¡°Queremos un pa¨ªs del que sentirnos orgullosos¡±
Los manifestantes de la plaza de Tahrir de Bagdad se organizan para reclamar otro tipo de pol¨ªtica
Los iraqu¨ªes han convertido en una fiesta la protesta de la plaza de Tahrir de Bagdad. Lo que empez¨® como una manifestaci¨®n pac¨ªfica y devino en un campo de batalla hasta te?irse de sangre con los excesos policiales, ha ido adquiriendo aires de verbena popular al acercarse el fin de semana. Este viernes se percibe como un d¨ªa clave a la espera de ver de qu¨¦ lado se inclinan los l¨ªderes religiosos. Sin embargo, tras rechazar los parches con que los pol¨ªticos est¨¢n intentando acallarles, muchos en la plaza se distancian tambi¨¦n de los cl¨¦rigos.¡°No seguimos sus instrucciones¡±, resume una pareja de novios.
A las seis de la ma?ana, los j¨®venes que act¨²an como vanguardia del levantamiento saludan al nuevo turno de antidisturbios con un ¡°buenos d¨ªas, hermanos polic¨ªas¡±. El gesto, como la entrega de refrescos a los agentes que astutamente difunden en las redes sociales, busca ganarse sus simpat¨ªas, pero no evita que, al recibir la orden, los polic¨ªas disparen granadas aturdidoras y gases lacrim¨®genos como si estuvieran frente a una banda de peligrosos insurrectos; tampoco que los chavales les lancen piedras y c¨®cteles molotov para evitar su desalojo y, si es posible, avanzar sobre el puente de Al Yumhuriya, hacia la Zona Verde, donde se hallan las sedes de la Presidencia, el Gobierno y el Parlamento.
Justo detr¨¢s de la primera fila de osados, Ahmed Nuri Hasan, 27 a?os, vigila atento con una antena parab¨®lica a modo de escudo. ?l y sus amigos, todos en paro, se ocupan de la peligrosa tarea de recoger los cartuchos de gases lacrim¨®genos que disparan los polic¨ªas y arrojarlos bajo el puente de la calle Saadun, para evitar en lo posible que afecten a los manifestantes. Parecen salidos de Blade Runner. Gafas de buceo, cascos de motorista o guantes de jardinero, cualquier aderezo vale para ayudarse en la tarea. ¡°Estamos dispuestos a morir aqu¨ª¡±, proclama Ahmed, que se declara apasionado del Real Madrid. Varios de los tres centenares de muertos que desde el 1 de octubre se han producido en todo el pa¨ªs han sido v¨ªctimas de esos proyectiles.
¡°Hemos venido por nuestros hijos, porque si siguen gobernando los pol¨ªticos actuales, no van a tener un futuro"
A pesar de su aspecto fiero, aseguran que no van a avanzar por la fuerza y que s¨®lo cruzaran el puente cuando los polic¨ªas se retiren. ¡°Salmiya, salmiya¡± (Pac¨ªfico, pac¨ªfico), insisten. ¡°No pretendemos ir a la Zona Verde; es muy peligroso. Lo que queremos son nuestros derechos. Tal como est¨¢ el pa¨ªs no tenemos futuro¡±, afirma Haider, un estudiante de Bellas Artes de 22 a?os. Las reivindicaciones se repiten: cambio de sistema pol¨ªtico, juicio a los corruptos y trabajo para los j¨®venes. La propuesta que hizo ayer el presidente Barham Salih de renovar la ley electoral y adelantar los comicios se queda corta.
Llevan siete d¨ªas durmiendo en la plaza y, a pesar de los voluntarios que les llevan agua y comida, su aspecto empieza a resentirse. Para eso est¨¢ el servicio de barber¨ªa que Husam y algunos m¨¢s han establecido al norte de la plaza. Otros se afanan en retirar la basura que los primeros d¨ªas se acumul¨® de forma insalubre. ¡°Lo hago por los j¨®venes; tengo cuatro hijos¡±, dice Haida, una viuda de 45 a?os. A su lado, Hanin y Abdala, ambos de 25, cuentan que no se conoc¨ªan, pero que ahora son como de la familia. ¡°Queremos un pa¨ªs del que sentirnos orgullosos¡±, coinciden los tres.
