Un museo para el dictador Salazar en una escuela en ruinas
Visita al pueblo natal y a la tumba del hombre que gobern¨® Portugal durante 36 a?os. Su sobrino-nieto sigue viviendo en la casa familiar
Ruizinho ver¨¢ cumplido su sue?o 13 a?os despu¨¦s de lo previsto: un museo para su t¨ªo. Su t¨ªo es Ant¨®nio Salazar, el dictador que gobern¨® Portugal de 1932 a 1968, 36 a?os, un tiempo que se reconoce como el Estado Novo.
El Museo de Salazar, oficialmente llamado Centro Interpretativo del Estado Nuevo, se instalar¨¢ en la primera escuela-cantina que construy¨® el r¨¦gimen de la ¨¦poca, que se levanta en la calle que lleva su nombre en Santa Comba D?o (norte del pa¨ªs, 11.500 habitantes). Justamente aqu¨ª tambi¨¦n se encuentra la casa donde naci¨®, la casa familiar y la casa donde veraneaba.
El dictador descansa en el cementerio pr¨®ximo de Vimieiro, junto a su padre y a su madre. Es imposible saber cu¨¢l es su tumba sin preguntar. No tiene nombre ni relevancia alguna, como las de su familia. Sus restos descansan bajo una piedra de granito.
El cementerio no cierra nunca. Panteones y sepulcros aparecen impolutos y m¨¢s o menos historiados seg¨²n el dinero de la familia. A un lado se extienden en el suelo media docena de tumbas an¨®nimas con una piedra de granito y su cruz en bajorrelieve; la m¨¢s blanca es la del ex primer ministro. La pista definitiva es el m¨¢rmol conmemorativo colocado en la pared de enfrente y pagado por alg¨²n salazarista? ¡ªt¨¦rmino que el propio dictador prohibi¨® en los peri¨®dicos¡ª. Ah¨ª se destacan su honestidad y su humildad. Muy de vez en cuando, hay alguna gamberrada. En 2008, escribieron ¡°toninho ruraloide (Anto?ito ruraloide)?sobre la placa del que fuera catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la universidad de Co¨ªmbra. Tambi¨¦n, dicen, que ha habido noches de brujer¨ªa, pero en general, el desinter¨¦s por los restos y la figura de Salazar domina desde que muriera hace 49 a?os.
Un mercedes se detiene en el arc¨¦n de la calle Ant¨®nio Salazar, junto a una casita abandonada blanca con ventanas verdes. Dos mujeres se fotograf¨ªan ante ella. Encima de una ventana hay una placa ¡ªpagada por otro seguidor¡ª: ¡°Aqu¨ª naci¨® el 28-4-1889, Dr. Oliveira Salazar, un se?or que gobern¨® y nada rob¨®¡±.
Se ve bajar a lo lejos a un hombre cargado de cubos, lo que no es noticia menor. Lugare?o y en la avenida Salazar, hay grandes probabilidades de que sea Ruizinho, sobrino-nieto de Salazar.
¡ª?Es usted el sobrino de Salazar?
¡ªRui Salazar Lucena e Mello, aqu¨ª me dicen Ruizinho. Vayamos para casa.
Ruizinho, que tiene 71 a?os, y su hermano Ant¨®nio ¡ªque vive en Co¨ªmbra¡ª son los ¨²nicos sobrinos del dictador, que ni se cas¨® ni tuvo hijos. Ya jubilado de profesor, Ruizinho vive con una pensi¨®n de 500 euros en una de las casas que habit¨® el pol¨ªtico.
¡°Ahora me dedico a ser padre de acogida¡±, dice Ruizinho, con sorna. ¡°Acojo perros que encuentro por las carreteras. Voy a llevarles el rancho¡±. Una manada de canes aguarda en el corral adyacente a una casa rosa semiderruida. ¡°Era la casa de vacaciones de mi t¨ªo, la de al lado es la casa que construy¨® su padre para acoger a los ingenieros que hac¨ªan la l¨ªnea f¨¦rrea, junto con dos cantinas, una para los obreros y la otra para los ingenieros¡±.
La casa de vacaciones de Salazar apenas aguanta en pie. En el interior, las ventanas tienen los cristales rotos y el jard¨ªn crece salvaje, dentro hay cajas llenas de polvo, con libros y documentos ro¨ªdos y ro?osos. ¡°Son parte del legado que entregu¨¦ al Ayuntamiento en 2006 y que ahora un tribunal les ha ordenado que me devuelvan, pero ni la d¨¦cima parte me han dado. Ni muebles ni condecoraciones ni recuerdos personales. ?Ve enfrente ese almac¨¦n con el techo ca¨ªdo? Es almac¨¦n municipal, debajo est¨¢ lo que no han robado del legado del hombre que gobern¨® Portugal durante casi 40 a?os¡±.
Ahora el Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con el hermano de Ruizinho, Ant¨®nio, para que done el resto de la herencia del gobernante y as¨ª abrir el museo en la escuela, que habr¨¢ que rehabilitar.
La casa de veraneo dista de la casa familiar apenas 50 metros, es donde vive Ruizinho, solo, entre perros y gallinas. ¡°Aqu¨ª residi¨® mi t¨ªo mientras le constru¨ªan la casa de vacaciones. No pise en esa piedra", me advierte, "debajo descansa Fofinha, la perra que defendi¨® hasta la muerte la casa cuando fue asaltada el 25 de abril de 1974 por los revolucionarios. Se merece un respeto, ?no?¡±.
La tardanza del museo y los que se oponen a ¨¦l, descomponen al sobrino. ¡°Digo yo que, dejando aparte las ideolog¨ªas, no se puede ocultar a los portugueses 40 a?os de su historia, ?no? Una parte de historiadores defiende, por ese motivo, la creaci¨®n del museo, otra lo condena, por el temor a que se convierta en un lugar de peregrinaci¨®n, pero esto no es F¨¢tima. Por aqu¨ª, desgraciadamente, pocos son los que pasan y a¨²n menos los que paran, en una de las regiones deprimidas de Portugal.
Entre gallinas, perros y otros animales, Ruizinho se abre paso hasta una peque?a bodega. Separa telara?as y ahuyenta roedores para sacar una botella de un rinc¨®n. ¡°Tenga, vino de la ¨²ltima cosecha recogida por mi t¨ªo, 1967. Creo que a¨²n estar¨¢ bueno¡±.
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