Duque y el riesgo de no contentar a nadie
El rumbo del presidente de Colombia choca con las expectativas de sus promotores m¨¢s radicales y con los intereses de la oposici¨®n
Iv¨¢n Duque asumi¨® hace un a?o el cargo de presidente de Colombia con la promesa de unir a la sociedad. La declaraci¨®n de intenciones fue, en el fondo, muy parecida a la de Juan Manuel Santos al comienzo de su primer mandato en 2010. Este no lo consigui¨®, pero dej¨® en herencia unos acuerdos de paz que acabaron con m¨¢s de medio siglo de conflicto armado con las FARC. El actual mandatario tambi¨¦n est¨¢ lejos de lograrlo y a eso se a?ade que su Gobierno contribuy¨® en los ¨²ltimos meses a alentar la divisi¨®n social sobre lo pactado con la antigua guerrilla. El proceso de paz, su aplicaci¨®n y su interpretaci¨®n ocupan todav¨ªa el primer plano de la pol¨ªtica colombiana, aunque a tenor de las encuestas los ciudadanos creen que el pa¨ªs afronta desaf¨ªos m¨¢s urgentes como la econom¨ªa y el desempleo.
El proyecto de Duque, que ha recibido m¨²ltiples cr¨ªticas por su indefinici¨®n, atraviesa hoy una fase delicada por su compleja ubicaci¨®n entre los intereses de sus adversarios y las expectativas de sus propios promotores. El presidente tiene enfrente a un conjunto de fuerzas opositoras muy diversas cuyo com¨²n denominador puede enmarcarse en el deseo de reconciliaci¨®n. Al mismo tiempo, su idea de pa¨ªs no coincide plenamente con la que defiende buena parte del partido que le impuls¨®. El Centro Democr¨¢tico (CD), fundado por ?lvaro Uribe, fue el trampol¨ªn que le permiti¨® ganar las elecciones y es su principal plataforma de gobierno. Sin embargo, la formaci¨®n sigue bajo el control del exmandatario, hoy senador, y de su ala m¨¢s radical. Con estas premisas, el riesgo es no contentar a nadie, sobre todo, decepcionar a sus votantes.
Los principales portavoces del CD se mantienen fieles a postulados ultraconservadores y no han abandonado sus cr¨ªticas feroces a los acuerdos de paz. Esto, de entrada, no deber¨ªa sorprender. Lo que s¨ª resulta m¨¢s llamativo es su tono, beligerante con los rivales pol¨ªticos, revanchista con sus antecesores, refractario al debate sosegado y a las objeciones. Un talante m¨¢s propio de un partido de oposici¨®n que de una fuerza en el poder, que deber¨ªa poder permitirse el lujo de estar por encima de la confrontaci¨®n de corto alcance.
A¨²n existe en Colombia un sector pol¨ªtico que no ha asumido que el Estado que hoy representan firm¨® hace tres a?os la paz con la organizaci¨®n guerrillera m¨¢s antigua de Am¨¦rica. Un paso que ¨Cpese a la cantidad de problemas con los que se ha encontrado la implementaci¨®n de los acuerdos, la violencia que persiste en algunos territorios, los grupos disidentes, el incumplimiento por parte de algunos antiguos dirigentes de las FARC¨C puso fin a una guerra y sent¨® las bases para la reconstrucci¨®n y una etapa de transici¨®n.
Ese fue el grupo que emprendi¨® una ofensiva contra la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP). Ese fue el sector que m¨¢s aplaudi¨® el intento fracasado de Duque de reformar el tribunal, encargado de juzgar los cr¨ªmenes del conflicto armado. La bancada que se aferra a la ret¨®rica de la seguridad, que confunde la defensa del Ej¨¦rcito con la reivindicaci¨®n de sus pol¨ªticas. Y que reacciona habitualmente a los cuestionamientos con acusaciones sobre los supuestos v¨ªnculos de Santos con el caso Odebrecht.
Las diferencias entre Duque y las franjas m¨¢s ruidosas del Centro Democr¨¢tico no son un secreto. Tampoco lo es que, como cualquier gobernante, tenga la aspiraci¨®n de marcar un rumbo propio. M¨¢s all¨¢ de las simplificaciones caricaturescas de su relaci¨®n pol¨ªtica con Uribe, el presidente tiene a¨²n tres a?os para demostrar que no enga?¨® a sus votantes cuando, tras ganar las elecciones con un resultado sin precedentes, asegur¨® que gobernar¨ªa Colombia ¡°sin espejo retrovisor¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.