Ese ambiente c¨ªvico en medio del caos, ha animado a que se sumen a la concentraci¨®n muchas mujeres, e incluso hay padres que acuden con sus hijos peque?os. Es el caso de Haider y Rasha, ambos de 35 a?os, que traen a Ali, de 10, y Gina, de 6. ¡°Hemos venido por ellos, porque si siguen gobernando los pol¨ªticos actuales, no van a tener un futuro; despu¨¦s de 16 a?os no han hecho nada¡±, declara Haider, que lleva una d¨¦cada en el Ej¨¦rcito. Rasha, profesora de secundaria, explica que a pesar de sus dos sueldos, no han podido acceder a una casa propia ¡°porque las mafias pol¨ªticas se han apropiado del suelo p¨²blico y se ha disparado el precio de la vivienda¡±.
¡°Queremos servicios p¨²blicos¡±, reclama Asad Abelkafur, de 26 a?os, que trabaja en el mantenimiento de tel¨¦fonos m¨®viles. ¡°Los hospitales p¨²blicos son una basura¡±, apunta su novia, Randa Saad, de 20, que estudia para dentista. ?Y si el gran ayatol¨¢ Ali Sistani pide hoy que cesen las protestas y vuelvan a casa? ¡°Nosotros no seguimos las instrucciones de las autoridades religiosas ni chi¨ªes ni sun¨ªes¡±, dice ella. ¡°?Qu¨¦ han hecho los cl¨¦rigos en estos 16 a?os¡±, a?ade ¨¦l.
Tambi¨¦n algunos jefes tribales han acudido a la plaza a solidarizarse con la protesta. ¡°Queremos lo mismo que todos, que se vaya este Gobierno y si no lo hace hoy, ser¨¢ ma?ana, pero esto tiene que cambiar¡±, afirma el jeque Razzak al Bawiya, al frente de una delegaci¨®n de su tribu. Apenas se le oye en medio de las canciones patri¨®ticas que suenan atronadoras desde un veh¨ªculo cercano. Ajenos al bullicio, dos chicos realizan sus plegarias. Un poco m¨¢s all¨¢, a las puertas del sindicato de artistas, un grupo realiza una actuaci¨®n callejera y el pintor Karim Jabar cita a Lorca al saber que la periodista es espa?ola: ¡°El m¨¢s terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta¡±.
Aunque la tensi¨®n se ha rebajado sustancialmente desde el mi¨¦rcoles, no todo es juerga en la plaza. ¡°Lo peor se produce entre las tres y las cuatro de la ma?ana¡±, relata el doctor Yusef, quien junto con un grupo de estudiantes de medicina y enfermer¨ªa atiende un puesto de primeros auxilios en una callejuela adyacente. ¡°Es cuando m¨¢s heridos recibimos; los antidisturbios cargan para intentar desalojarnos porque mucha gente se ha ido a casa¡±, explica. Piden que sus rostros no se vean en las fotos porque tanto en el hospital como en la universidad les han advertido contra la participaci¨®n en la protesta. Aseguran que dos m¨¦dicos han muerto y un tercero est¨¢ herido grave.
La revoluci¨®n del tuk tuk
Hacen de ambulancia, distribuyen bebidas y alimentos, y ayudan a desplazarse entre el tumulto a sanitarios y otros voluntarios. Todo probono. Los modestos tuk tuk o mototaxis se han hecho un hueco en la plaza de Tahrir y ya hay quien propone que se les haga un monumento.
Ese peque?o veh¨ªculo de origen asi¨¢tico lleg¨® a Bagdad hace un par de a?os como soluci¨®n de movilidad para las peque?as callejuelas del centro. Era muy utilizado por las mujeres para hacer las compras diarias.
Su tama?o permiti¨® que algunos tuk tuk se colaran entre los manifestantes cuando al principio de las manifestaciones, la polic¨ªa cerr¨® el acceso a los coches. Su papel en la evacuaci¨®n de heridos les granje¨® una gran simpat¨ªa y ahora hay no hay conductor de tuk tuk que quiera perderse la gloria. Algunos incluso les han a?adido defensas met¨¢licas a modo de protecci¨®n.
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