La dinast¨ªa Fujimori, del caudillismo a la corrupci¨®n en Per¨²
El partido de la hija del exmandatario, que dominaba el Congreso, afronta una etapa de decadencia
El coro se alz¨® el pasado lunes por la noche. ¡°Estamos entrando en la ruta castrochavista¡±; "Hugo Ch¨¢vez se ha reencarnado"; "siempre tuvo la intenci¨®n de perpetuarse". Las acusaciones dirigidas por la derecha radical al presidente peruano, Mart¨ªn Vizcarra, no son nuevas. Sin embargo, tras anunciar la disoluci¨®n del Congreso, un resorte previsto en la Constituci¨®n, la ofensiva de la oposici¨®n deriv¨® en una espiral hiperb¨®lica. Esas son algunas de las frases que pronunciaron Rosa Bartra y Luz Salgado, dirigentes de la bancada de Fuerza Popular, el partido que junto con sus aliados dominaba el Parlamento desde 2016 y que en las ¨²ltimas semanas intent¨® forzar unos nombramientos de jueces afines en el Tribunal Constitucional para hacerse con su control.
Esa fue gota que colm¨® el vaso despu¨¦s de meses de bloqueo y enfrentamiento cotidiano entre Ejecutivo y legislativo. Vizcarra recurri¨® entonces a ese mecanismo legal y endureci¨® el pulso con la C¨¢mara y la formaci¨®n fundada por Keiko Fujimori, quien est¨¢ en prisi¨®n preventiva desde hace casi un a?o por un caso de lavado de dinero vinculado a los sobornos de la constructora brasile?a Odebrecht.
La l¨ªder opositora es la ¨²ltima representante de una corriente pol¨ªtica que mezcl¨® populismo, caudillismo y demagogia. Pr¨¢cticamente todo su entorno descalific¨® la decisi¨®n de Vizcarra ¡ªa quien la mayor¨ªa parlamentaria intent¨® destituir con una votaci¨®n de alcance simb¨®lico¡ª como "golpe de Estado". No solo no lo fue, pues el mandatario se limit¨® a aplicar la ley para poner fin al bloqueo del legislativo y convocar elecciones, sino que eso, un autogolpe, fue precisamente lo que impuls¨® su padre.
El pasado enero Alberto Fujimori volvi¨® a ingresar en prisi¨®n, tras haber sido indultado, por graves violaciones de los derechos humanos perpetradas mientras se mantuvo en el poder, durante toda la d¨¦cada de los noventa. El 5 de abril de 1992 disolvi¨® el Congreso y asumi¨® el control del poder judicial. Vladimiro Montesinos, su asesor de confianza, tom¨® las riendas de las Fuerzas Armadas. Esas fueron las premisas de un r¨¦gimen corrupto que aplast¨® a los opositores, pero que supo capitalizar en cierta medida el descontento y la lucha contra Sendero Luminoso y el fin del terrorismo.
Per¨² sali¨® de esa etapa en el a?o 2000, pero el fantasma sigue instalado en la memoria de la sociedad. Y ah¨ª est¨¢ una de las diferencias abismales con lo sucedido esta semana. Entonces se militariz¨® el pa¨ªs; el imaginario colectivo recuerda los tanques en la calle, las detenciones, la persecuci¨®n. Hoy, el pa¨ªs no ha salido de su rutina, en enero se celebran elecciones legislativas y la sociedad apoya mayoritariamente ¨Chasta un abrumador 89,1%, seg¨²n una encuesta de la firma CPI publicada ayer¡ª la decisi¨®n de disolver el Congreso.
"El fujimorismo ha pasado del populismo personalista a un caudillismo impopular. Porque el ¨¦xito del proyecto es que capitaliza la desigualdad, hay que leerlo en esa clave, del v¨ªnculo entre desigualdad y pol¨ªtica. El proyecto del a?o 1990 supo entender la nueva din¨¢mica de los sectores populares urbanos, supo dirigirse a ellos en un proceso de transici¨®n democr¨¢tica que ven¨ªa desde 1980", explica Adriana Urrutia, directora de la Escuela Profesional de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Ruiz de Montoya. "El fujimorismo capta desde 1990 a personas que no hab¨ªan sido incluidas en las din¨¢micas democr¨¢ticas y se sienten representadas por un personaje que en el imaginario popular no representaba ninguna identidad espec¨ªfica. Fujimori no era un outsider, era el presidente de la Asamblea Nacional de Rectores, ten¨ªa un programa de televisi¨®n diario en el canal del Estado", contin¨²a. Sin embargo, en su opini¨®n, "el fujimorismo hasta hoy sigue teniendo ese monopolio, porque ning¨²n otro partido pol¨ªtico ha logrado capitalizar esa desigualdad y la izquierda no dialoga con los sectores populares como el fujimorismo, sino con sectores movilizados y vinculados de cierta manera a una cierta ideolog¨ªa".
Inc¨®gnita electoral
?Qu¨¦ queda hoy? Fernando Tuesta, soci¨®logo, exjefe de la Organizaci¨®n Nacional de Procesos Electorales, cree que "Keiko Fujimori establece una diferencia con el padre en varios sentidos". "Uno de ellos, crear un partido". Fuerza Popular naci¨® en 2010 y en 2016 estuvo a punto de ganar a Pedro Pablo Kuczynski, aunque finalmente se qued¨® con el control del Parlamento. "Mucho de la creaci¨®n del partido ten¨ªa que ver con la reivindicaci¨®n del pasado de su padre y del Gobierno, pero ella tambi¨¦n ten¨ªa que hacer virajes debido a quienes rechazaban aquel Gobierno y todo lo que conten¨ªa. Esos virajes no terminan de desarrollarlos porque aparece como liberal, dem¨®crata, antiautoritaria, pero ese discurso no lo logra plasmar".
Adem¨¢s, recuerda este analista, que presidi¨® la comisi¨®n para la reforma pol¨ªtica, un sector del partido tuvo v¨ªnculos con casos de corrupci¨®n, a los que se a?adieron las consecuencias del esc¨¢ndalo de Odebrecht, que en Per¨² ha afectado a todos los expresidentes de los ¨²ltimos 20 a?os. "Fuerza Popular tuvo la gran oportunidad de ser un partido popular de derecha y no solo no lo ha logrado, ha terminado siendo un partido que va a estar disminuido, pero con grandes problemas: a nivel electoral, porque va a haber un nivel de castigo [en enero de 2020, en las legislativas] y ser¨ªa muy dif¨ªcil que Keiko pueda ara?ar el poder".
De hecho, el partido todav¨ªa no ha aclarado si se presentar¨¢ a los comicios de enero. La oposici¨®n trata de establecer un paralelismo con las fuerzas antichavistas en Venezuela, que no se presentaron a las elecciones de 2018 contra Nicol¨¢s Maduro. Sin embargo, las premisas son muy distintas y el contexto de la decisi¨®n de Vizcarra est¨¢ a a?os luz de lo que sucede en Caracas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.