El ¡®impeachment¡¯ contra Trump revoluciona la campa?a de EE UU
El proceso de destituci¨®n da a un presidente desgastado un arma para activar a sus bases y ser¨¢ clave para los dem¨®cratas, cuyo favorito, Joe Biden, puede resultar un da?o colateral
El impeachment contra Donald Trump sit¨²a a la pol¨ªtica estadounidense en un territorio sin mapear. Nunca antes se produjo en medio de una carrera presidencial moderna. Nadie sabe c¨®mo afectar¨¢. Pero pocos dudan de que marcar¨¢ las elecciones de 2020. Al presidente, que llega desgastado, le brinda una oportunidad de movilizar a sus bases, pero le aleja de sus prioridades pol¨ªticas. Para los dem¨®cratas, en pleno proceso de elegir candidato, es el momento de la verdad. Cae como una bomba sobre las dos almas del partido, encarnadas en Elizabeth Warren y Joe Biden, todav¨ªa el favorito, a quien el impeachment podr¨ªa convertir en un da?o colateral.
Es la cuarta vez en la historia en que Estados Unidos inicia este proceso encaminado a la destituci¨®n de un presidente en activo, y nunca ha prosperado. El primer caso, contra Andrew Johnson, ofrece poca luz pues tuvo lugar hace 151 a?os. Los dos ¨²ltimos, contra Richard Nixon y Bill Clinton, sucedieron en los segundos mandatos de los presidentes, cuando ya no se pod¨ªan presentar a la reelecci¨®n.
Trump llega al proceso con unos ¨ªndices de popularidad muy bajos (en torno al 43%). Tampoco el proceso de impeachment suele gozar de la estima de los votantes (solo un 37% lo apoya, seg¨²n un sondeo reciente). Al sumarse m¨¢s figuras dem¨®cratas moderadas a la petici¨®n, es posible que la simpat¨ªa hacia el impeachment mejore entre los votantes del partido y los indecisos. Menos claro es el potencial efecto en la popularidad de Trump. La de Clinton subi¨® (hasta el 73%) con su proceso de destituci¨®n y la de Nixon cay¨® considerablemente (hasta el 23%). Pero Trump empieza en una posici¨®n m¨¢s baja y tiene menos terreno que perder.
El presidente ha dicho, faltando a la verdad, que sus ¨ªndices de popularidad son muy altos y que el impeachment es la ¨²nica manera que tienen los dem¨®cratas de pararlo. Lo cierto es que todos los sondeos le dan perdedor en un eventual enfrentamiento con Joe Biden, el favorito de los dem¨®cratas. Pero su popularidad sigue siendo muy alta entre los republicanos, como demuestra el hecho de que, justo el d¨ªa en que Pelosi anunci¨® el impeachment, Trump recaud¨® un mill¨®n de d¨®lares para su campa?a.
El proceso, pues, dar¨¢ a Trump un arma para movilizar a sus bases. Algo muy extraordinario tendr¨ªa que resultar de la investigaci¨®n para que, al final del proceso, el Senado, de mayor¨ªa republicana, no le absuelva. As¨ª, por segunda vez en seis meses, el presidente podr¨¢ hablar de esa ¡°exoneraci¨®n total¡± que tan bien le ha funcionado despu¨¦s del informe Mueller. Y los votantes indecisos, hartos del empe?o en revertir el resultado de las anteriores elecciones, podr¨ªan castigar a los dem¨®cratas. Por eso Nancy Pelosi se ha resistido durante tanto tiempo. Y por eso ella y otros moderados desear¨ªan una conclusi¨®n r¨¢pida.
No conviene olvidar que los dem¨®cratas recuperaron la mayor¨ªa en la C¨¢mara baja, en las elecciones de noviembre del a?o pasado, hablando de asuntos que afectan a las vidas de los votantes, como la sanidad, la educaci¨®n o las desigualdades. En medio de un proceso de impeachment, habr¨¢ poco espacio para hablar de nada m¨¢s.
Pero la previsible par¨¢lisis legislativa, con el Congreso centrado en la investigaci¨®n, tampoco conviene a Trump. El proceso puede empantanar algunas de las iniciativas clave del presidente, como la aprobaci¨®n del acuerdo comercial con M¨¦xico y Canad¨¢ o el avance de las negociaciones con China.
Donde nadie duda de que la investigaci¨®n tendr¨¢ un efecto trascendental es en el proceso de elecci¨®n del candidato dem¨®crata para las elecciones de noviembre del a?o que viene. En primer lugar, es muy probable que tenga un efecto estrechador de la contienda: aquellos de los 19 candidatos restantes que no consiguen destacar tendr¨¢n ahora a¨²n m¨¢s dif¨ªcil hacerse o¨ªr, cuando el debate se aleje de las ideas y se centre en cuestiones de Estado.
