Sara a¨²n cree que su hermano vive
Miles de civiles huyen de sus hogares, mientras los bombardeos causan cientos de heridos. Las ONG evac¨²an a su personal de la zona y los hospitales no dan abasto
La artiller¨ªa turca golpe¨® este jueves repetidas veces Qamishli, localidad en la frontera noreste de Siria con Turqu¨ªa. Al estruendo de los proyectiles, le sigui¨® un silencio de unos 40 minutos.? Despu¨¦s, volvi¨® a escucharse una marea humana que trataba de abandonar la ciudad. Cientos de personas se subieron a furgonetas, taxis, camiones y motos para huir de los cohetes turcos. Otro nuevo estruendo qued¨® se?alizado en el horizonte por una columna de humo, esta vez en territorio turco y a un escaso kil¨®metro de distancia. M¨¢s p¨¢nico. En las callejas colindantes con la carretera principal se sumaban m¨¢s veh¨ªculos hasta formar un tap¨®n. Atascados, cada uno ventilaba la tensi¨®n como pod¨ªa. Unos fumaban, otros lloraban, otros re¨ªan y algunos se enzarzaban en discusiones. Varios ni?os presenciaban entretenidos la discusi¨®n de una familia en la que el padre quer¨ªa dar media vuelta y volver a casa , pero la madre, encolerizada, le increpaba a gritos que no lo hiciera. Polic¨ªas y milicianos kurdos acud¨ªan para agilizar el tr¨¢fico y, de paso, prohibir que se fotografiara a los civiles huyendo.
Entrada la noche, no se hab¨ªa confirmado ninguna v¨ªctima mortal del bombardeo de este jueves sobre Qamishli, pero en esta regi¨®n se llora a los muertos a diario. Son ya 218 los civiles que han perdido la vida en nueve d¨ªas de ofensiva turca sobre el norte de Siria.? Los heridos, muchos de gravedad, ascienden a 653, seg¨²n el recuento que hace la Administraci¨®n Auton¨®mica del Norte y Este de Siria ¡ªcontrolada por autoridades kurdas¡ª. Los ni?os tambi¨¦n padecen los bombardeos turcos; 18 han muerto y 35 han sido hospitalizados.
La familia Al Garib es una de las que m¨¢s ha sufrido los ataques de la aviaci¨®n turca y de los rebeldes sirios aliados de Ankara que combaten sobre el terreno. En el hospital Al Salam de Qamishli, una de las principales ciudades del norte de Siria, Yusef Al Garib apretaba la mand¨ªbula cuando su hija Sara, de ocho a?os, preguntaba por su hermano Mohamed, de 11 a?os. ¡°Est¨¢ en el cuarto de al lado, malito como t¨², pero pronto vendr¨¢ a jugar contigo¡±, le respondi¨® este herrero kurdo, de 45 a?os. Con los ojos acuosos imploraba la complicidad de los enfermeros y familiares all¨ª presentes, que desviaban la mirada. Sara no sab¨ªa que,?adem¨¢s de la pierna izquierda, tambi¨¦n ha perdido a su ¨²nico hermano. Un cohete lanzado desde Turqu¨ªa cay¨® en el jard¨ªn de su casa. La metralla le cercen¨® el muslo y parti¨® en dos el coraz¨®n de Mohamed.
¡°Es una guerra entre pol¨ªticos y sin sentido en la que se nos va la sangre a nosotros, los de en medio. Ya no sabemos qui¨¦n nos protege: ?Los americanos? ?Los rusos? ?El Ej¨¦rcito regular sirio? ?O son todos aliados de Turqu¨ªa?¡±, preguntaba el hombre de tono pausado sin rastro alguno de rencor. Su mujer, Nariman, carga con unas pesadas ojeras por la falta de sue?o. ¡°De noche tengo que dormir en la silla pegada a su cama porque Sara no consiente que le suelte la mano¡±, murmuraba. La ni?a comparte cama con tubos, bolsas de gasas y ositos de peluche, adem¨¢s de tener puesta una diadema de orejas de conejo rosa. Una manta le cubre el mu?¨®n. De vez en cuando, salta de dolor.
Turqu¨ªa justifica su ofensiva en territorio sirio en la necesidad de acabar con las milicias kurdo-sirias (YPG), aliadas de Washington hasta hace un par de semanas y consideradas "terroristas" por Ankara por sus v¨ªnculos con el proscrito Partido de los Trabajadores de Kurdist¨¢n (PKK), la guerrilla kurda activa en Turqu¨ªa. Apoyados en rebeldes ¨¢rabes sirios, los oficiales turcos han jurado exterminar a la milicia hermana que lucha en Siria, las YPG, en esta norte?a regi¨®n donde nacieron Sara y su hermano Mohamed.
La peque?a fue admitida en uno de los tres hospitales privados de Qamishli, con una capacidad de hasta 50 camas cada uno. Tan solo hay un hospital p¨²blico para los heridos. Dadas las circunstancias, la direcci¨®n de El Salam asegura que solo cobran lo que puedan pagar las familias. ¡°Somos el hospital m¨¢s cercano a los barrios bombardeados, as¨ª que muchos de los heridos vienen aqu¨ª¡±, asegura Ibtisam Hosin, directora del centro en el que Sara estaba hospitalizada. Tres personas han muerto en los ¨²ltimos d¨ªas en este centro m¨¦dico. ¡°Estamos preparados en caso de m¨¢s bombardeos, pero nuestro almac¨¦n medicamentos es limitado¡±, aseguraba.
