El populista Al Sadr intenta cabalgar las protestas de Irak
Las manifestaciones contra la corrupci¨®n y el mal gobierno entran en su segundo mes sin visos de soluci¨®n
Las protestas de Irak han entrado este viernes en su segundo mes sin visos de soluci¨®n. La falta de propuestas convincentes de los l¨ªderes pol¨ªticos s¨®lo ha reforzado la determinaci¨®n de los manifestantes en exigir un cambio de sistema. A falta de alternativas, los gestos y pasos de algunos dirigentes resultan inquietantes. Mientras que un jefe de las poderosas milicias proiran¨ªes ha ordenado a sus hombres ¡°hacer frente a la discordia¡±, los seguidores del populista Muqtada al Sadr se han desplegado en la plaza de Tahrir de Bagdad, centro de la contestaci¨®n.
¡°Estamos aqu¨ª para proteger a los manifestantes¡±, afirma un miembro de la milicia sadrista Brigadas de la Paz, que no da su nombre pero muestra una tarjeta identificativa con un n¨²mero. Junto a ¨¦l est¨¢ un polic¨ªa de la fuerza de protecci¨®n de instalaciones, cuyos miembros han sido enviados a la protesta para ¡°asegurarse de que nadie lleva armas¡±. Ellos tampoco.
De hecho, han desaparecido los agentes que hasta el jueves vigilaban el acceso a la plaza por la calle Rashid, a la altura del puente Sinak. En su lugar, unos j¨®venes se encargan de evitar el paso de cualquier veh¨ªculo que no sean los ubicuos tuk tuk. Mientras, al borde del Tigris, otro grupo de muchachos se organizan, bajo la batuta de Ali Ibrahim, para asegurarse de que las fuerzas de seguridad no podr¨¢n desembarcar y realizar una maniobra envolvente que rodee a los manifestantes.
Ibrahim, un funcionario de 52 a?os, se describe como uno m¨¢s y repite las mismas exigencias que todos. Pero tras un rato de conversaci¨®n, termina revelando sus simpat¨ªas (y las de los j¨®venes que le rodean y obedecen) por el movimiento pol¨ªtico de Al Sadr. ¡°Muqtada es un hijo de Irak, adem¨¢s de hijo de iraqu¨ªes¡±, declara contraponi¨¦ndolo al resto de los pol¨ªticos ¡°mercenarios de Ir¨¢n¡±. Pasa por alto que Al Sadr tambi¨¦n mantiene buenas relaciones con Teher¨¢n. Una vez m¨¢s, da la impresi¨®n de que este cl¨¦rigo con aspiraciones de hombre de Estado quiere cooptar las protestas.
Tras fracasar en su intento de hacer una pinza al Gobierno de Adel Abdelmahdi, ali¨¢ndose con su principal rival y cabeza del segundo bloque parlamentario, Hadi al Ameri, Muqtada se ha quedado pr¨¢cticamente solo. Tanto los partidos proiran¨ªes como el bloque kurdo han decidido respaldar a Abdelmahdi mientras perge?an una alternativa que evite el vac¨ªo de poder.
Ya en la plaza, se siente la presencia de Ciudad Sadr, una barriada que toma el nombre del padre de Muqtada, el gran ayatol¨¢ Mohamed Mohamed Sadeq al Sadr, y en la que se hacina una cuarta parte de los siete millones de habitantes de Bagdad. La llegada de vecinos de ese feudo sadrista se ha traducido en la aparici¨®n de pancartas con la imagen del fallecido cl¨¦rigo y banderas chi¨ªes, algo que rompe con el car¨¢cter anti sectario de la concentraci¨®n. Tambi¨¦n en un mayor ¨¦nfasis en las reclamaciones econ¨®micas. De momento, conviven sin problemas.
Pero no todos ven con buenos ojos a Muqtada. Cuando el pasado martes intent¨® unirse a las protestas en Najaf, una ciudad a 180 kil¨®metros al sur de Bagdad que alberga los principales seminarios del islam chi¨ª, fue rechazado por los manifestantes. ¡°Intenta jugar a todas las cartas, pero es como los dem¨¢s. ?Qu¨¦ han hecho los ministros que tiene en el Gabinete por nosotros?¡±, se pregunta Mahmud, cuyo sueldo conduciendo un taxi ajeno apenas le da para mantener a su mujer y dos hijas.
M¨¢s preocupante para las ilusiones de Tahrir es la deriva violenta que las protestas han adquirido en el sur del pa¨ªs y que algunos observadores atribuyen a luchas entre milicias. En Kerbala, los manifestantes han destruido retratos del l¨ªder supremo de Ir¨¢n, el ayatol¨¢ Ali Jamenei, e incendiado el consulado de ese pa¨ªs; en Amarah, una multitud linch¨® al l¨ªder local de una milicia que le es leal y en Kut, otro grupo prendi¨® fuego al domicilio de un pol¨ªtico tambi¨¦n asociado con el pa¨ªs vecino.
Las Fuerzas de Movilizaci¨®n Popular (el paraguas bajo el que el Gobierno ha puesto a las milicias) han amenazado con tomar represalias. De hecho, al d¨ªa siguiente de que su n¨²mero dos, Abu Mahdi al Mohandes, ordenara a sus hombres ¡°oponerse al desacuerdo¡±, al menos una docena de manifestantes (hasta 30 seg¨²n algunas fuentes) resultaron muertos en Kerbala por disparos atribuidos a los milicianos. Las autoridades han negado que se produjera ninguna v¨ªctima.
Da la impresi¨®n de que las ¨¦lites gobernantes est¨¢n divididas entre quienes piensan que las protestas se diluir¨¢n por s¨ª solas con el paso de los d¨ªas y quienes defienden acabar por la fuerza con ellas. Lo sucedido en Kerbala y el hecho de que el l¨ªder iran¨ª haya recomendado a los responsables iraqu¨ªes que ¡°pongan remedio a la inseguridad y el caos¡±, hace temer a algunos manifestantes que el Gobierno vaya a recurrir a las milicias para desalojar la plaza. A pesar de su ret¨®rica, resulta improbable que, llegado el caso, los hombres de Muqtada vayan a enfrentarse a Ir¨¢n.
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