¨ª hay rese?ables rasgos peculiares: una persistente, terca, casi general indisposici¨®n al pacto a escala nacional en los ¨²ltimos a?os; y, en los ¨²ltimos meses, una negociaci¨®n completamente desestructurada, que de facto no toc¨® aspectos program¨¢ticos. Estos dos elementos, en su radicalidad, son bastante espec¨ªficos de Espa?a.
Tras las elecciones de septiembre de 2017, tambi¨¦n Alemania sufri¨® considerablemente para conformar un Gobierno. Los conservadores de Merkel intentaron primero un pacto con liberales y verdes. Despu¨¦s del colapso de ese di¨¢logo, el SPD revis¨® su negativa inicial y accedi¨® a negociar con los democristianos. El acuerdo fue alcanzado en febrero de 2018. La evidente diferencia de esa experiencia con respecto a la espa?ola es una negociaci¨®n estructurada, pragm¨¢tica, muy concentrada en el acuerdo program¨¢tico hasta arrojar un texto pactado de unos 180 folios repletos de medidas, datos, fechas, precisiones.
Otra referencia interesante son las elecciones de Italia de marzo de 2018, que tambi¨¦n produjeron un Parlamento diab¨®licamente fragmentado. En un alarde de pragmatismo, en junio de ese a?o, formaciones que representan intereses tan antag¨®nicos como la Liga ¡ªcuya principal base electoral es el rico norte del pa¨ªs¡ª y el Movimiento Cinco Estrellas ¡ªcuyo caladero es el empobrecido sur¡ª sortearon sus colosales diferencias y lograron alcanzar un pacto de gobierno.
Puede gustar m¨¢s o menos el contenido, las fricciones en su aplicaci¨®n son sin duda constantes, pero ah¨ª queda el ejercicio de pragmatismo y flexibilidad que configur¨® el Gobierno que dirige Italia desde hace un a?o. En este caso, la diferencia con Espa?a es la capacidad de construir puentes entre tierras pol¨ªticas enormemente m¨¢s alejadas de lo que separa a PSOE y Unidas Podemos. El resultado es inestable, pero evit¨® decirles a los ciudadanos que la pol¨ªtica no sab¨ªa qu¨¦ hacer con sus votos y que se lo pensaran otra vez.
Los casos de Suecia, Dinamarca y Portugal subrayan, en cambio, la especial terquedad de la intransigencia de varios partidos espa?oles en los ¨²ltimos a?os. En Suecia, un partido centrista afiliado a la coalici¨®n conservadora decidi¨® romper la disciplina de alianza tras las elecciones de septiembre de 2018 para superar el bloqueo y permitir la conformaci¨®n de un Gobierno entre socialdem¨®cratas y verdes.
En Dinamarca, los socialdem¨®cratas pudieron formar un Gobierno de minor¨ªa tres semanas despu¨¦s de unas elecciones en las que cosecharon un 25,9% (incluso menos que el PSOE en las generales de abril, que obtuvo un 28,6%), gracias al apoyo parlamentario externo de varios partidos de ¨¢mbito progresista. Algo parecido ha ocurrido en Portugal en la ¨²ltima legislatura. La lista podr¨ªa seguir.
Por supuesto, es posible que la pol¨ªtica espa?ola logre en los pr¨®ximos dos meses desbloquear la situaci¨®n y evitar un llamativo regreso a las urnas. Por supuesto que cada partido espa?ol alegar¨¢ motivos muy especiales por los vetos y bloqueos de estos a?os. Por supuesto, Europa ha asistido a casos de par¨¢lisis m¨¢s prolongados (especialmente en B¨¦lgica). Pero, aun as¨ª, es evidente que Espa?a tiene un d¨¦ficit de cultura de pactos de alcance nacional con respecto a su entorno europeo; un mayor nivel de intransigencia y una menor concentraci¨®n en pactar programas que la media de su entorno.
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