¡°Mi hija necesita una operaci¨®n que no puede ser realizada en el norte de Siria¡±, lamentaba el padre de Sara, quien intent¨® contactar con ONG internacionales con la esperanza de que pudieran operarla. Una llamada que fue desatendida puesto que, desde que las milicias kurdas y las tropas del presidente sirio, Bachar El Asad, sellaran un acuerdo el pasado domingo, la gran mayor¨ªa de ONG internacionales y sus expatriados han salido en tropel del pa¨ªs, ya que carecen de la autorizaci¨®n necesaria para operar en territorio bajo control de Damasco. Las tiendas de hospitales de campa?a instaladas por M¨¦dicos Sin Fronteras han quedado tan vac¨ªas como la mayor¨ªa de poblaciones fronterizas. Sara tampoco ser¨¢ atendida por un psic¨®logo cuando llegue el momento de informarle de la muerte de su hermano, ya que, seg¨²n la doctora Hosin, tan solo quedan dos en toda la regi¨®n.
Sin tiempo de enterrar a todos los muertos, los habitantes del norte de Siria huyen en masa de sus hogares. M¨¢s de 300.000 personas han sido desplazadas desde el inicio de la ofensiva turca, seg¨²n el recuento que hace el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. ¡°Hoy hemos recibido a unas 2.000 personas¡±, explica la voluntaria Estera de la ONG local GAV, quien acoge a dos familias en su casa de Hasaka, otra de las principales ciudades en el norte del pa¨ªs.
Las ONG locales han convertido un sal¨®n de bodas en el punto donde se les hace el triaje a los desplazados para posteriormente enviarlos a alguna de las 40 escuelas habilitadas para acogerlos en Hasaka. Antes de ir a su destino reciben un botell¨ªn de agua. ¡°Nos faltan mantas y colchones, pero sobre todo m¨¦dicos. Los dos que tenemos est¨¢n totalmente agotados y no dan abasto¡±, lamentaba Estera. La solidaridad ciudadana ha tenido que suplir la ausencia de la ayuda internacional.? ¡°La gran mayor¨ªa est¨¢n siendo acogidos en casas de allegados, porque todo es muy ca¨®tico¡±, asegura Mohamed Ashref Shami en su oficina municipal de Hasaka, donde ha quedado a cargo de los desplazados que lleguen al sector occidental de la ciudad.?
Entre los colegios habilitados, el de Zat al Nitakin acoge a 266 personas, 127 de ellas ni?os. Algunos menores jugaban con una pelota desinflada y las mujeres hac¨ªan la colada. En cuclillas sobre una oxidada cacerola, las arrugadas manos de Sahar Mussi restriegan la ropa. ¡°Ay, mi hija. ?Por qu¨¦ nos est¨¢ pasando esto?¡±, se lamentaba. Oriunda de Ras el Ain, otra localidad fronteriza y una de las m¨¢s afectadas por la ofensiva turca, ha acampado en cinco pueblos antes de llegar a esta escuela.? Dos mudas y el carn¨¦ de identidad es todo lo que le dio tiempo a coger. Ni siquiera se ha llevado las llaves de casa porque ¡°de todas formas lo van a saquear todo¡±.
A las puertas de los colegios, milicianos de las YPG hacen guardia. ¡°Ayer [por este martes] los camaradas desactivaron a tres c¨¦lulas del ISIS en la zona. Tres de los yihadistas se mov¨ªan en motocicletas¡±, asevera una de ellas al tiempo que acuna a un beb¨¦. Las ONG locales aseguran que el flujo de civiles sigue aumentando conforme los soldados turcos y los aliados de Ankara avanzan desde el oeste. Desbordadas, las organizaciones humanitarias calculan que la pr¨®xima semana ser¨¢n incapaces de seguir reubicando a nuevos desplazados. Mientras, las autoridades kurdas en Irak se preparan para la posible llegada de decenas de miles de personas a trav¨¦s de la frontera.
La tregua es recibida con escepticismo
Cuatro horas despu¨¦s de que el p¨¢nico se apoderara de los habitantes de Qamishli por los cohetes que ca¨ªan desde territorio turco, cientos de ciudadanos celebraron este jueves el anuncio del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, de que hab¨ªa alcanzado, durante su estancia en Ankara, un acuerdo de alto el fuego de la ofensiva lanzada por Turqu¨ªa. Las pistolas, los Kal¨¢shnikov y las ametralladoras romp¨ªan el silencio que hab¨ªa dejado el fin de los bombardeos del Ej¨¦rcito turco.
Los habitantes celebraban el anuncio de una tregua de 120 horas, sin tal vez percatarse de que el armisticio se anunciaba con la intenci¨®n de que las milicias kurdas se retiren de determinados frentes. Aldar Khalil, pol¨ªtico kurdo, asegur¨® poco despu¨¦s que se rechazaba de plano la tregua anunciada por Pence y quedaron prohibidas las celebraciones en el centro de Qamishli.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.