Las fuerzas iraqu¨ªes matan a 35 manifestantes tras el segundo ataque a un consulado iran¨ª
Irak vive una de las jornadas m¨¢s sangrientas desde que se iniciara la movilizaci¨®n por la reforma del sistema pol¨ªtico hace dos meses
Al menos 35 manifestantes han muerto este jueves en Irak en una de las jornadas m¨¢s sangrientas desde que se iniciara la movilizaci¨®n por la reforma del sistema pol¨ªtico hace dos meses. La mayor¨ªa de las v¨ªctimas mortales, 29, se han producido por disparos de las fuerzas de seguridad en Nasiriya, en el sur, apenas unas horas despu¨¦s de que una multitud incendiara el consulado de Ir¨¢n en la ciudad santa chi¨ª de Nayaf, donde murieron dos personas; otras 4 fallecieron en Bagdad. La sucesi¨®n de hechos hace temer que Teher¨¢n, que acaba de sofocar sus propias protestas, intent¨¦ conminar a sus apadrinados iraqu¨ªes a actuar con similar contundencia.
Nasiriya, situada a orillas del r¨ªo ?ufrates a 370 kil¨®metros al sur de Bagdad, ha amanecido entre disparos. Al parecer todo ha comenzado cuando el general Yamil al Shamari ha dado la orden a sus hombres de recuperar dos puentes tomados hace tres d¨ªas por los manifestantes y poner fin a la desobediencia civil. La operaci¨®n ha dejado 29 muertos y 180 heridos, muchos de ellos por balas, seg¨²n fuentes m¨¦dicas citadas por las agencias de noticias. Desde las cinco y media de la ma?ana (hora local) se ha cortado la conexi¨®n a Internet en la ciudad.
Tambi¨¦n se ha instaurado el toque de queda, pero miles de personas lo han desafiado para enterrar a los muertos. El gobernador provincial de Dhi Qar, de la que?Nasiriya es la capital, ha exigido al primer ministro, Adel Abdelmahdi, que destituyera al responsable militar. Al Shamari estaba al frente de la seguridad de Basora durante la sangrienta dispersi¨®n de la multitud que incendi¨® el consulado iran¨ª en esa ciudad en el verano de 2018.
Algunos observadores intuyen que ahora el ataque al consulado de Nayaf, la segunda legaci¨®n diplom¨¢tica iran¨ª objeto de la ira de los manifestantes, ha desatado la dura represi¨®n de Nasiriya. Desde que empezaron las protestas contra el sistema pol¨ªtico establecido en 2003 tras el derribo de Sadam Husein por Estados Unidos, los iraqu¨ªes han expresado su rechazo a la intromisi¨®n de Ir¨¢n en la pol¨ªtica de su pa¨ªs.
Las im¨¢genes del incidente de Nayaf mostraban a grupos que gritaban ¡°Iran barra, barra¡± ("Fuera, fuera, Ir¨¢n") a la vez que ondeaban banderas iraqu¨ªes. Es un eslogan que tambi¨¦n se oye en Bagdad, pero es en el sur, mayoritariamente chi¨ª, donde el hartazgo con el vecino del Este y autoproclamado l¨ªder de esa rama del islam se est¨¢ mostrando con m¨¢s furia. A principios de este mes, los manifestantes intentaron prender fuego al consulado iran¨ª en Kerbala. En el caso de Nayaf, el simbolismo es a¨²n mayor porque se trata de la sede de la Hawza, o Seminario, una especie de Vaticano chi¨ª que cada a?o atrae a millones de peregrinos iran¨ªes.
Teher¨¢n, que ve estas protestas como una amenaza existencial, ha exigido a Bagdad ¡°una acci¨®n decisiva, eficaz y responsable¡±. El Gobierno iraqu¨ª, por su parte, ha atribuido lo ocurrido a ¡°personas ajenas a las manifestaciones¡± que quieren ¡°socavar las relaciones hist¨®ricas¡± entre ambos vecinos. Pero antes de estas reacciones, quien est¨¢ considerado un hombre clave de Ir¨¢n en Irak, Abu Mahdi al Muhandis, ha planteado el incendio del consulado en Nayaf como una agresi¨®n contra el gran ayatol¨¢ Ali Sistani, l¨ªder espiritual de los chi¨ªes iraqu¨ªes que tiene su sede en esa ciudad.
Dado que Al Muhandis es el jefe militar de las Fuerzas de Movilizaci¨®n Popular, la agrupaci¨®n de milicias sobre todo chi¨ªes que lucharon contra el Estado Isl¨¢mico y las m¨¢s poderosas de las cuales est¨¢n estrechamente vinculadas a la Guardia Revolucionaria iran¨ª, algunos observadores han interpretado sus palabras como una justificaci¨®n para eventuales ataques de las milicias contra los manifestantes. Sistani, que habitualmente se mantiene al margen de la pol¨ªtica, ha urgido al Gobierno a escuchar las quejas de los iraqu¨ªes, a la vez que ped¨ªa a estos que eviten la violencia.
Las protestas de Irak suponen un reto sin precedentes para la clase pol¨ªtica chi¨ª que desde el derribo de Sadam en 2003 ha controlado las instituciones del Estado y las redes de afines subvencionados. Los iraqu¨ªes reclaman una reforma a fondo del sistema pol¨ªtico, basado en las cuotas confesionales que se establecieron entonces, y el fin de la corrupci¨®n. No entienden c¨®mo en el tercer pa¨ªs exportador de petr¨®leo del mundo, uno de cada cinco habitantes vive en la pobreza. Hasta el momento, a pesar de las promesas de los gobernantes, los manifestantes no han visto avances tangibles en sus peticiones. Mientras que la represi¨®n ha dejado cuatro centenares de muertos y 15.000 heridos.
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