Fuga desesperada de una franja de Gaza apenas habitable
Decenas de miles de palestinos abandonan el enclave v¨ªa Egipto tras m¨¢s de una d¨¦cada de bloqueo
En la maleta arrastra casi todos sus sue?os por la verja de la frontera de Rafah. El soci¨®logo Mohamed Ahmad, de 33 a?os, se ha despedido de su esposa y sus cuatro hijos en Gaza con el pretexto de un improbable doctorado en Sud¨¢n. Turqu¨ªa, Grecia, Europa occidental... son destinos que prefiere no mencionar en voz alta. ¡°Otra vez me han devuelto los egipcios¡±, maldice su suerte, ¡°pero no me puedo permitir pagar la coordinaci¨®n [soborno tolerado]¡±.
A su lado, Mashud abu Tagem, de 19 a?os, se afana en la ¨²ltima oportunidad para atravesar la ¨²nica salida al mundo que queda en la Franja. ¡°Tengo que reincorporarme a tiempo a la Facultad de Derecho de Alejandr¨ªa¡±, musita. Su familia ha pagado 800 euros a la agencia egipcia que agiliza los tr¨¢mites aduaneros para sortear una lista de espera infranqueable de 40.000 solicitudes.
Dos millones de gazat¨ªes, hacinados en una franja costera de 365 kil¨®metros cuadrados ¡ªalgo m¨¢s que la min¨²scula Malta¡ª, se desesperan tras una larga d¨¦cada de bloqueo y tres devastadoras guerras con Israel. Con una tasa de desempleo que ronda el 50% (70% para los j¨®venes) y nueve de cada diez acu¨ªferos contaminados, la ONU lleva tiempo augurando que el enclave mediterr¨¢neo se har¨¢ inhabitable a partir del a?o que viene.
Unos 35.000 palestinos abandonaron la Franja en 2018, seg¨²n estimaciones israel¨ªes que la ONU reduce a 23.500. En lo que va de a?o, ya se han marchado en torno a 23.000, seg¨²n el recuento de entradas y salidas de los responsables del paso de Rafah. La mayor¨ªa de los que se van alegan visitas familiares, tratamiento de una enfermedad o estudios. Egipto reabri¨® la frontera en mayo de 2018, tras la muerte de 60 manifestantes por disparos de francotiradores del Ej¨¦rcito israel¨ª. La aduana llevaba cinco a?os semiclausurada.
Muchos gazat¨ªes no regresan. Algunos han sido localizados meses m¨¢s tarde en pa¨ªses del Golfo, en las costas del Magreb o en campos de refugiados de islas griegas del Egeo. M¨¢s de 8.500 palestinos han seguido desde 2015 la estela migratoria de las barcazas clandestinas en el Mediterr¨¢neo, documenta la Organizaci¨®n Internacional de Migraciones (OIM).
¡°?Que Gaza va a ser inhabitable? Qui¨¦n sabe. Los palestinos seguiremos malviviendo aqu¨ª. Ya no nos queda esperanza, pero no tenemos otra opci¨®n¡±, replica el veterano analista pol¨ªtico Talat Okal. ¡°Si Egipto abriese la frontera de par en par saldr¨ªan de una vez m¨¢s de 100.000 personas¡±, predice. Las autoridades egipcias limitan el flujo en Rafah a 300 visados al d¨ªa.
Para librarse de las colas hay que abonar un millar de euros, una fortuna en Gaza, donde el jornal diario ronda 65 shequels (16,5 euros). Quienes van por la v¨ªa ordinaria se exponen a ser devueltos sin explicaciones. Previo pago de la coordinaci¨®n, la escapada conduce en unas seis horas hasta el aeropuerto de El Cairo, destino obligado de los gazat¨ªes. En caso contrario, afrontan un penoso viaje de m¨¢s dos d¨ªas a trav¨¦s del Sina¨ª y el canal de Suez, por una ruta jalonada de puestos de control antiyihadistas.
La palestina Siham Zidan, de 24 a?os, sali¨® con sus dos hijos de la capital egipcia en la madrugada del martes y lleg¨® a Rafah en la tarde del jueves. ¡°Estuvimos parados cuatro horas en un ret¨¦n militar, en medio de la nada. No hab¨ªa servicios. Todo era un asco¡±, refiere su periplo de 350 kil¨®metros.
Entre fotograf¨ªas de Amin al Huseini, gran muft¨ª de Jerusal¨¦n antes de la creaci¨®n de Israel, y del jeque Ahmed Yasin, fundador de Ham¨¢s, Ahmed Shami Mahamud, de 45 a?os, ejerce desde hace dos d¨¦cadas como responsable de atenci¨®n al p¨²blico en Rafah. ¡°Las denuncias de sustracciones y abusos en los registros egipcios son moneda corriente¡±, revela.