La gran inc¨®gnita es el efecto que puede tener en el candidato que todos los sondeos dan como favorito: Joe Biden. La campa?a del exvicepresidente puede acabar siendo un da?o colateral de la investigaci¨®n del impeachment, activada tras una llamada en la que Trump ped¨ªa al presidente ucraniano Zelenski que investigue las actividades de Biden y su hijo Hunter en ese pa¨ªs. Puede que no haya nada delictivo, pero en pol¨ªtica la realidad es menos importante que las apariencias. Y aqu¨ª las apariencias ¡ªun puesto en el consejo de una de las mayores compa?¨ªas privadas ucranianas de gas, cuando su padre era vicepresidente de Estados Unidos, y a raz¨®n de 50.000 d¨®lares mensuales¡ª son feas.
Trump, que tiene una fijaci¨®n con Biden, lo repetir¨¢ machaconamente. Y tampoco deber¨ªan los dem¨®cratas subestimar la capacidad del Senado de dar la vuelta a la tortilla cuando el proceso llegue a su lado del Capitolio. La C¨¢mara alta cuenta con pocas restricciones sobre lo que puede hacer cuando el proceso de impeachment la convierte en un tribunal. Podr¨ªan, por ejemplo, llamar a Hunter Biden a testificar sobre sus actividades en Ucrania, con el fin de demostrar que la petici¨®n de Trump a Zelenski fue leg¨ªtima, pues trataba de proteger los intereses de EE UU. Conociendo c¨®mo se las gasta Trump y el liderazgo republicano del Senado, todo indica que la defensa del caso, cuando llegue a la C¨¢mara alta, ser¨¢ cuando menos agresiva.
Complementario al efecto sobre Joe Biden de la investigaci¨®n es el que esta tendr¨¢ sobre quien ya es su principal rival, la izquierdista Elizabeth Warren. Ya en las ¨²ltimas semanas Warren ven¨ªa pis¨¢ndole los talones, y esto puede acabar de confirmar la tendencia. O no. La senadora de Massachussetts no est¨¢ exenta de riesgos. Tener a Biden constantemente en el centro de la imagen, convertido en el rival de facto, podr¨ªa perjudicar a la carrera ascendente de Warren. Ella fue, adem¨¢s, la primera en pedir el impeachment, lo que la convierte en m¨¢s vulnerable a su ¨¦xito o fracaso. Por ¨²ltimo, el hecho de que el foco se centre en la investigaci¨®n puede librar a Warren del inc¨®modo escrutinio, por parte de la prensa conservadora, de sus arriesgadas propuestas, muy a la izquierda del centro gravitacional de la pol¨ªtica estadounidense.
El tiempo dir¨¢ si el camino sin mapas en el que se acaba de adentrar el pa¨ªs conduce a la derecha, a la izquierda o al centro. Si el viaje ahonda m¨¢s en la polarizaci¨®n que hoy lastra al pa¨ªs, convirtiendo a los bandos en a¨²n m¨¢s irreconciliables, o si resulta en cambio un revulsivo para rechazar las causas que han llevado a los legisladores a adoptar la medida m¨¢s grave que prev¨¦ la Constituci¨®n: la de tratar de apartar, sin pasar por las urnas, a un presidente en activo.
La inc¨®gnita de la duraci¨®n
Aunque los dem¨®cratas tiendan a desear un proceso r¨¢pido, la duraci¨®n es otra inc¨®gnita. La propia Pelosi pas¨® de anunciar un proceso "expeditivo" a admitir que "llevar¨¢ su tiempo". La Casa Blanca podr¨ªa resistirse a proporcionar documentos o testigos que reclame la C¨¢mara de Representantes, demorando meses los tr¨¢mites. Adem¨¢s, acelerar el proceso en exceso dar¨ªa combustible a Trump para hablar de "caza de brujas". El proceso de impeachment de Johnson, desde la apertura de la investigaci¨®n hasta la absoluci¨®n en el Senado, se prolong¨® durante 94 d¨ªas; el de Nixon, que no lleg¨® a la C¨¢mara alta porque el presidente dimiti¨®, dur¨® 184, y el de Clinton, 127. La tradicional corta memoria de los votantes, combinada con la dependencia de Trump de sus bases incondicionales, hace pensar que los efectos en las elecciones de un proceso de impeachment corto, asumiendo que el presidente sobreviva y se presente a las elecciones del a?o que viene, pueden ser limitados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.