En el extremo opuesto del enclave, Israel ha abierto otra v¨¢lvula de escape para tratar de contener la explosiva presi¨®n con hasta 5.000 permisos de trabajo concedidos a gazat¨ªes. Mohamed (prefiere no desvelar su apellido), lleva seis meses levant¨¢ndose a las cinco de la ma?ana para trabajar Israel. Antes debe superar durante dos horas los filtros de seguridad ¡ª¡°hacen que te sientas humillado¡±, relata¡ª en la frontera de Erez.
Este arquitecto t¨¦cnico de 50 a?os regresa tras una semana como pe¨®n agr¨ªcola por 300 shequels (76 euros) al d¨ªa. ¡°Nos ofrecen permiso como empresarios, sin seguros; trabajamos en lo que sale¡±, confiesa. ¡°Pese a la indignidad de los registros en Erez, todo vale para sacar adelante a mis seis hijos¡±. Al caer la tarde, decenas de taxis desembarcan en el sector palestino de Erez controlado por Ham¨¢s. Los jornaleros acarrean bolsas de pomelos, fruta muy dif¨ªcil de conseguir en Gaza, para sus familias.
Desde su despacho con vistas al puerto de la capital gazat¨ª, Salah Bardawil, responsable de Interior en el Bur¨® Pol¨ªtico de Ham¨¢s, asevera que los permisos de trabajo han sido una de las concesiones arrancadas a Israel tras las marchas de los viernes en la frontera, que se han cobrado la vida de 316 manifestantes en a?o y medio de sangrientas protestas.
Tambi¨¦n sostiene que Egipto ha abierto la frontera a consecuencia del alto precio humano pagado en las marchas. ¡°Hay muchos titulados en paro de Gaza que ahora pueden encontrar trabajo en el exterior¡±, destaca Bardawil. Pero niega que Ham¨¢s haya vetado la salida de m¨¢s de 150 m¨¦dicos especialistas ¡ª¡°solo hemos ofrecido incentivos¡±¡ª, como denuncian fuentes de los grandes hospitales.
Raghda Aham, de 47 a?os, con cinco hijos y profesora de lengua ¨¢rabe, tambi¨¦n guarda fila en la verja de Rafah, oficialmente para obtener su doctorado en un pa¨ªs del Golfo. Ha sido apeada de cupo de visados en el ¨²ltimo momento. ¡°Es la tercera vez que lo intento esta semana¡±, lamenta con gesto de desesperaci¨®n. Un polic¨ªa palestino informa de que Egipto ya ha cerrado la frontera. Todos retornan en silencio a un territorio que se anuncia inhabitable.
Condenado un francotirador isarel¨ª a un mes de trabajo comunitario por abatir a un adolescente
Othman Heles se aburr¨ªa los viernes en Ziyahia, barriada perif¨¦rica de la capital de Gaza en la frontera de Israel. El 13 de julio de 2018 fue con sus amigos a echar un vistazo a la manifestaci¨®n en el antiguo paso de Karni. Estaba, literalmente, a un tiro de piedra de su casa.
En el mismo zagu¨¢n de muros sin enlucir en el que recibi¨® el cad¨¢ver de su hijo de 14 a?os con un balazo en el pecho, Rami Heles, conductor en paro de 43 a?os, recuerda ahora lo que considera una "tr¨¢gica chiquillada". Un v¨ªdeo? muestra a Othman correteando junto a la valla junto a otros adolescentes y dos mujeres que ondeaban banderas palestinas. Cuando intent¨® encaramarse al vallado cay¨® fulminado de un disparo (v¨ªdeo reproducido al final del art¨ªculo).
Un francotirador militar israel¨ª, cuyo nombre no ha sido desvelado, ha sido condenado por un tribunal castrense a un mes de servicios a la comunidad tras haberse reconocido culpable del disparo letal contra el muchacho. Los jueces hacen constar que no contaba con la aprobaci¨®n de sus superiores para hacer blanco y que viol¨® las reglas de enfrentamiento fijadas por el Estado Mayor. No ha trascendido el contenido del acuerdo judicial que le impone 30 d¨ªas de trabajo social.
Ante una imagen de su hijo en el cartel de p¨¦same enviado por Fatah, el partido nacionalista palestino en el que milita, Rami Heles se sorprende por la decisi¨®n de la justicia militar israel¨ª, la primera conocida sobre una acci¨®n armada en las marchas de la frontera de la Franja. ¡°?Qu¨¦ clase de justicia es esta?¡±, se pregunta el padre. ¡°Al menos pod¨ªan pedir perd¨®n si creen que todo fue un error¡±.
Una comisi¨®n investigadora ha presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU un informe con indicios racionales de violaci¨®n de la ley humanitaria internacional y cr¨ªmenes de guerra en la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito israel¨ª en Gaza.
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